Noche de San Juan: a comer alrededor de las hogueras

Sardinas ensartadas en un palo y adadas en las playas de Málaga.
FLICKR/teclasorg

Con la llegada del solsticio de verano, vuelven, como cada año, las Hogueras de San Juan. Lo divino, lo pagano y lo gastronómico se unen en la noche más corta del año. Y es que esta fiesta va más allá de la celebración religiosa en honor al apóstol. Este rito, que se remonta al inicio de los tiempos, invoca a la fuerza de las hogueras, de las que emanan los más diversos aromas, con la finalidad de dar energía al sol hasta la llegada del solsticio de invierno.

Cerdo, sí en todas sus versiones

Las hogueras tienen también una función purificadora. Arderán, junto a muebles viejos, ropa y demás enseres, los malos augurios y aquellos sentimientos de los que nos queremos deshacer. Pero las fogatas también puede regalarnos sabrosas experiencias gastronómicas en torno a la lumbre. Así que, os proponemos unas sencillas y suculentas recetas para no desaprovechar las ascuas y su peculiar aroma de leña encendida.

Las chuletitas de cordero son un clásico en cualquier barbacoa. Lo ideal es tenerlas aliñadas algunas horas antes de asarlas. Nuestros grandes aliados serán unos dientes de ajo, salsa de soja, pimienta negra y aceite de oliva virgen extra.

Aprovechando la gran variedad de embutidos que nos da la geografía española, podemos llenar nuestra parrilla de morcillas de arroz, tan típicas en Burgos; choricitos y salchichas caseras, incluso mejor con un toque picante; sin olvidar las sabrosas chistorras. Esta variada barbacoa hará las delicias de los más exigentes, mucho más si lo acompañamos con un buen pan.

A la brasa, sin pensarlo

El gran acompañante de la celebración es el pan. Es exquisito apenas pasado por las brasas (recordemos que el plus  lo dará el sabor de madera quemada). Con ajo, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal, será un acierto.

Valgan también como aderezo a nuestra barbacoa, por ejemplo, cebolla a la plancha, tomate, calabacín, pimiento, berenjena con vinagreta… Cabe todo lo que se nos ocurra.

En la costa, y sobre todo en la mediterránea, son imprescindibles los pescados y mariscos. Las sardinas no pueden fallar en las celebraciones autóctonas ¡y qué buenas están! Basta con limpiarlas bien e impregnarlas con abundante sal. Conviene que estén enteras, con todas sus vísceras. En Galicia dicen: “por San Xoán a sardiña pinga o pan”, y que así sea. En las playas de Málaga, son muy comunes los espetos de sardinas, que se hacen al calor de las brasas y ¡están riquísimas! No está mal tener a mano unas cuantas rodajas de limón para aderezarlas.

Las brochetas (entendidas como producto ensartado en palitos de metal o madera) resultan una buena manera de degustar gambas y langostinos. Basta con intercalar una gamba con un langostino (limpios), rociarlos con aceite de oliva, limón, sal, pimienta y ajo. Cuando ya estén listos, añadir perejil fresco, finamente picado, y ¡listo para comer!

¡Y la queimada!

Como si de conjurar hechizos y ahuyentar malos espíritus se tratara, en Galicia hay una costumbre muy arraigada durante la noche de San Xoan: la queimada. Se trata de una suerte de “poción mágica” preparada con aguardiente, frutas (naranjas y limones, mayormente) y azúcar, que el maestro de ceremonia enciende y vierte en porciones mientras la llama está encendida.

La bebida no se toma a estómago vacío, sino que se acompaña con la tradicional sardiñada, las sardinas asadas; y los cachelos, las patatas asadas. Aunque no sepamos si es verdad que se alejarán las energías negativas y que meigas e bruxas fuxirán  (magas y brujas huirán), seguro será una noche para disfrutar de las hogueras en las

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