El primer documento escrito que avala mi deseo de ser periodista data de 1988, cuando yo tenía 8 años. En aquella época acompañé a mi madre, también periodista, a visitar en el hospital a una compañera suya. Debí comentar que estaba muy triste porque cada vez que se abría el buzón de mi casa nunca había una carta para mí. Ella, maravillosa y con tiempo, me escribió una preciosa misiva en la que decía que esperaba que me hiciera ilusión y que sabía que iba a ser una gran periodista. No sé si la historia es exactamente así, pero es como quiero recordarla. Mi primera carta.
Años más tarde, en plena adolescencia, me fui a vivir a la otra punta del mundo. Las cartas que me enviaban mis amigas desde Madrid eran mi manera de seguir conectada con un mundo que parecía que se me escapaba de entre los dedos en la época pre redes sociales. No había llegado el siglo XXI y todavía abrir el buzón era un acto de alegría. De buenas noticias. Cuánto ha cambiado todo en tan poco tiempo.
Ahora cuando entro por el portal evito mirar hacia la derecha porque sé que si hay algo en el cajetín de la entrada, serán, probablemente, malas noticias. Una multa o noticias de Hacienda, porque ya ni siquiera el banco utiliza el papel. Hasta hace poco tiempo había una excepción a este desierto epistolar: las Navidades.
Las felicitaciones o christmas eran una especie de tradición que permitía mantener contacto con amigos o familiares con los que normalmente no hablabas. Clientes, proveedores o incluso el temido banco mandaba religiosamente todos los diciembres una pequeña postal de cartón donde se deseaba lo mejor para las fechas y el año que estaba por venir. Los había que incluso colocaban todas estas tarjetas, no sé si a modo de decoración o de exhibición, junto al árbol. Recibir muchos christmas era sinónimo de popularidad, por el motivo que fuera.
No sé vosotros, pero yo desde hace años no recibo ni una mísera felicitación. Nada. Estoy deseando que mi sobrino crezca para que por lo menos me pinte una en el cole. Esa es mi situación.
Actualmente de las únicas cartas navideñas de las que hablo son las que envían los royals de toda Europa (que sí, siguen mandando por correo a algunos afortunados) y que los demás mortales podemos disfrutar gracias a las redes sociales. Esta semana se ha hecho pública la que han enviado los Reyes de España. En esta ocasión han elegido una foto del que probablemente haya sido el día más importante de su año: la Jura de la Constitución de la Princesa Leonor coincidiendo con el cumpleaños de su mayoría de edad. Una instantánea luminosa y cercana, donde los cuatro están radiantes. La heredera se inclina hacia su madre, mientras que la pequeña lo hace su padre. Estoy convencida de que la pose ha sido elegida a conciencia. Uno de los comentarios de ese día fue la cara de preocupación, probablemente fruto de los nervios, de Doña Letizia. Sin embargo en el christmas para la posteridad la Reina posa distendida y casi podríamos decir que protegida por una hija que ya ha volado del nido y a la que ya, difícilmente, va a poder proteger.
Mientras tanto en Inglaterra
La otra foto esperada, para los que nos gustan los cotilleos reales, era la elegida por los Príncipes de Gales. Fijaros que no son ni los reyes pero su capacidad mediática es tal que su felicitación ha eclipsado a la de Carlos III y Camila (que por cierto, y como no podía ser de otra forma, han elegido un momento de su fastuosa coronación).
Guillermo y Catalina han optado por un retrato en blanco y negro. Posado en estudio y realizado por Josh Shinner, habitual de las grandes cabeceras de moda. Van los cinco uniformados, en vaqueros y camisas blancas. Son un bloque, además de una familia, unidos frente a las adversidades que capean debido, sobre todo, a los vientos que llegan desde California, impulsados por Harry y Meghan y su intención de destruir a 'The firm' ( como llaman muchos a la familia real británica). La foto no es festiva, casi podríamos decir que ni siquiera alegre, pero creo que cumple su función. Es la felicitación que podríamos haber mandado tú o yo (si es que acaso siguiéramos mandando felicitaciones). Sin pretensiones.
Cuando analicé la foto en redes sociales muchos fueron los que me indicaron lo poco navideñas que eran tanto las españolas como las inglesas. Pero lo cierto es que esa es la tradición. Ni un árbol, ni un Nacimiento, ni siquiera un jersey rojo.
Los Reyes de España, desde que empezaron a enviar su felicitación navideña individual, solo un año ha habido motivos festivos. Fue el año que la Princesa Leonor posaba por primera vez en solitario y lo hacía junto a una chimenea festivamente adornada.
Supongo que el motivo de elegir fotos tan aparentemente neutras, es para centrar la felicitación en la celebración más que en 'santificar' unas fiestas cada vez más complejas y menos religiosas. En cualquier caso, este año estoy pensando en imitar a los royals y a falta de tiaras para ponerme en la cena familiar, probablemente desempolve la libreta de direcciones y me ponga a mandar felicitaciones. ¿Qué foto me hago para la ocasión?
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