Así fue mi experiencia haciendo un reloj de lujo

El reloj 'Reverso' de Jaeger-LeCoultre
El reloj 'Reverso' de Jaeger-LeCoultre
Cortesía
El reloj 'Reverso' de Jaeger-LeCoultre

Pocas veces se presenta en nuestra vida la oportunidad de viajar a una manufactura para conocer de primera mano (nunca mejor dicho) el proceso de fabricación de un reloj de lujo, por lo que cuando me llegó la posibilidad de hacerlo junto a Jaeger-LeCoultre, no me lo pensé dos veces.

Fui hasta el valle de Joux, en Ginebra (Suiza) en una visita bastante rápida, de apenas 24 horas, pero todas muy intensas. Como íbamos a pasar la noche allí, nos hospedamos en un hotel que estaba a la altura de una firma como esta, en el Hotel Des Horlogers, donde desperté a la mañana siguiente con una niebla tan intensa que el paisaje parecía salido de uno de los cuentos de los hermanos Grimm.

En seguida pusimos rumbo a la manufactura, a tan solo 10 minutos en coche del hotel. La fábrica no podía estar en un lugar más pintoresco, lleno de casitas pequeñas que colindaban con un bosque de abetos, con vacas pastando hierba con una tonalidad de verde que rara vez se ve en España y con personas que se dirigían a sus puestos de trabajo con cara somnolienta y un café en la mano.

Lo primero que me llamó la atención al llegar allí fueron las colmenas que tienen justo a la entrada del recinto, de las que posteriormente me confesaron que hacen miel tanto para ellos, como para cualquier persona que les visite. Una vez dentro, nos llevaron al Atelier d' Antoine para sumergirnos en el mundo de la alta relojería, donde nos explicaron la historia del Reverso, un reloj cuya esfera es reversible.

Reloj 'Reverso' de Jaeger-LeCoultre
Reloj 'Reverso' de Jaeger-LeCoultre
Cortesía

Este accesorio nació ante la necesidad de la clase alta de los años 30 de un reloj capaz de resistir la dureza de los partidos de polo, ya que muchos cristales terminaban rompiéndose tras un juego intenso. Debido a esta problemática, la firma lanzó el Reverso, un reloj cuya esfera se puede girar para que esté totalmente protegida e inspirado en el Art Decó.

La manufactura funciona con un modo de trabajo totalmente artesanal, priorizando el trabajo manual frente a las máquinas y, para demostrárnoslo, nos retaron a montar la esfera giratoria por nosotros mismo en el taller. 

Si soy sincera, en un principio me pareció que este experimento iba a ser todo un desastre: mis uñas, siempre con una manicura perfecta, eran demasiado largas para trabajar con piezas tan pequeñas con precisión y nunca he sido demasiado diestra con cualquier trabajo que no sea intelectual. Sin embargo, me sorprendí a mi misma siendo la primera en terminar de montar el Reverso sin ningún percance.

La mesa junto a los materiales y herramientas para montar la esfera del 'Reverso'
La mesa junto a los materiales y herramientas para montar la esfera del 'Reverso'
DR

Puede que por ser Aries soy muy competitiva o también puede que le eche la culpa de ciertos aspectos de mi personalidad a algo tan irracional como el horóscopo, pero yo tenía que acabar la primera sin pifiarla en el intento. Para ello me armé de paciencia y desafié a la miopía para encajar cada tornillo minúsculo y las cajas del reloj en su sitio.

Lo cierto es que fue algo bastante intuitivo y apenas necesité instrucciones. Mientras lo montaba, me di cuenta de la importancia de preservar los trabajos artesanales, ya que por mucho avance tecnológico que haya, no hay nada que refleje tanto la calidad y el 'savoir faire' que aquello hecho por manos expertas. 

Después de 15 de minutos (y un tornillo que desapareció misteriosamente) conseguí que todo estuviera ensamblado y no se cayera en pedazos, pero aún quedaba la parte más importante: que pudiera darse la vuelta. En aquel momento una gota de sudor fría empezó a resbalar por mi frente, pero cuando los instructores consiguieron girarlo me sentí como si acabase de fabricar un cohete espacial con mis propias manos. 

La esfera del 'Reverso' que monté con mis propias manos
La esfera del 'Reverso' que monté yo sola
DR

Después continuamos con la visita a la manufactura, donde nos enseñaron uno de los grandes atractivos del Reverso. Aunque no juguemos al polo, también podemos beneficiarnos del diseño de este reloj, ya que la parte de atrás es completamente personalizable con los grabados y dibujos que nosotros queramos, desde nuestras iniciales hasta nuestro cuadro favorito que, de nuevo, lo hacen todo a mano. 

Aunque me hubiera encantado sacar a la luz mis dotes artísticas intentando no desgraciar un reloj de lujo, lo cierto es que a penas tuvimos tiempo para más. Por suerte, no nos fuimos sin visitar el museo que tenían en el antiguo atelier, donde pude ver los relojes icónicos e históricos de Jaeger-LeCoultre. 

Grabado en la parte trasera del 'Reverso'
Grabado en la parte trasera del 'Reverso'
DR

Pese a que después tuvimos que correr para coger el avión de vuelta, sin duda se ha convertido en una experiencia irrepetible que también pueden hacer aquellos amantes de la firma de alta relojería, ya que tanto la manufactura como los distintos talleres están abiertos al público. Una visita obligada para los seguidores de la marca.

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