Eva Collar
- Esteticista y fundadora de los Centros y Clínica estética Marquessa y creadora de la marca de cosmética Marquessa Clinic Collection
Con la llegada del otoño y el invierno las horas de luz descienden y las bajas temperaturas reaparecen, todo ello tiene un impacto directo en la piel, que se ve reflejado tanto en su apariencia como en su capacidad regenerativa. Por ello, será esencial que la rutina de belleza se adapte a las nuevas necesidades de la piel, tan distintas de las que tiene en verano.
¿Cómo afecta el descenso de luz y el frío a la piel?
•Aspecto opaco: las bajas temperaturas provocan que los vasos sanguíneos en la piel se contraigan, esto reduce la irrigación sanguínea, de forma que llega menos oxígeno y nutrientes a las células de la piel. Como consecuencia, la renovación celular no se produce de forma correcta, las células muertas se acumulen a medida que se forman nuevas células, provocando una piel más gruesa con aspecto opaco.
•Sensibilidad: la barrera cutánea es la principal afectada por agentes como la calefacción, la agresión del frío y la contaminación ambiental. Su principal función es proteger a la piel de las agresiones externas, sin embargo, estos agentes medioambientales la debilitan, lo que se ve traducido en una pérdida de aceites naturales de la piel, que la deja con una textura más seca y escamosa.
•Piel irritada: la disminución de la vitamina D en el organismo provocada por una reducción en la exposición solar, puede afectar directamente a la capacidad regenerativa de la piel. Y es que, la vitamina D tiene importantes propiedades antioxidantes y protectoras al estimular la producción de péptidos antimicrobianos que ayudan a mantener la piel sana y, además, también cumple un papel fundamental en la estimulación de su regeneración, ya que favorece la producción de nuevas celulas. Por lo tanto, la falta de este activo puede llevar a la sequedad de la piel y a su irritación.
¿Qué vitaminas integrar en la nueva rutina de belleza invernal y por qué?
Una forma sencilla de combatir estas consecuencias ligadas a la nueva estación, es reestructurando la rutina de belleza e incluyendo productos que integren lípidos de calidad y humectantes que consigan restituir su homeostasis.
•Vitamina D: aunque la exposición solar es la principal fuente por la que el cuerpo sintetiza esta vitamina, incluir cosméticos que la integren en su formulación puede compensar esta falta de exposición al sol. Principalmente esta vitamina liposoluble promoverá la formación de nuevas células en la piel y contribuirá a la retención de humedad, velando por la integridad de la barrera cutánea. Además, tiene propiedades antiinflamatorias que pueden ayudar a reducir inflamaciones causadas por el frío.
•Vitamina A: las formas activas de vitamina A como el conocido retinol y el ácido retinoico tienen una importante capacidad para estimular la renovación celular. Gracias a complementar este proceso de renovación, consigue un aspecto de la piel mucho más fresco y saludable. Además, esta vitamina también es especialmente conocida por su capacidad para tratar los signos de la edad, mejorando la textura y firmeza, cualidad muy beneficiosa en invierno cuando la piel tiende a resecarse.
•Vitamina C: esta vitamina es esencial es invierno por su capacidad antioxidante que ayuda a proteger la piel frente a los radicales libres y a las condiciones medioambientales adversas. Además de ello, la vitamina C cumple otra importante misión y es que estimula la producción de colágeno, proteína esencial con propiedades hidratantes que mantiene la firmeza de la piel y su elasticidad.
•Vitamina K: las bajas temperaturas pueden afectar a la circulación sanguínea en la piel, en estos casos, los cosméticos ricos en Vitamina K pueden mejorar esa microcirculación y fortalecer los capilares. Todo ello tiene como resultado una reducción de las afecciones causadas por una mala circulación o fragilidad de los vasos sanguíneos como la conocida rosácea, que afecta sobre todo a las pieles sensibles y que suele empeorar en invierno.
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