Los combustibles sintéticos actuales duplican e incluso triplican a los fósiles

El diésel, el queroseno o el gasoil podrían reemplazarse por biocombustibles, ayudando a mejorar sectores difíciles de electrificar. Sin embargo, expertos de la Universidad Europea advierten de su principal problema.
Los biocombustibles pueden reducir hasta en un 90 % las emisiones de CO2.
Los biocombustibles pueden reducir hasta en un 90 % las emisiones de CO2.
CEPSA
Los biocombustibles pueden reducir hasta en un 90 % las emisiones de CO2.

Sean de primera o segunda generación, los biocombustibles tienen una naturaleza química similar a los combustibles tradicionales y pueden emplearse en los motores actuales de cualquier medio de transporte sin necesidad de adaptarlos ni cambiar las infraestructuras ya existentes. Es decir, son como los combustibles de toda la vida, pero fabricados absorbiendo CO2 que neutraliza el que emiten al quemarse, por ejemplo. Sin embargo, para que lleguen a sustituir a los refinados del petróleo, hace falta incrementar la capacidad de producción y abaratar los costes de producción de forma notable.

Los objetivos de reducción de emisiones por parte de empresas y gobiernos pasan por la descarbonización de todos los sectores sin excepción, pero el foco está puesto especialmente en la movilidad ya que las emisiones provocadas por el transporte representan alrededor del 25 % del total de gases de efecto invernadero de la Unión Europea.

Biocombustibles de primera o segunda generación

Los biocombustibles de primera generación provienen de cultivos agrícolas como la caña de azúcar, la remolacha o la melaza, cereales como el trigo, la cebada o el maíz, o aceites como la colza y la soja. Los de segunda generación se fabrican a partir de residuos orgánicos, como aceites usados de cocina, desechos agrícolas o ganaderos, y biomasa forestal, entre otros. 

''Los beneficios de estos últimos son innumerables, ya que no sacrifican tierras de cultivo y crean una economía ventajosa en términos de emisiones de CO2, siempre que la descomposición de la materia orgánica abandonada produce gases de efecto invernadero sin aprovechamiento alguno'', opina Roberto Gómez-Calvet, profesor de Economía de la Universidad Europea de Valencia y experto en energía.

Los biocombustibles provienen de la materia orgánica y su uso es habitual en transportes por carretera.
Los biocombustibles de segunda generación provienen de la materia orgánica.
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La Comisión Europea ha planteado un paquete de medidas denominado 'Fit for 55' para reducir las emisiones contaminantes en las próximas décadas y alcanzar la neutralidad climática en 2050. En este contexto, ''resulta prioritario seguir investigando para reducir los costes de producción, que todavía duplican y hasta triplican los de los combustibles tradicionales, lo que convierte los biocombustibles prácticamente en una quimera. En cuanto a los lobbies del petróleo, no cabe esperar gestos altruistas porque el beneficio económico es la razón de ser de su existencia'', concluye Gómez-Calvet.

Ya hay marcas que están apostando por los biocombustibles de cara al futuro. Porsche, por ejemplo, tiene una planta dedicada a ello en Punta Arenas, Chile.

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