En el mundo automovilístico, muchas son las marcas que lucen con orgullo el nombre de sus fundadores, como pueda ser Peugeot, Rolls-Royce, Ferrari o Lamborghini, entre muchas otras. Sin embargo, Fiat es una de las primeras y escasas firmas automovilísticas que han apostado, desde el principio, por distinguirse de la competencia por medio de unas siglas. Seat también hizo lo propio. Fiat fue originariamente, F.I.A.T, la Fabbrica Italiana Automobili Torino (Fábrica Italiana de Automóviles de Turín).
Todo comenzó en el año 1899 cuando Aristide Faccioli y Giovanni Batista Ceirano decidieron unir fuerzas para iniciar la producción de automóviles con empresarios y aristócratas de Piamonte y Saboya, entre ellos Giovanni Agnelli. El nombre y su acrónimo no podían haber sido mejor elegidos, pues por un lado dejaban claro el objetivo y los orígenes de la empresa, mientras que por otro constituían una palabra corta y fácil de recordar.
Así, los creadores del 3 ½ HP fueron conscientes desde el principio de la fuerza de sus cuatro letras, y continuaron con ellas hasta la actualidad. En sus primeros modelos, una placa dorada en forma de pergamino identificaba al vehículo como obra de la Fabbrica Italiana Automobili Torino y, debajo, aparecía la palabra Fiat y un número de serie.
Con el auge del estilo modernista, las letras Fiat tomaron todo el protagonismo con una particular tipografía rectilínea muy parecida a la actual, con la ‘A’ mostrando un ángulo distintivo en su lado derecho. Las siglas estaban rodeadas con un óvalo de color azul decorado con elementos dorados con forma de rayos de sol y ramas de olivo.
Este tipo de letra, en sus líneas principales, se mantendría como seña de identidad de la marca hasta finales de los años 60. Rodeado con coronas de laurel, por la forma de un radiador estilizado y con fondo azul o con el rojo que identificaba a los automóviles italianos en competiciones deportivas.
Rompe con todo antes de volver a lo clásico
Ya en 1968, las letras pasan a adoptar una forma más regular y a estar enmarcadas en cuatro romboides con 18 grados de inclinación, obra del diseñador Armin Vogt. Sin embargo, en 1999, y coincidiendo con el centenario de la marca, Maurizio di Robilant recupera las letras originales con la ‘A’ convirtiéndose en una seña de identidad de la marca, con un fondo azul y la corona de laurel. Cinco años después, se pasa al rojo y al radiador, rodeado por un círculo, de 1931.
Finalmente, en 2020, triunfa el minimalismo y las letras modernistas que ya habíamos visto en 1904 reinan en solitario en los documentos, páginas web y calandra de los vehículos de la marca. Y es que las formas redondeadas, el aire desenfadado y la filosofía del Fiat 500 están muy presentes en la gama Fiat y en sus diseños.
Con las últimas tecnologías, versión 100% eléctrica y tracción delantera, el Fiat 500 de nuestros días está lejos de aquel urbanita básico que era su antecesor, pero recoge bien su vocación polivalente con múltiples siluetas y carrocerías, así como su espíritu alegre y simpático. Si el modelo de 1957 incluía en su catálogo versiones Normal, Económica, Sport, Descapotable o Giardinera, el actual incorpora los modelos Hatchback, Cabrio y X, este último con características SUV.
Como curiosidad, otro de los elementos de identidad de Fiat es la paleta de colores de sus distintos modelos. Como homenaje a la belleza y la alegría de los paisajes naturales de las ciudades italianas, no se incluye el gris.
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