"Probablemente, al final de este invierno, prácticamente todos en Alemania, como se ha dicho ya de manera cínica, estarán vacunados, sanados o muertos". Estas declaraciones del ministro germano de Sanidad, Jens Spahn, han levantado ampollas en su país. Allí, la incidencia del virus alcanza ya los 400 casos por cada 100.000 habitantes y, al igual que están haciendo vecinos del Norte y Este de Europa, el país ha empezado a endurecer las restricciones... En el Estado de Baviera, por ejemplo, se ha decretado el cierre a lo largo de las tres próximas semanas de todos los clubes, discotecas y bares. Este año no habrá mercados navideños y el aforo en los eventos culturales y deportivos se reduce al 25%.
Las decisiones más contundentes se han anunciado en Austria, puesto que cerrará sus fronteras desde el lunes y confinará a su población a lo largo de veinte días, y se ha convertido, además, en el primer país europeo que exigirá por ley a sus ciudadanos estar vacunados desde el próximo mes de febrero. Países Bajos ha decretado un cierre parcial de veintiún días tras registrar un pico récord de casos el pasado fin de semana. Se adelanta el cierre de bares y restaurantes a las 8 de la tarde y se limita el aforo en eventos deportivos.
En Bélgica se exige estar vacunado para poder acceder a los restaurantes y se han endurecido las reglas sobre el uso de las mascarillas. Y en Italia (que exige contar con certificado Covid para trabajar, acceder al transporte público y a determinadas actividades de ocio) hay una veintena de municipios del Norte para los que esta misma semana se recupera el toque de queda nocturno y un aforo más limitado en hostelería-. Las restricciones para controlar la expansión del virus han abierto de nuevo el debate sobre si su necesaria aplicación puede restar potencia a la recuperación del Viejo Continente. Sobre ello se pronuncian Patricia García es socia fundadora de la firma de análisis de mercado MacroYield y Roberto Ruiz-Scholtes, director de estrategia de UBS en España.
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