El debate sobre la jornada laboral de cuatro días (que implica, en principio, una previsible reducción de la actual de 40 a 32 horas semanales) se ha avivado en España donde, de hecho, ya existen dos programas piloto a nivel estatal y autonómico para probar su eficacia. Los defensores de este esquema aseguran que en el caso español la medida podría generar más de 560.000 empleos e incrementar el PIB un 1,4%, gracias a un aumento del consumo. Aseguran, además, que ganaríamos en productividad.
Sus detractores temen que un esquema de este tipo acabe perjudicando a los trabajadores más vulnerables y recuerdan que hay cinco millones de personas en España cuyo salario anual ni tan siquiera alcanza el salario mínimo interprofesional (SMI) porque han venido encadenando contratos temporales y a tiempo parcial que les impiden trabajar todo lo que querrían.
¿Es factible su aplicación en todos los sectores productivos o solo en algunos? ¿Trabajar menos días debe conllevar también una disminución proporcional del salario? ¿Debe incentivar el Gobierno la reducción de la jornada semanal a través de ayudas a las empresas que las pongan en marcha? En 'La Información' analizan los pros y los contras de esta iniciativa Joan Sanchis, profesor asociado de Economía Aplicada en la Universitat de València, asesor de la Generalitat Valenciana y uno de los expertos que están detrás del impulso a la semana laboral de cuatro días; y Florentino Felgueroso, investigador asociado de Fedea.
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