La razón por la que no deberías comerte las naranjas que crecen en la calle

Naranjos del Real Alcázar de Sevilla.
Naranjos del Real Alcázar de Sevilla.
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA
Naranjos del Real Alcázar de Sevilla.

En Sevilla, la ciudad con más naranjos del mundo, estos árboles llenan las calles: se pueden encontrar cerca de 40.000 naranjos a lo largo de la ciudad hispalense. En otras ciudades españolas, como Valencia o Málaga, también es común pasear con ese inconfundible olor a azahar que surge de estos árboles durante la primavera. 

Aunque estas naranjas puedan parecer apetitosas, no las deberíamos comer por una sencilla razón organoléptica: son amargas. Quien alguna vez se haya atrevido a probar estas frutas, sabrá que el sabor se encuentra a años luz del de las de una frutería.  Estas naranjas son puramente ornamentales, una decoración que no es comestible, pero sí tiene su propia finalidad. 

Conocidas a veces como naranjas 'bordes', las naranjas amargas que crecen en los árboles callejeros son el fruto del Citrus aurantium o naranjo amargo, hermano del Citrus × sinensis (naranjo chino o naranjo dulce) del que sí nos comemos sus frutos. 

Pero que no se puedan degustar no significa que estas naranjas no se aprovechen: es habitual que este tipo de naranjas se utilicen en vertederos autorizados y de gestión controlada para la fabricación de compost y cosméticos, y también en explotaciones ganaderas para la alimentación de ganado caprino.

Más allá de su amargo sabor

A nivel industrial, las naranjas amargas sí se pueden consumir, principalmente convertidas en mermeladas y confituras, y también para utilizar sus hojas para tés y sus aceites esenciales para perfumería y cosmética. No obstante, las frutas que crecen en las calles de ciudades como Valencia no se pueden utilizar tampoco para este fin. 

La piel de las naranjas absorbe los gases de los vehículos
La piel de las naranjas absorbe los gases de los vehículos
Getty Images/iStockphoto

Las naranjas urbanas, plantadas por los ayuntamientos y convertidas en una decoración más en las calles de nuestras ciudades, se consideran un "subproducto alimenticio", según explica desde hace años la Asociación para la Defensa de la Naranja Amarga (ADNA), constituida para defender este cultivo. 

Esta organización alerta del "alto riesgo" que supone la utilización de la naranja de las calles para el consumo humano. ¿Por qué? La razón estriba en que "su piel absorbe todos los gases y productos tóxicos derivados de la polución urbana, como el plomo y los metales pesados de las emisiones de los vehículos". 

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