Han pasado más de tres años desde que, en abril de 2020, se estrenara la primera temporada de Yo nunca en Netflix. La serie creada por Mindy Kaling comenzaba así un recorrido en el que hemos visto a su protagonista Devi Vishwakumar (Maitreyi Ramakrishnan) vivir todo tipo de experiencias en el instituto mientras reíamos y llorábamos con ella.
Ahora, Yo nunca llega a su cuarta y última temporada, que posiblemente sea la mejor y más madura de todas ellas. Devi ha crecido, ha pasado por mucho y ha aprendido de todo ello y está lista para abandonar el nido familiar. Antes de eso, la ficción nos regala diez últimos episodios llenos de, como siempre, momentos divertidos y entrañables, personajes secundarios inolvidables y más de una lagrimilla.
¿Te ha gustado el cierre de Yo nunca? ¿Te esperabas otra cosa? ¿Vas a echar de menos las locas aventuras de Devi y sus amigos? Te contamos nuestro análisis de la última entrega de la serie, a partir de aquí con SPOILERS.
Los puntos fuertes se mantienen
Si Yo nunca ha sabido conservar la elevada calidad de su contenido durante cuatro temporadas es porque ha sabido explotar sus puntos fuertes, reinventándose en todos ellos. La narración por parte del tenista John McEnroe sigue siendo fresca, única y muy divertida, siendo una de las señas de identidad de la serie, que no podría concebirse sin él.
La modelo Gigi Hadid vuelve a tomarle el relevo en el capítulo centrado en Paxton (Darren Barnet), ofreciendo su propia comicidad y un contrapunto muy interesante a McEnroe. Asimismo, los personajes secundarios continúan siendo tratados con mimo y cuidado y viviendo su propio arco de transformación.
Las amigas de Devi, Fabiola (Lee Rodriguez) y Eleanor (Ramona Young), su familia de tres generaciones indias: Nirmala (Ranjita Chakravarty), Kamala (Richa Moorjani) y Nalini (Poorna Jagannathan), el intenso y maravilloso Trent (Benjamin Norris) o la terapeuta Ryan (Niecy Nash) siguen regalándonos grandes momentos en esta temporada y la serie se toma su tiempo para darles a cada uno de ellos el cierre que merecen.
La representación de la cultura india, otro toque único de la ficción, sigue estando presente en esta última temporada. Devi continúa rezando a los dioses en su manera particular, de nuevo se introducen personajes indios en la trama y mami Nirmala sigue siendo la encarnación (y transgresión) de los valores más antiguos de la cultura, pero en este cierre podemos incluso asistir a una boda tradicional india con su ceremonia, sus saris y su danza tradicional incluidas
Ben, Paxton y los demás
Yo nunca nos ha tenido en vilo constantemente con las relaciones amorosas de Devi, que para ella son altamente importantes. La tercera temporada nos presentaba al inteligente joven indio Des (Anirudh Pisharody) como nuevo interés amoroso y en esta última Ethan (Michael Cimino) ha sido el responsable del “despertar sexual” de la protagonista, pero es verdad que el corazón de nuestra chica siempre ha estado dividido entre Paxton Hall-Yoshida y Ben Gross (Jaren Lewison).
El final de la tercera temporada nos mostraba a Devi acostándose con Ben, perdiendo así su virginidad con uno de sus dos grandes amores de instituto. Sin embargo, la falta de comunicación entre ellos hace que ese momento quede en un mal recuerdo y ambos intenten rehacer sus vidas una vez más.
Devi tiene un idilio con Ethan y cierra definitivamente su historia con Paxton, quien ahora es un gran amigo para ella (aunque a mucha audiencia le hubiera gustado que acabara con este primer crush), mientras que Ben sale con Margo (Victoria Moroles), algo que la protagonista no se toma demasiado bien.
Finalmente, la última temporada de Yo nunca nos enseña cómo Devi no sale soltera del instituto, como muchos habríamos podido pensar después de todo lo que ha aprendido por el camino, sino que comienza una relación con Ben, su némesis, su mejor amigo, alguien que la quiere bien y con quien, después de todo lo vivido juntos, merece darse una oportunidad. Las últimas imágenes del capítulo 10 desde luego enamoran.
El sueño de Princeton
El tiempo pasa sin remedio y, de la misma manera en la que en su momento asistimos al primer día de Devi, Eleanor y Fabiola en el instituto Sherman Oaks de California, también asistimos al último. Las tres amigas han conseguido la mayoría de los objetivos que se plantearon para sus años de secundaria (principalmente el de perder su virginidad), pero la salida al “mundo real adulto” se antoja como un abismo difícil de superar.
La cuarta temporada de Yo nunca, con la mano indiscutible de Mindy Kaling detrás, sabe transitar y crecer, como sus protagonistas, para ofrecernos un final maduro y emotivo donde los conflictos evolucionan y pasan a ser más importantes.
Devi siempre quiso ir a Princeton, sus ganas y competitividad le ciegan y, cuando comienza a ver que quizás su futuro no sale como ella tenía perfectamente planeado desde niña, entendemos por qué: el sueño de Princeton es un sueño que construyó junto a su padre, quien recordemos falleció unos años atrás delante de ella y por quien la protagonista sigue pasando un duelo.
El cierre de Yo nunca nos muestra a una Devi que acepta mucho mejor sus fracasos, que sabe gestionar mejor sus celos, su envidia o su frustración, también cuando una de sus mejores amigas entra en su universidad deseada. Sin perder su toque de locura y espontaneidad, eso sí, pero creciendo, algo que su terapeuta Ryan (Niecy Nash) insiste en recalcar, pues todos lo hemos visto.
Un gran broche de oro
Es verdad que la última temporada de Yo nunca empieza con un ritmo un poco lento y le cuesta arrancar, pero cuando lo hace es para no parar hasta acabar por todo lo alto. Sus tramas son algo repetitivas desde que comenzara la serie, pero los guionistas también han sabido reinventarse para seguir dotando de novedad esta serie tan viva.
En este caso la ficción nos introduce en el mundo de la universidad, nos lleva a Princeton, New Jersey, nos muestra a los protagonistas lejos de su zona de confort, perdidos ante la toma de decisiones, pero finalmente sabiendo lo que quieren. Fabiola va a Howard, Eleanor deja sus estudios para convertirse en directora de cine y Paxton, quien descubre su vocación por enseñar, vuelve a la universidad tras haberla abandonado en un principio. Ben va a Columbia y estará muy cerca de Devi.
Para finalizar nuestra protagonista, tras conseguir después de todo entrar en la universidad de sus sueños al abrir su corazón y aceptar sus miedos, debe enfrentarse a la despedida con Nalini, un momento realmente emotivo ya que la relación entre Devi y su madre es sin duda la mejor parte de Yo nunca y el amor más puro y verdadero que hemos visto en estas cuatro temporadas.
Ambas han sufrido mucho, se han alejado la una de la otra y han sabido cómo acercarse y reconfortarse en su duelo. Ahora Devi se alegra de que Nalini rehaga su vida, pero tiene miedo de irse de casa y Nalini también de que se vaya ella, representando a tantas madres e hijas en todo el mundo cuando llega este momento. El polluelo debe abandonar el nido. Su última escena juntas es conmovedora.
Si bien todo lo que ocurre en Yo nunca puede resultar bastante previsible y la trama no tiene grandes giros reservados en su última temporada, la serie resulta tan entretenida, tierna y divertida, que se le perdona con creces. Devi, su familia y sus amigos han tenido el cierre que se merecen, un broche de oro perfecto a tres años y cuatro temporadas que vamos a tardar en olvidar y que la convierten en una de las series más emblemáticas de la plataforma. Disfruten de ella.
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