'The Regime', final explicado: Kate Winslet enseña cómo destruir un país y no morir en el intento

Tras su estreno, parecía que había llegado a HBO Max una de las series más extrañas de su catálogo. Ahora podemos confirmar que así ha sido.
Fotograma de 'The Regime'
Fotograma de 'The Regime'
Cinemanía
Fotograma de 'The Regime'

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE THE REGIME]

Menuda montaña rusa. De trama y de emociones. La nueva serie de Kate Winslet para HBO Max tras grandes aportaciones a las ficciones seriadas como Mildred Pierce o Mare of Easttown será otro de sus muchos logros. Al menos, en lo que respecta a su trabajo como canciller con algún que otro trastorno mental en un país ficticio de Centroeuropa. 

Si con el tiempo la serie será alabada o detestada, eso no está tan claro. Las primeras críticas tras su estreno el pasado 3 de marzo ya daban fe de ello con dos posiciones encontradas: la de aquellos que se dejaron maravillar por una exagerada sátira política en la que cada uno está peor que el anterior y la de los que no entraron en este juego inventado por el guionista Will Tracy y producido por los que nos dieron Succession.

Tan solo con aquel primer episodio en el que se nos presentaba a una dictadora obsesionada con el moho de su palacio, con sirvientes intentando no hacerla enfadar, con un país socialmente dividido y con un nuevo acompañante, un cabo interpretado por Matthias Schoenaerts y contratado para servirla, quedó claro lo que nos esperaba e, igualmente, cada episodio no ha dejado de sorprendernos hasta un final que no podría haber ido de otra manera.

El golpe de Estado

El último episodio comienza con los dos protagonistas saliendo de una trampilla en un descampado destruido por las llamas. Recordemos que, tras llevar la inestabilidad del país a su límite mientras Elena (Winslet) continúa en la inopia (esta vez preocupada, no por el moho, sino por la menopausia que la hace sudar mientras el resto del palacio vive congelado), en el penúltimo episodio, la situación acaba estallando irremediablemente.

Mientras que en palacio se consigue que la canciller tome la decisión de abandonar el cargo y dejárselo a su fiel compañero y amante Herbert (Schoenaerts), su discurso de renuncia es interrumpido por los rebeldes, quienes consiguen tomar el palacio y matar a más de uno de los protagonistas por el camino (la muerte más triste, sin duda, la de Agnes, interpretada por Andrea Risebourough, justo cuando esta se iba a llevar a su hijo a Francia para huir de Elena).

Otro fotograma de 'The Regime'
Fotograma de 'The Regime'
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La pareja consigue huir gracias al entrenamiento de Herbert como soldado y, tras ser abandonados por su propio gobierno, quienes igualmente ya habían empezado a darle vueltas a la idea de traicionarla, aquí les tenemos, en mitad de su propio país, huyendo de su propia casa y buscando la manera de sobrevivir mientras se declara un toque de queda y una recompensa por entregar a la canciller con vida.

Entre la política y el amor

Convencida de que todavía tiene seguidores y de que el país no la odia, la canciller opta por fiarse de un ciudadano que promete llevarles a ella y a su amante en su coche a su casa y resguardarlos mientras encuentran la manera de huir a Suiza, donde está el marido (Guillaume Gallienne) de ella de retiro navideño. Sin embargo, el conductor les traiciona, los encierra en una habitación y envía a los rebeldes a por ellos.

Pero quien aparece para saldar cuentas no es otro que Laskin (Danny Webb), el jefe del servicio de seguridad. Separados en dos habitaciones diferentes, hace creer a cada uno que el otro le ha traicionado en un intento porque Elena acepte dar un comunicado en el que reconozca sus crímenes. Sin embargo, la canciller tiene un momento de lucidez, demostrando que no está tan loca como parece, y lee entre líneas que Laskin todavía no tiene todo el apoyo del país.

Kate Winslet en 'The Regime'
Kate Winslet en 'The Regime'
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Una vez la tortura haciéndole oler el moho que tanto detesta, la dictadora acepta las condiciones pero, cuando va a ser trasladada, todos ellos son atacados por unos soldados que matan a sus acompañantes y la conducen a ella y a Herbert a un hotel al lado del aeropuerto. Allí les espera Bartos (Stanley Townsend), uno de los grandes nombres defensores de la asociación que Elena tanto detestaba entre su país y Estados Unidos, quien les ofrece ropa y cobijo.

Su oferta a la canciller es clara: ser la cara del cambio, dejar de lado las negociaciones que estaba llevando a cabo con China, aceptar establecer una relación con América y, sobre todo, deshacerse de su querido cabo que la puso en esta situación desesperada en primer lugar con sus ideas políticas a favor de la clase obrera. Es decir, traicionar a su confidente y amante y recuperar las riendas de su país.

Después de negociar con Bartos, Elena habla con Herbert y ambos afirman al otro que no habían traicionado su unión. La canciller le habla de sus planes para deshacerse de Bartos, conseguir el poder junto a su querido cabo y comenzar la reconstrucción. Sin embargo, es todo mentira. Cuando él está durmiendo junto a ella, es cruelmente asesinado.

Kate Winslet en 'The Regime'
Kate Winslet en 'The Regime'
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El resurgimiento de la canciller

Las últimas imágenes transcurren nueve años después. Elena y su marido se preparan para que ella de un discurso en el conocido como Día de la victoria, que conmemora el resurgimiento de su régimen tras el conocido como Annus horribilis. En un momento de intimidad, él le pregunta a qué se debió lo sucedido, a lo que ella responde: "quizá flaqueé un poco".

En su discurso a la nación, la canciller reflexiona sobre el camino que los ha llevado hasta ahí, hablando de "fuerzas oscuras" que derivaron en aquella flaqueza, con el anterior canciller (un Hugh Grant del que lamentamos verle morir rápidamente a manos de Elena), la izquierda radical, el corrupto servicio de seguridad y la amenza China (aquella alianza que ella tanto defendía).

Kate Winslet en 'The Regime'
Kate Winslet en 'The Regime'
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También le dedica unas palabras a su propio gabinete y su amante, "gente a quien yo valoraba, individuos que afirmaban pensar solamente en los intereses de la clase obrera pero en quienes al final no se podía confiar. Solo puedo estar agradecida de haber visto su naturaleza antes de que fuera tarde y haber podido evitar una catástrofe sin remedio".

La última escena nos muestra a la canciller yendo a visitar la tumba de Herbert, a quien tiene expuesto como tuvo una vez a su padre antes de que destruyeran su ataúd en el golpe de Estado. Una nueva Europa está ante ellos. Que no se diga que hemos aprendido de errores pasados.

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