Qué ha pasado para que ahora las comedias quieran que seamos buenas personas

Una genealogía de la sitcom estadounidense y su historial de acción y reacción frente a la corrección política.
Jason Sudeikis en 'Ted Lasso'
Jason Sudeikis en 'Ted Lasso'
Apple TV+
Jason Sudeikis en 'Ted Lasso'

Cuando el cuarteto creativo formado por Jason Sudeikis, Bill Lawrence, Brendan Hurt y Joe Kelly empezó a desarrollar oficialmente Ted Lasso para Apple TV+ a mediados de 2019, solo era un proyecto más realizado a partir de una serie de anuncios para NBC Sports en 2013. Es poco probable que fueran conscientes del todo de que tenían entre manos la serie de comedia estadounidense más importante e influyente en todo el mundo desde Modern Family.

Y, sin embargo, a mediados de la que parece ser su tercera y última temporada, no sería exagerado afirmar que Ted Lasso representa el epítome de una nueva corriente de sitcom —si es que el término puede seguir siendo utilizado hoy en día—. También de una nueva modalidad de entender el humor, centrada más en lo reconfortante del calor humano que en la carcajada.

Luego vino el estreno en enero de 2023 de Terapia sin filtro, también de Apple TV+ y también con Lawrence acreditado como cocreador junto con el protagonista Jason Segel y el guionista Brett Goldstein (el estoico Roy Kent de Ted Lasso). Y, con la confirmación de una segunda temporada, parece ratificarse que este va a ser un camino a seguir durante, al menos, un par más de años.

Jason Segel y Harrison Ford en 'Terapia sin filtro'
Jason Segel y Harrison Ford en 'Terapia sin filtro'
Cinemanía

¿Pero cómo hemos llegado exactamente a la bondad sempiterna de casi todos los personajes de Ted Lasso? ¿Tan lejos queda la mezquindad generalizada de los protagonistas de programas cómicos de gran éxito en la década pasada como Cómo conocí a vuestra madre o The Big Bang Theory?

Para comprender este camino, nada mejor que repetir lo que Hollywood lleva haciendo de un buen tiempo a esta parte, y poner rumbo, otra vez… a los ochenta.

Los Cosby y los no Cosby

Aunque hoy pueda parecer un panorama muy lejano tras las múltiples demandas por acoso y abuso sexual que se fueron destapando alrededor de la figura del cómico a partir de 2014, hubo un tiempo en el que Bill Cosby era el mayor referente estadounidense del entretenimiento familiar de buenas intenciones y gran corazón.

Su mayor triunfo fue, sin duda, La hora de Bill Cosby; aquella sitcom generacional que se emitió originalmente en NBC de 1984 a 1992 con enorme éxito, y en la que siempre había oportunidad de aprender una lección de vida al final de cada capítulo.

De izquierda a derecha, Sabrina LeBeauf, Lisa Bonet, Tempestt Bledsoe, Bill Cosby, Keshia Knight, Phylicia Rashad y Malcolm-Jamal Warner.
'La hora de Bill Cosby'.
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Los Huxtable, la ficticia familia protagonista, se querían por encima de todas las cosas. Cualquier pequeña riña se solventaba con el diálogo y la comprensión mutua. Eso, claro, los alejaba del origen de discusiones y enredos que la sitcom había tenido en la televisión norteamericana allá por los años cincuenta con clásicos como Los recién casados —precedentes directos de Los Picapiedra— o Te quiero, Lucy.

La sitcom de los ochenta, por el contrario, se veía cómoda en la reivindicación emocional del núcleo familiar suburbano. Aunque el humor seguía presente, lo estaba siempre desde una sensibilidad bien blandita y bonachona que en el fondo no quería incomodar a nadie con relaciones muy disfuncionales.

Con otros éxitos de la época como Los problemas crecen o Padres forzosos, quedaba claro que este era el camino a seguir. Si bien tenemos a Cheers como excepción de gran reconocimiento, sin duda el estar alejada temáticamente de la intocable e incontestable figura de la familia nuclear se le permitía salirse por la tangente.

Entonces, en 1987, llega al ruedo un nuevo canal. Se llamaba Fox, y buscaba competir con las grandes cadenas más longevas encontrando un nuevo e inesperado nicho de mercado. Esto sin duda explica que su primera serie propia estrenada fuese Matrimonio con hijos, una creación de Michael G. Moye y Ron Leavitt que, no en vano, empezó a desarrollarse con el nombre temporal de Not The Cosbys.

Buque insignia de FOX gracias a su humor irreverente. Una familia desestructurada enzarzada en una serie de peleas tan mezquinas como reales, que causaron estupor entre los biempensantes. Personaje preferido: Al Bundy (Ed O’Neill), el patriarca, resucitado con otro nombre (y otra mujer) en Modern Family.
'Matrimonio con hijos'
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Si la familia Huxtable era comprensiva y amorosa, los Bundy eran desagradables, maleducados y egoístas. Y, sobre todo, mostraban sin sonrojarse el desprecio absoluto que se profesaban los unos a los otros.

Y lo cierto es que, aunque el programa fuese objeto de varias polémicas iniciales —es conocido el caso de Terry Rakolta, ama de casa conservadora que inició un boicot público contra la serie y la cadena, que sería posteriormente satirizado en Los Simpson y South Park con los personajes de Marge y la madre de Kyle respectivamente—, la cuestión es que Fox consiguió lo que buscaba: ponerse en el candelero ofreciendo un producto diferente.

Guerras culturales

En 1989 subirían la apuesta precisamente con Los Simpson de Matt Groening, otra familia disfuncional donde el hijo mayor respondía sin tregua a la escasa autoridad del patriarca; mientras en NBC por su parte contraatacaban con Seinfeld de Larry David y Jerry Seinfeld, la "serie sobre nada" protagonizada por gente horrible. Los noventa empezaban dando paso a una firme respuesta sarcástica a la bondad incuestionada de la década anterior.

Springfield acoge las desventuras de la familia amarilla más reconocible de la TV desde hace más de 30 años. De la central nuclear al bar de Moe, pasando por el badulaque, el universo de Matt Groening continúa repleto de críticas incisivas hacia la actualidad. Capítulo inolvidable: Cualquier episodio de Halloween o Navidad.
'Los Simpson'
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Mientras tanto, las guerras culturales en Estados Unidos entre la derecha y la izquierda empezaron a tener cada vez más relevancia en el eterno debate político. Alejados ya del riesgo de la Guerra Fría y del pérfido imaginario compartido del comunismo ruso, la lucha interna por nuevos derechos y seguridades se convertía en el flamante enemigo principal para la imagen del país: la homosexualidad, el aborto, la separación entre la religión y la política, la prohibición o no de las armas de fuego…

A mediados de la década de los noventa, y sobre todo en los círculos universitarios más concienciados, empieza a ganar peso un término de moda que todavía está dando que hablar hoy en día como si acabase de nacer: la "corrección política", referida al esfuerzo activo por parte de la progresía coetánea de buscar una nación, una cultura y un lenguaje más inclusivos y modernos que no se dejasen a nadie atrás.

Con el bombazo de Marta Kauffman y David Crane entre 1994 y 2004 de Friends tenemos el claro ejemplo triunfador de una serie prácticamente apolítica que se centraba en las aventuras y desventuras de un grupo de jóvenes cosmopolitas en Nueva York. Por el contrario, la animación para adultos conseguía por fin mantenerle el pulso a Los Simpson en 1997 con una apuesta doble que ponía el foco en zonas de mayoría republicana del centro del continente: Texas en el caso de El rey de la colina y Colorado en el de South Park.

'South Park'
'South Park'
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Si en la primera Mike Judge y Greg Daniels nos introducían al tradicionalista y protagonista Hank Hill como único bastión honorable y cariñoso del sentido común americano frente a las nuevas y alocadas sensibilidades de la urbe, los rurales niños de Trey Parker y Matt Stone mostraban una reacción deslenguada, caótica y bastante liberal a las aparentemente triviales preocupaciones de la "corrección política".

En 1999, la tríada se completaba con Padre de familia, de Seth MacFarlane, que en sus créditos iniciales decía eso de que "parece que hoy en día todo lo que se ve es violencia en las películas y sexo en la televisión, ¿dónde están esos valores de toda la vida en los que podíamos confiar?". A la vez, en la carátula de su primera temporada en formato físico ya anunciaba que era "no apta para menores ni para gente políticamente correcta", definiendo por el camino todas las contradicciones intrínsecas a la respuesta reaccionaria al progreso.

Estaban todos los ingredientes para llegar a la comedia mainstream de la primera década del siglo XXI, centrada en la rapidez, la burla, la ofensa y la provocación continua. Y quedaba solo una cosa para agitar del todo la coctelera cultural: un acontecimiento traumático y generacional que pusiese en valor la necesidad de encontrar un nuevo enemigo común fuera de sus fronteras; un acontecimiento como el 11S, por ejemplo.

Incorregiblemente malo

Tras el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos como nación da un fuerte y notable volantazo generalizado hacia el conservadurismo y la xenofobia, en ambos casos provocados principalmente por el miedo y el odio a lo que estaba por venir.

Esto, como no podía ser de otro modo, se muestra necesariamente en la comedia de la época, que en muchas ocasiones abandona cualquier atisbo de "corrección política" para enfrentarse a unos tiempos extraños e inciertos donde la burla al diferente deja de verse como algo criticable, pasando a ser considerado un movimiento incluso valiente que enseña un espejo deformado a la realidad.

Mientras Padre de familia vuelve con más fuerza que nunca en 2005 tras su cancelación, aparecen interesantes programas como Cómo conocí a vuestra madre (2005-2013) de Carter Bays y Craig Thomas o Dos hombres y medio (2003-2015) de Chuck Lorre y Lee Aronsohn que se nutren más que nunca del extrañamiento, el estereotipo y la incomprensión rutinarias para manejar las nuevas viejas cartas del humor. Y Lorre se uniría poco después con Bill Prady para traer otra propuesta diferente pero de parámetros similares: The Big Bang Theory (2007-2019), la última gran sitcom tradicional de éxito hasta el momento.

¿Y a qué nos referimos con eso último? Bueno, en el año 2000 aparecen dos series de humor muy opuestas pero con algunos elementos en común: Malcolm y Larry David. Ambas suponían una evolución natural de dos de los programas cómicos más influyentes de la década que acababa de finalizar, Los Simpson y Seinfeld; y a la vez ambas se atrevían a presentarse sin el uso de risas enlatadas.

La comedia televisiva no había funcionado históricamente sin ellas, con la reciente excepción de la animación para adultos demostrando que quizás otro futuro era posible. Pero poco a poco, van apareciendo más y más referentes de esta nueva visión: Scrubs, creada por el mismo Lawrence que en unos años nos va a traer Ted Lasso y Terapia sin filtro, o la Arrested development de Mitchell Hurwitz se presentan como dos grandes muestras de que se podía conseguir el éxito y el reconocimiento con una comedia moderna sin que quedase claro de forma explícita en pantalla cuándo el espectador se tenía que reír y cuándo no.

'Colgados en Filadelfia' rompe el récord de temporadas para una sitcom
'Colgados en Filadelfia' 

En 2005 empieza a emitirse Colgados en Filadelfia, creación de Rob McElhenney protagonizada por terribles personas y repleta de humor negro que ha conseguido sobrevivir en emisión hasta nuestros días a través de un gran seguimiento de culto.

Otro día en la oficina

Pero, si hay que buscar una sola serie que marcase el humor angloparlante televisivo a partir de esta primera década del siglo XXI, habría que irse al otro lado del charco para señalar The Office, de Ricky Gervais y Stephen Merchant. Situada en Berkshire, condado del sudeste británico, y protagonizada por el insoportable David Brent, The Office populariza de manera incuestionable el estilo mockummentary (o de falso documental) para sacarle partido a las situaciones cotidianas en el curro desde un punto de vista siempre sarcástico e irónico.

En apenas 14 episodios y dos especiales navideños, The Office nos muestra los tejemanejes de una anodina oficina llena de terribles personas y liderada por un engreído individuo que está convencido de ser el mejor jefe del mundo y la persona más graciosa del planeta. Sí, lo hace Gervais.

¿Por qué nos gusta? Antes de dejar los Globos de Oro como un solar, Ricky Gervais se ganó el odio (es decir, el amor) de los espectadores rigiendo los destinos de la papelera Wernham Hogg, una de esas empresas en las que darías lo que fuera por no trabajar. Elaborada en forma de falso documental, abundante en momentos de vergüenza ajena y con un reparto de campanillas (Martin Freeman está incluido en él), The Office sentó las bases de la carrera posterior de Gervais (Extras, Life’s Too Short), de otras sitcoms sobre ambientes laborales surgidos del infierno (The IT Crowd) y de un fabuloso remake estadounidense con Steve Carell de protagonista.
'The Office'

Por lo tanto, en The Office el humor no viene muchas veces del éxito de un chiste lanzado por sus protagonistas, sino por todo lo contrario: el estrepitoso fracaso del mismo respondido con un silencio incómodo y sepulcral por parte de sus compañeros. Decir la cosa más inoportuna posible en cada momento, no saber entender cómo salir de casi ninguna situación… el espectador se convierte así en cómplice y a la vez víctima disfrutona de la vergüenza ajena que está presenciando en la pantalla.

The Office se convirtió rápidamente en una comedia de culto para los espectadores más eruditos estadounidenses, casi como en los setenta lo podían haber sido los Monty Python, y no se tardó en pensar en hacer un remake enfocado todavía más a los gustos y apetencias del nuevo continente.

El encargado de adaptarla a este público iba a ser Greg Daniels, antiguo guionista de Los Simpson que ya hemos mencionado como cocreador luego de El rey de la colina. Tras una primera temporada breve y dubitativa en la que se recreaba con demasiada exactitud el tono cínico británico, la segunda entrega del programa de Daniels tiraba por otros derroteros. Se creaba así una representación más entrañable y cariñosa del reconocible espacio de trabajo, si bien manteniendo las dosis de vergüenza ajena propias de la franquicia.

'The Office' (USA)
'The Office' (USA)
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Mientras el David Brent de Gervais era mala gente de forma muy activa, el Michael Scott de Steve Carell tiene en el fondo buen corazón, aunque sus acciones siempre estén enfocadas de la peor manera posible. Con esta nueva idea en mente, el programa fue un éxito tal que ha acabado tapando en el imaginario colectivo a la obra original.

¿Qué quiere decir esto? ¿Que el público americano volvía a necesitar personajes cómicos con los que pudiese simpatizar en todo momento? ¿Que necesitaba saber que semana tras semana se iba a encontrar con buenas personas?

Portarse bien nos llevará a un buen lugar

El propio Daniels se uniría en 2009 con Michael Schur, guionista de The Office, para crear Parks and Recreation, originalmente pensada como una serie derivada de la anterior; pero que rápidamente cobró vida por separado, aunque manteniendo en cualquier caso el elemento de mockummentary.

El encargo original hecho a los guionistas Greg Daniels y Michael Schur, ambos de la escuela Saturday Night Live y con interesantes curriculums (King of the Hill, The Good Place), era crear un spin-off de The Office. Elegir a alguno de sus personajes y construirle una serie a su medida siguiendo el mismo formato de falso documental. Tardaron poco en desechar la idea, pero se quedaron el formato: la idea de que sus personajes hablaran a cámara, se confesaran ante el espectador. Eligieron un escenario completamente distinto: el gobierno local de un pueblo inventado en Indiana, Pawnee, y una galería de personajes de lo más variopintos que terminaron asentándose a pesar de todo: Nick Offerman, Chris Pratt, Aubrey Plaza...todos ellos comandados por la Leslie Knope de Amy Poehler.
'Parks and Recreation'
Cinemanía

Enfocando la acción esta vez en la política durante la era de Obama en la Casa Blanca, Parks and Recreation destaca sobre todo por un optimismo inusitado y una confianza férrea en las instituciones gubernamentales, como demuestran los generosos cameos en la misma de figuras políticas como Joe Biden, Michelle Obama o John McCain. El posible cinismo que se le podría añadir a una propuesta como esta, queda del todo tapado por su enfoque.

Lo mismo se podría decir de la siguiente comedia creada por Schur junto con Dan Goor, Brooklyn Nine-Nine (2013-2021). Protagonizada por policías y situada en una comisaría de Nueva York, al entusiasmo e ilusión iniciales de su planteamiento les tocó enfrentarse en sus últimos embates en emisión a un más que razonable cuestionamiento global del cuerpo policial tras el asesinato de George Floyd. Brooklyn Nine-Nine no tuvo más remedio que recoger sus bártulos y retirarse sin hacer demasiado ruido, cerrando con una octava temporada final inusualmente corta.

Mejor suerte a la hora de poder cerrar en sus propios términos tuvo The Good Place (2016-2020), también de Schur, una serie que se tomaba la vida después de la muerte en clave de humor para reflexionar sobre los conceptos de la bondad, la maldad, y qué significan exactamente en el mundo actual. A través de todas estas propuestas consecutivas, Schur estaba llevando a la comedia estadounidense de la mano hacia una nueva etapa de tonos pastel y defensa de la afabilidad.

Tan emotiva como una anécdota de tu abuela, tan divertida como escucharla fumado. Eleanor Shellstrop (Kristen Bell) ha muerto y ha terminado en algo similar al cielo. Pero ella sabe que merece algo peor. Algo habrá que hacer mientras arreglan el papeleo. Temporada favorita: Ese glorioso final habrá hecho que todo merezca la pena.
'The Good Place'
Cinemanía

¿Es 'Ted Lasso' una sitcom?

Es en este clima en el que llega Ted Lasso a Apple TV+ en 2020, con el apoyo de su cocreador Lawrence (Scrubs, Clone High, Cougar Town). Estrenada durante la pandemia de la COVID-19, Ted Lasso aterrizó además frente a un público ansioso de historias que volvieran a traer la confianza en el humanismo, aunque fuese a veces a costa de cierta forzada mojigatería.

Ted Lasso está protagonizada, al final, como si de una sitcom familiar de mediados de los ochenta se tratase, por un grupo bastante amplio de personajes absolutamente buenos y poco cuestionables que suelen resolver sus conflictos hablando, muchas veces neutralizándolos antes de que hayan llegado a mayores. Incluso el villano que ocupa el mayor arco temático de todo el programa, Nathan Shelley, está siempre condicionado y perdonado por su principal atributo: ser una criatura profundamente incomprendida.

Nate (Nick Mohammed) contra Ted Lasso (Jason Sudeikis)
Nate (Nick Mohammed) contra Ted Lasso (Jason Sudeikis)
Cinemanía

Durante el estreno de su tercera temporada, donde los capítulos han ido ascendiendo de los treinta minutos de duración a los prácticamente denunciables sesenta, la serie ha empezado ya a tener sus primeras críticas agrias tras dos años de luna de miel. Hay quien afirma que Ted Lasso se ha perdido en sí misma, poblada de subtramas bienintencionadas pero en definitiva poco graciosas en las que cada personaje del elenco vive por separado su propia historia sin apenas cruzarse con cualquiera de los otros, contradiciendo todo principio básico de cualquier comedia de situación. 

La pregunta entonces pasa por plantearse si es que Ted Lasso alguna vez ha pretendido ser una sitcom, o desde el principio ha soñado con algo totalmente diferente. Sea como sea, queda claro que Ted Lasso y Terapia sin filtro no surgen de la nada, sino que son el siguiente lógico punto de anclaje de una historia de acciones y reacciones que nos lleva arrastrando por la comedia televisiva estadounidense desde hace ya décadas.

Es complicado saber cuál será el siguiente movimiento ideológico que marcará de forma definitiva el tono de aquello de lo que nos reímos en los próximos años, aunque algo está claro: estará respondiendo de una forma u otra directamente a lo que nos hace reír en el presente, como ha pasado siempre.

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