'Supergarcía': 'La libreta de Van Gaal' analiza la serie que resucita al periodista más polémico de la radio española

Miguel Gutiérrez, el popular critico de periodistas deportivos, da su visión sobre la serie documental de Movistar Plus+ sobre el auge y caída de José María García, el hombre que cambió el periodismo radiofónico.
José María García en 'Supergarcía'
José María García en 'Supergarcía'
Cinemanía
José María García en 'Supergarcía'

"Buenas noches, saludos cordiales. Un minuto sobre la medianoche, una hora menos en la comunidad canaria. Como habrán advertido, soy José María García. He vuelto". 

El críptico teaser con el que Movistar Plus+ anunció el estreno de su miniserie documental Supergarcía hizo creer a muchos que, a sus 79 años, y tras más de dos décadas retirado, el padre de la radio deportiva española volvía a primera línea. 

La promo, con García sentado frente al micrófono en un estudio solitario, jugaba a la ambigüedad, pero en esa confusión quienes más pusieron de su parte fueron los espectadores: ante todo, querían creérselo.

A García le añoran muchos de sus antiguos oyentes, huérfanos de una radio que ya no se estila, y le recuerda todo español mayor de treinta años, incluidos los que preferían irse a la cama –transistor mediante- con José Ramón de la Morena. Océanos de tiempo después, aquella guerra sigue despertando interés, una suerte de morbo nostálgico o más bien de nostalgia morbosa. 

La huella de García

Hace ahora dos años, con apenas 48 horas de diferencia, se estrenaron dos trabajos sobre García con planteamientos y suerte bien distinta: Saludos cordiales, aplaudidísimo podcast documental de Pablo Juanarena en Radio Marca sobre la guerra radiofónica de los noventa, y Reyes de la noche, fallida serie para la que Movistar Plus+ se inspiró de forma nítida en aquella rivalidad con De la Morena. 

Paco García Caridad, periodista que trabajó con ambos popes, la valoró con una frase más compleja de lo que pueda parecer: “No es ficción. Es mentira”. Tanto la audiencia como los propios implicados esperaban una reconstrucción de los hechos en lugar de una comedia libre –tan libre que ni siquiera se molestó en crearle a De la Morena un verdadero trasunto–. 

Aquel intento desigual no gustó a casi nadie y menos que a nadie a De la Morena y a García. A este le incomodó sobremanera y la serie, que tenía proyectada una segunda temporada, fue cancelada con la misma brusquedad con la que el Grupo Prisa absorbió Antena 3 Radio en 1992.

Menos incomodidad, sin duda, provocará Supergarcía, miniserie documental de tres episodios (uno cada lunes a partir del 29 de mayo) que el propio García definió hace unos días, en la presentación a la prensa, como “una obra maestra”. 

Aunque Movistar Plus+ lleva décadas exhibiendo su maestría en el documental de ámbito deportivo –El día menos pensado, Los otros... y sobre todo Informe Robinson e Informe+–, para este trabajo la plataforma ha recurrido a Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, directores con experiencia retratando leyendas patrias en Raphaelismo o Anatomía de un dandy, sobre otro gigante del periodismo, Francisco Umbral.

Qué cuenta 'Supergarcía'

La historia sorprenderá poco a quienes ya hayan disfrutado del mencionado Saludos cordiales de Juanarena –que ha colaborado en la serie como asesor documental– y aún menos a los lectores de un libro de título muy similar: Buenas noches y saludos cordiales, de Vicente Ferrer Molina (2016, Editorial Córner), una biografía fabulosa que repara también en las sombras de García. 

Algo con lo que el protagonista estuvo más que conforme, como demostró participando de forma activa en la presentación del libro –y como era de esperar, eclipsando al autor allá donde iban–.

Ferrer Molina contó la historia con la profundidad que facilita un libro. Juanarena, con el formato más natural para ella: el sonido. En su traslado a la pantalla, Arnaiz y Ortega integran abundante material audiovisual y fotográfico. Allí donde no llegan el archivo y las numerosas entrevistas –con García como estrella, claro– recurren a dramatizaciones que difuminan jugando con el encuadre, el enfoque y la iluminación. 

Una imagen de 'Supergarcía'
Una imagen de 'Supergarcía'
Cinemanía

Con leves saltos temporales, atrás y adelante, más una nítida fragmentación por capítulos dentro de los capítulos, Supergarcía permite entender el auge y la caída de un periodista deportivo que trascendió el deporte y que, de hecho, más que un periodista fue un poder fáctico difícil de clasificar, tan poderoso que resultaba incontrolable hasta para sus jefes.

Aunque el relato es esencialmente favorable –“obra maestra”–, Arnaiz y Ortega no nos ahorran las trapacerías de García y sus secuaces, esa total ausencia de escrúpulos en la que parece situar la raya de quién es de verdad periodista y quién no. “Manejaba el miedo y las amenazas”, explica en el primer episodio Alfredo Relaño, hombre fuerte en su archienemiga Prisa –“el imperio del monopolio”–, que le tacha de “mafioso”. 

Esa pieza, la del todo vale, era indispensable para componer el retrato, pues las dos décadas transcurridas desde la despedida a la francesa de García han ayudado a idealizar su figura, más aún con la aguda crisis de credibilidad que la prensa deportiva se ha infligido a sí misma. Ahora es el periodista quien teme a los presidentes, y no al revés. 

“Una forma de medir el poder es quién se te pone al teléfono. A García se le ponían todos”, sentencia su antiguo productor Julio Pulido. Siguiendo ese baremo, podemos establecer que, décadas después, la radio española, no sólo está privada de protagonistas sino que además carece de poder.

Jose María García hoy

“Ahora es todo jijijí jajajá”, suele responder García cuando le consultan sobre la radio actual. La suya comenzó en 1972 con un microespacio de diez minutos que se fue ensanchando hasta ocupar tardes y noches enteras en la Cadena Ser, Antena 3, Cope y Onda Cero. Hasta entonces, el periodismo deportivo en la radio era secundario y poco agresivo. García lo transformó en espectáculo: basta ver el helicóptero de Antena 3 para la Vuelta a España. 

Aquella radio ya no existe. Ni existía antes ni existe después, aunque quizá no se pueda culpar sólo a sus sucesores. Surge la duda de cómo se habría desenvuelto García en el siglo XXI, sin protagonistas necesitados de aparecer en antena, refugiados tras mil filtros, y con los reporteros contenidos en rediles, sin el menor riesgo de que un botellazo dirigido a un futbolista les pueda caer a ellos, como le pasó con Juanito en Belgrado. 

Durante tres horas que podían haber sido muchas más, al estilo de una “jornada maratoniana” de domingo, Supergarcía permite apreciar a García como un hijo de su tiempo, irrepetible en el sentido más amplio.

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