'Feria: la luz más oscura': el thriller fantástico de Netflix es un sinsentido que puede resultar adictivo

El primer thriller fantástico de Netflix España nos traslada a un pueblo andaluz de los años 90 donde, pese a su predecible argumento, nada es lo que parece.
'Feria: la luz más oscura'
'Feria: la luz más oscura'
'Feria: la luz más oscura'

[Este artículo contiene SPOILERS de 'FERIA: LA LUZ MÁS OSCURA]

El pasado viernes 28 de enero Netflix estrenaba su apuesta nacional más sobrenatural para este 2022: Feria: la luz más oscura, una ficción creada por Carlos Montero, artífice de las conocidas Élite o El desorden que dejas. El guionista se une a Agustín Martínez (La caza. Monteperdido, Sin tetas no hay paraíso, El don de Alba) para dar luz a esta historia apocalíptica ubicada en los años 90.

Una serie llena de contradicciones y misticismos donde el vehículo conductor de los ocho capítulos es una secta llamada Culto de la Luz, instalada en el pueblo desde los años de la dictadura. Las hermanas protagonistas Sofía (Carla Campra) y Eva (Ana Tomeno) se dividen, como el resto de los personajes, entre la fe y la razón, el creer y no creer, mientras viven un proceso de madurez personal que para ambas llega antes de tiempo.

Dramas adolescentes, asesinatos, investigaciones policiales, criaturas fantásticas de otro mundo y ligeros tintes de terror o serie B. ¿Has devorado Feria: la luz más oscura o por el contrario el famoso Reino no ha logrado llamar tu atención? A continuación te ofrecemos nuestro análisis. Aviso: contiene spoilers.

Así es 'Feria: la luz más oscura'

Feria, donde todo es posible

En este enclave ficticio de Andalucía es donde tiene lugar una historia basada en el contenido de los Evangelios Gnósticos, apartados de la Biblia desde el inicio, y en sectas reales que a finales de los 90 intentaron realizar suicidios colectivos en zonas como Suiza o Canarias, según explicaron sus creadores.

Sofía y Eva se ven involucradas sin remedio con el Culto de la Luz, pues parece que sus padres Pablo (Ernest Villegas) y Elena (Marta Nieto) pertenecen a la misma y son responsables de la muerte de 23 víctimas dentro de la mina abandonada del pueblo. Aquí comienza el intento de captación de Sofía por los adeptos a la secta, mientras su hermana intenta mantener las apariencias y el inspector de policía Guillén (Isak Férriz) intenta buscarle sentido a todo lo que está pasando (como nosotros).

Después de que la serie dé una y mil vueltas en torno al tema haciendo más de una alusión realista a que todo es producto de la imaginación y de las drogas que consumen un grupo de lunáticos liderados por Blanca (Ángela Cremonte, quien parece nacida para este papel de “iluminada”) resulta que ese otro mundo, que además no es el cielo sino el infierno, sí es real y también su pequeño demonio poseedor de cuerpos, Dekta. Un giro final que, aun predecible desde un inicio, resulta confuso por las informaciones contradictorias que vamos recibiendo a lo largo de la temporada.

Una ficción cargada de referentes

Desde un principio, Feria: la luz más oscura nos recuerda, como ya lo hiciera Paraíso en Movistar + hace unos meses, a la aclamadísima Stranger Things: un Upside Down o Mundo del Revés en el que todo es sombrío y oscuro, una adolescente que, como Will Byers, intenta escapar de él, e incluso un demonio con zarcillos o prolongaciones gelatinosas negras que se expanden por el mundo real y pueden poseer a los humanos.

Tampoco se le escapa a uno que en este pueblo hipnotizado y su lucha entre el bien y el mal se pueden observar reflejos de 30 monedas, donde Álex de la Iglesia ya mezcló los fenómenos paranormales y la religión con el costumbrismo de una pequeña y cotilla población donde todos se conocen y donde la cosa también se acaba yendo de madre.

Asimismo, Montero y Martínez aseguran que entre sus muchas y variadas referencias están Guillermo del Toro (imposible no pensar en El laberinto del Fauno), Territorio Lovecraft o La maldición de Hill House de Mike Flanagan, así como influencias de cine fantástico de los años 90 o toques lynchianos.

'Feria: la luz más oscura'
'Feria: la luz más oscura'
Cinemanía

Razón versus fe

El pueblo de Feria, como seguramente pase con la audiencia de la serie, se divide entre los que deciden creer y los que no. Una clara división entre la razón, capitaneada por Ana, el inspector Guillén, su compañera Sandra (Patricia López Arnáiz) o el mejor amigo de Sofía, Chisco (Jorge Motos), y la fe, defendida por Sofía, sus padres y todos los seguidores de la secta como Blanca, Samuel (Manolo Caro), Copito (Kandido Uranga), Candela (Pepa Gracia) y muchos más vecinos del pueblo de los que al principio no teníamos conocimiento.

Esta corriente religiosa defiende que el mundo que vemos no es el real, pues ningún Dios podría crear una realidad con tanto sufrimiento. Los adeptos aseguran que nuestros cuerpos no existen y que el verdadero Reino lleno de luz y amor está esperando. De esta manera, Feria no deja de hacer una crítica interesante a lo dormida que está la sociedad en muchos aspectos, dominada por las nuevas tecnologías y atrapada en una constante repetición: nacer, amar, enfermar y morir. ¿Vivimos en el verdadero Reino y no sabemos aprovecharlo?

El cuarto capítulo, además, nos traslada a 1975 en las últimas semanas del Franquismo, donde los mineros están en huelga y el propio padre de Elena, Valentín (Juan Fenández), es un republicano escondido durante 33 años en la mina del pueblo tras el final de la Guerra Civil. Es ahí donde se explicita, a través de la metáfora de la secta, cómo el ignorar o cerrar los ojos ante las injusticias y las barbaridades del pasado hace que “la historia se repita”.

La serie aborda también el conflicto de unas hermanas muy diferentes entre sí que afrontan la pérdida de sus padres y su forzosa madurez e independencia de formas distintas, aferrándose a lo que buenamente pueden: Sofía, buscando desesperadamente a su madre, a quien cree que puede encontrar si se una al Culto de la Luz y completa los cinco sellos, y Ana, quien comienza renegando de sus padres para preservar su buena imagen delante del pueblo y acaba defendiendo a su hermana y saliendo del armario al enamorarse de su mejor amiga Mar (Carmen Navas).

Feria: la luz más oscura
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Incoherencia y atractivo

Si es verdad que Feria: la luz más oscura puede resultar atractiva e interesante, sobre todo para los fans del género, los primeros capítulos tardan en arrancar y dan muchos rodeos sobre lo mismo, por lo que hay quien pueda decidir abandonarla sin llegar a adentrarse hasta el final de este universo.

Además, a momentos se puede dudar de su calidad o verosimilitud por algunos diálogos, las muchas subtramas en las que no consigue profundizar o la incoherencia de algunos de los sucesos que se relatan: ¿por qué la policía Sandra entra en la mina sin oxígeno cuando 23 personas acaban de morir envenenadas por lo mismo? ¿Sofía sufre una violación colectiva y nadie dice o hace nada al respecto? ¿Es necesario tanto desnudo femenino? ¿De verdad el inspector acaba con Dekta sin ni siquiera rozarlo?

Sin embargo, la serie contiene también elementos adictivos que hace que no consigamos despegarnos de la pantalla, en concreto a partir de su cuarto capítulo, donde la trama empieza a coger ritmo e interés. Las preguntas que sostienen todo el entramado: ¿existe de verdad el Reino? ¿Dónde está Elena? ¿Está viva?

El amor entre las hermanas es otro punto a resaltar: un amor fraternal más allá del romántico, un amor que puede superar dudas, traiciones, posesiones diabólicas y abducciones de sectas. Unas buenas interpretaciones, sobre todo de su elenco adulto, y los temas a los que quiere dar voz debajo de su tono fantástico y de terror hacen que merezca la pena darle una oportunidad.

Con los últimos instantes de su capítulo final, Feria: la luz más oscura deja la puerta totalmente abierta a una segunda temporada, de la que sus creadores ya están escribiendo el guion. La respuesta de la audiencia decidirá si descubrimos por fin qué hay en el misterioso Reino, y si Elena nos está esperando allí.

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