Ramon Térmens: ‘La mujer ilegal’ es un thriller clásico que también busca suscitar el debate sobre la inmigración

El director de 'Jóvenes', 'Negro Buenos Aires', 'Catalunya Über Alles' y 'El mal que hacen los hombres' denuncia las injusticias con los inmigrantes, la situación de los CIE y las regularizaciones a la carta en un filme de género que no rehuye sus vínculos con el cine policíaco (y político) norteamericano de los setenta 
La mujer ilegal (Ramon Térmens, 2020)
La mujer ilegal (Ramon Térmens, 2020)
La mujer ilegal (Ramon Térmens, 2020)

La mujer ilegal nació en una fiesta de Navidad del colegio. Su director, Ramon Térmens, conoció allí entre los padres de los amigos de sus hijos, a un abogado de inmigrantes, Ferran Villuendas, que dedica su vida a tratar de regularizar las situaciones de los emigrantes que no tienen papeles. De aquel primer contacto nace la inquietud por un conflicto social permanente que ha terminado en un thriller con una mirada profunda, inquieta, hacia lo que nos rodea.

Realizador de Jóvenes (2004), Negro Buenos Aires (2010), Catalunya Über Alles (2011) y El mal que hacen los hombres (2015), Térmens comenzó a investigar junto a su colaborador, coguionista habitual y protagonista del filme, Daniel Faraldo, acerca de un sistema legal que da pie a muchas injusticias: “Un director sólo rueda unas pocas veces en la vida, pero soy cineasta las 24 horas del día y siempre estás con las antenas puestas. Tras conocer al abogado Villuendas y ver con él Catalunya Über Alles, donde ya tratábamos el tema de la inmigración y el racismo, empezamos a descubrir que a pesar del alúd de información mediática, sigue habiendo mucho desconocimiento”. Y ahí comienza el viaje de Dani Faraldo y Térmens, que fue el mismo que había hecho antes el propio Villuendas, hacia el conocimiento de una realidad que, convertida en película, tiene como fin dar pie a la reflexión del espectador.

En el filme, Faraldo interpreta a Fernando Vila, abogado de inmigrantes, que intenta investigar qué ha ocurrido con una joven fallecida en uno de los centros de internamiento para emigantes ilegales, los polémicos CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros), en los que (y son datos que aporta la película) han muerto varias personas en los últimos años. Sus pesquisas le llevan a meterse en una trama con conexiones policiales y políticas en la que Térmens y Faraldo parten de la realidad para narrar un thriller comprometido: “El reto era meter toda esta información en una historia de ficción que lograse emocionar, con una estructura de guion clásica, con esa narrativa dramática usual al servicio de la idea para que todo eso llegue al espectador de forma emotiva”.

En su trabajo de campo previo, Térmens habló con inmigrantes que habían pasado por los CIE y trabajo de cerca con 3 ONG (No a las CIES de Barcelona y de Valencia –presentes en la película– y Migra Studium, organización de los jesuítas) que llevan mucho tiempo trabajando para cerrar los CIE y ayudando a los que están dentro. Los casos que aparecen en el filme tienen un trasfondo real, y contrastan con otros llamativos casos en los que hay mucha más manga ancha en la aplicación de la ley: “El racismo siempre es una cuestión de clase. Cuando viene un multimillonario árabe se le pone una alfombra roja, en cambio luego no queremos saber nada de un musulmán pobre. Sucede lo mismo con los africanos que llegan a España. El futbolista Ansu Fati llevaba mucho tiempo sin papeles, mete dos goles con el Barça, lo quiere la selección española y el Consejo de Ministros se reúne y le hacen la nacionalización exprés, saltándose incluso sus propios procesos. Yo creo que hay que reflexionar sobre esto”.

El mayor desafío cinematográfico, sin embargo, era cómo encajar este mensaje que quiere trasladar a la opinión pública el debate con una película de ficción en la línea de trabajos anteriores de Térmens, un cineasta muy preocupado siempre por los márgenes del cine de género y por la tensión narrativa: “Soy cinéfilo antes que cineasta y siempre procuro navegar por la historia del cine y poner lo que conozco al servicio de la historia que quiero contar. El thriller clásico siempre me ha gustado: la noche, el lado oscuro, la lluvia, los neones, creo que el cine es capaz de trasladar sensaciones muy potentes”. Y para ello, el personaje de Faraldo remite a una especie de Serpico, en este caso desde fuera de la estructura policial, que sigue indagando contra viento y marea. Térmens no rehuye la comparación: “Me gusta mucho el thriller de los 70 norteamericano, con un punto existencialista: Lumet, Pakula, Pollack… incluso Peckinpah, por el personaje que siempre sigue para adelante sin volver atrás, tipo western, que es otra de esas cosas que como realizador me gustaría hacer en la vida. Pero todos estos referentes tienen que estar siempre al servicio de lo que tienes que contar. No sirve para nada hacer homenajes por aquí y por allá”.

Faraldo, actor y guionista argentino residente en Hollywood, donde siempre ha trabajado, imprime al personaje un carácter muy especial (“Muy Pacino, muy de método”, reconoce Térmens) que remite no solo a ese thriller setentero sino también a filmes como El secreto de sus ojos, de aire completamente clásico. "El thriller con contenido social es algo que se ha perdido, ahora hay un tipo de thriller muy efectivo y efectista, pero adolece de cierta profundidad, no hay una idea de crítica social como sí que había anteriormente. Y me acuerdo del policíaco barcelonés, de Pérez Dolz, Julio Coll… A tiro limpio Brigada criminal, Los atracadores, un aire que ahora se está recuperando con Tarde para la ira de Raúl Arévalo y El reino de Sorogoyen, ahí hay una línea muy interesante en el cine que se está haciendo”.

El tándem de Térmens con Faraldo, que empezó a escribir sus propios textos por huir del estereotipo, escribe a cuatro manos los guiones al estilo del Hollywood clásico: “Instalado en Los Ángeles, Dani viene unas semanas a Barcelona a trabajar exclusivamente. Hacemos un intensivo: brainstorming, reescribimos, le damos muchas vueltas, él interpreta, yo le doy las réplicas, casi como trabajaban los guionistas de Hollywood en los 40 y 50. Luego se va a Hollywood, vuelve y nos lo replanteamos todo, reescribimos todo, intentamos salir de lo obvio”. Térmens, que es también productor de sus películas, y que también tiene su propia distribuidora (Segarra Films), está acostumbrado a trabajar en equipo, y esta vez ha contado con parte de producción y equipo checo: “Me hice amigo de Petr Václav al distribuir su película Nunca estamos solos y ahí nació la colaboración, que nos trajo a la actriz Klaudia Dudova”. Esa dualidad productor-director genera una lucha interna que afecta a las limitaciones de la obra: “Intento seguir siempre a Bresson, que decía: ‘Nunca pienses tu película fuera de los medios que posees’. Tengo esa frase en mente y me ajusto a tiempo y presupuesto. Hay una lucha del Ramon productor y el Ramon director y me controlo mucho. Esto es un estrés total, pero trabajar en el cine es un privilegio para mí”.

Director, productor y distribuidor, Térmens cree que el melón de la situación del cine en este momento de auge de las plataformas está todavía por abrir: “Puede ser una oportunidad, pero desde el punto de vista del espectador estoy un poco agobiado, creo que las películas tienen que verse en las salas, el cine tiene que seguir siendo una experiencia colectiva y no quedarse en algo de museo”. En un momento de esta entrevista, Ramon Térmens habla de The Last Picture Show y recuerda al personaje de la mujer “que cierra el cie (sic)”, un lapsus en el que se refiere al “cine”. La reflexión sobre la inmigración y sus derivas políticas dota de sustrato a La mujer ilegal y completa el bagaje de Térmens, pero en el subconsciente del cineasta (y de todos los cinemaníacos) permanece además la idea de lo que nos jugamos todos en este momento de la historia de las películas.

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