A partir de la noticia sobre la investigación policial a Albert Cavallé, el conocido como "estafador del amor", quien supuestamente timó dinero a 25 mujeres con las que mantuvo una relación sentimental, Virginia García del Pino comenzó un proyecto que ha concluido en La estafa del amor.
La película es el resultado de un proceso creativo que incluyó un taller y una performance en la que un un grupo de personas participaron de la lectura del guion de una película sobre un hombre que enamoraba a mujeres para estafarlas, y que al final se transformó en una reflexión compartida sobre el amor romántico. Además de los participantes del taller, la propuesta cuenta con las aportaciones de Lucía Lijtmaer, Jordi Roca i Girona, Josep Maria Esquirol y Antonio Agustín García.
'La estafa del amor', crítica de la película
Entre el debate abierto, el taller performativo y la reflexión colectiva, La estafa del amor se interroga por las raíces y el presente de lo que se denomina ‘amor romántico’, esto es, la convención social de que, en algún lugar del mundo, más cerca que lejos, hay una media naranja esperándonos para colmarnos de felicidad y arrebato.
¿Es eso cierto? ¿Qué supone el fenómeno del amor en las sociedades actuales? ¿Somos capaces de vivir sin amor y sin pareja? ¿Existe una percepción distinta del amor si eres hombre o si eres mujer? Virginia García del Pino ejerce de directora de orquesta, casi literal, en una obra en la que la voz cantante la lleva el público: hombres y mujeres de distintos intereses y anhelos, que expresan miedos, experiencias y deseos.
Las preguntas que se ponen literalmente en escena no son baladíes, porque el amor nos puede llevar a cometer locuras. O a ser, literalmente, estafadas, como les sucedió a las mujeres que cayeron en la trampa de seducción del conocido como ‘estafador del amor’, acusado de timar a más de 25 víctimas, rendidas a sus pies.
La propuesta, dinámica, divertida y emocionante, se beneficia de la espontaneidad que anida en el mismo origen del proyecto, y de la honestidad y valentía con la que los participantes del taller asumen, en escena y en pantalla, sus reflexiones sobre los amores pasados y presentes.
Hay mucha verdad y mucho cariño también en esta peliculita que demuestra que, pese a las diferencias, todos estamos necesitados de afecto y reconocimiento. Tal vez el nombre de amor romántico o romance sea el escollo de la cuestión, tal vez tengamos que ser más sinceros y asumir que dependemos de los demás. La respuesta está en el aire, se apunta como corolario, y, como la música de Mursego que apuntala los ritmos de la obra, aparece como un sobresalto, escurridizo e inexplicable.
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