La veterana cineasta Claire Simon se ha plantado en el ala de ginecología de un hospital público parisino con el objetivo de desentrañar en Our Body el significado de vivir en el cuerpo de una mujer, desde el punto de vista médico pero también desde la visión de las pacientes.
Mujeres de todas las edades y cuerpos, con distintos anhelos y diferentes problemas conforman una casuística variada que Simon observa desde la cercanía para desplegar una mirada sobre la salud sexual de la mujer de todas las condiciones que recorre el arco de la vida.
'Our Body', crítica de la película
De la observación a la primera persona: en Our Body, Claire Simon entiende que la experiencia del cuerpo es mucho más la suma de sus partes. Más aún si nos situamos en el ámbito de la medicina y si el cuerpo sobre el que se reflexiona es el de la mujer, con unas dinámicas específicas y unas funciones complejas.
Ser mujer es en Our Body más que esa función reproductora que, de entrada, define el cuerpo femenino, porque para Simon hay muchas otras cosas en juego más allá de la anatomía: las hormonas, los anhelos, una condición a menudo escurridiza que la cineasta retrata sutilmente y, sobre todo, con una emoción vibrante y profunda.
De ahí esa variada casuística que propone, de mujeres cis a trans, de jóvenes que aspiran a transformarse en varones y de chicas que se enfrentan a su primera interrupción del embarazo o a un inesperado cáncer de cérvix. Al final, esos casos de estudio se cruzan por los pasillos del Hospital Tenon de París, el lugar en el que la patología y los cuidados se encuentran, mientras Simon presta su cámara para que aflore la experiencia ginecológica desde el yo.
Our Body es un viaje por el arco de la vida desde el punto de vista de las pacientes, incluido el de la propia cineasta. En mitad de ese recorrido, después de un emocionante parto tras el cual la madre graba con su móvil los primeros sollozos de su pequeña recién nacida, Simon se revela como paciente al informarnos desde el diagnóstico del médico que padece cáncer de pecho.
"Entre mi casa y el hospital paso cada día por el cementerio", nos dice la voz en off de la cineasta en los primeros compases de la película, mientras vemos un plano de sus pies caminando, y sus palabras vuelven a cobrar sentido cuando llega ese pavoroso diagnóstico.
Antes de averiguar el trayecto que toma ese punto de inflexión, Simon también se detiene en los contornos de la experiencia médica y hospitalaria, dibujando un retrato de la medicina moderna como espacio de cuidados y de asistencia, amable y determinante.
Para la cineasta, no hay duda de que en estos espacios se resuelven muchos de los dilemas del cuerpo de una mujer. Tras esa retahíla de partos, naturales o por cesáreas, mastectomías, inseminaciones y pruebas, queda claro que, como mínimo, es difícil imaginar cómo serían nuestros cuerpos sin esos lugares, sin esas prácticas. Quizá un interrogante al respecto hubiera redondeado mejor la propuesta, pero la implicación de Simon en la narrativa eclipsa una crítica más profunda.
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