[ZINEBI 2020]: ‘The Earth Is Blue as an Orange’: La vida y el cine se abren camino

La escritora y cineasta Iryna Tsilyk filma la resistencia diaria de una familia en la guerra de Donbass, en Ucrania, y, junto a ellos, recuerda la fuerza poderosa del cine.
'The Earth Is Blue as an Orange'
'The Earth Is Blue as an Orange'
Iryna Tsilyk
'The Earth Is Blue as an Orange'

Las guerras son diferentes, pero, en última instancia, todas se parecen. El cine comercial ha espectacularizado la guerra, desde los combates hasta la espera previa a la batalla o el sufrimiento de la población civil. Es difícil reflexionar a través de la imagen sobre las consecuencias de la guerra en la ciudadanía desde un punto de vista pudoroso, que insista en la dignidad de la gente afectada por el fuego cruzado. 

Por fortuna, Irina Tsilyk nos recuerda en The Earth Is Blue as an Orange que esa aproximación es posible.

Las primeras imágenes de The Earth Is Blue as an Orange nos enseñan a una familia confinada, preparando un set de rodaje. Afuera, las calles se llenan del eco de disparos y granadas explosivas. Dentro de su casa, una madre y sus cuatro hijos, junto a sus gatos y una tortuga, intentan llevar una vida corriente a pesar de todo. 

Estamos en el Donbass, la zona roja de Ucrania, en liza con Rusia, y esta familia numerosa, entrañable pero gastada por las circunstancias, fantasea con hacer una película para resistir, a través de la imaginación, a su drama cotidiano.

Tsilyk filma a Mira, a su hermana Iryna y a Anastasia, la madre, y nos narra su historia con un naturalismo que en momentos parece bordear la ficción. ¿Quién está filmando a quién y quién acaba siendo el sujeto que está construyendo la película? En esta suerte de making of filmado por Tsilyk la vida se abre camino –las discusiones familiares, las tareas domésticas– y el cine la interrumpe, entremezclándose. 

Cuando un tanque militar llega al barrio en que viven, la familia sale a la calle para ‘recrear’ un recuerdo doloroso de un pasado no demasiado lejano. Ruedan escenas desde varias tomas, dirigen la interpretación de los soldados y luego se hacen unos selfis con ellos.

A pesar del frío escenario y terrible contexto, Iryna Tsilyk ha conseguido en The Earth Is Blue as an Orange una película muy cálida, de emociones muy vividas y repleta de empatía. Los fuertes lazos de cariño de la familia protagonista, obviamente, tienen mucho que ver con esta calidez que acompaña el relato, pero también al delicado uso de la luz y de la cámara, de los sonidos domésticos y de la respetuosa intromisión, aunque esta fórmula aparezca como un oxímoron, de la cineasta en la vida de esta familia.

Cuando finalmente los miembros de la familia y amigos y vecinos hablan directamente a la cámara de Anna y Mira, explicando qué es la guerra y cómo les ha transformado el contexto bélico en el que están inmersos, su dureza se quiebra. La cámara ejerce de espejo que les devuelve la imagen de la dura realidad a la que, casi siempre, cuesta darle una lógica.

“No sé, la guerra es el vacío. Si nos fijamos bien, definitivamente es el vacío”, dice Mira bajo la conmovida mirada de su progenitora. Cuando finalmente asistimos a la proyección de su película, regresa como un torrente todo lo que la guerra les ha arrebatado.

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