'Un amor', de Sara Mesa a Isabel Coixet: diferencias y semejanzas entre el libro y la película

Una mudanza del papel a la gran pantalla nunca resulta sencilla. Analizamos cambios, similitudes, oscilaciones y rodeos entre la película de Isabel Coixet protagonizada por Laia Costa y la novela original de Sara Mesa.
'Un amor': póster de la película y portada del libro
'Un amor': póster de la película y portada del libro
Cinemanía
'Un amor': póster de la película y portada del libro

Decía Jaume Ripoll en su libro Videoclub que “el cine es una experiencia solitaria que se disfruta en compañía”. Con la lectura, aunque cueste creerlo, pasa igual. Y en el caso de Un amor, novela de Sara Mesa, ha resultado ser así por partida doble y para suerte de (casi) todos, gracias a su adaptación dirigida por Isabel Coixet.

Y decimos “casi” y no un “todos” con rotundidad porque en cuanto a adaptaciones se refiere siempre encontramos, por un lado, a esos lectores acérrimos de una u otra autora, negacionistas totales de cualquier amago de traspasar el formato papel; y por otro, a los fieles detractores o siempre desconfiados espectadores de una u otra directora, negacionistas totales de su buen hacer. En cualquier caso, nunca resulta sencillo.

Nuevas escenas, personajes alterados

Pero en el caso de Un amor, esa frontera abismal parece disiparse a pesar de sus evidentes diferencias con respecto al libro, publicado en 2020 y que desde entonces no ha dejado de generar nuevos adeptos. En la película de Coixet nos damos de bruces con ciertas licencias de la cineasta, que se manifiestan en nuevas escenas, como la de Nat (Laia Costa) saliendo de su propio cuerpo durante la noche que acaba cediendo a la propuesta de Andreas (Hovik Keuchkerian).

Laia Costa en 'Un amor'
Laia Costa en 'Un amor'
Cinemanía

O en personajes ligeramente alterados, como el propio Andreas, físicamente algo cambiado, o el caso del perro Sieso, que aparece con cicatrices en la película. También se hacen notar en algunos diálogos ocurrentes y otros no menos ausentes y, por supuesto, en la pérdida de la escena final del libro. Aquí no hay hormigas, pero sí un perro que regresa (¿desde el más allá?) a reencontrarse con su ama.

Pero esto es algo común en las mudanzas, que se acaban perdiendo muchísimas cosas, ya no tanto materiales. Señales de la persona que un día, unos años, una temporada, fuimos gracias a ese lugar. Lo vemos en el caso del personaje de Nat, al que da vida una sobresaliente Laia Costa, que llega a La Escapa —nombre que, al contrario de lo que vemos en la pantalla, sí se menciona en el libro sin escatimar en detalles geográficos— con serios traumas y dificultad para encontrarse a sí misma.

Inicio y final diferentes

Lo vemos también en la faraónica mudanza que es adaptar una novela a un largometraje. Más aún si sus respectivas arrendadoras son y conviven en universos tan marcianos entre sí. Intranquilos, estresantes y muy a menudo desagradables, los de Mesa; y elegantes, esperanzadores y románticos, los de Coixet. Es por eso que llega a inquietar que algunas de las secuencias más incómodas que ocuparon nuestra mente al leer Un amor, ahora, después de tres años, cobren forma con tanto detalle y de manera tan fiel al libro con Isabel Coixet a los mandos.

No obstante, y salvando las distancias, lo que más sorprende aquí es el inicio y el final, muy alejados de la novela. En Un amor, la cineasta decide abrir con un plano detalle de unos ojos. Imágenes de una mujer junto a la antigua Nat, siendo traductora en una ONG que acoge a personas refugiadas, y que van marcando mediante flashbacks toda la narración hasta que, finalmente, ambas mujeres terminan abrazándose. Este puede que sea el elemento que más dista de la novela.

Laia Costa y Hovik Keuchkerian en 'Un amor'
Laia Costa y Hovik Keuchkerian en 'Un amor'
Cinemanía

En la historia de Sara Mesa, la protagonista se esconde en un pueblo de la sierra de un lugar inconcreto sin dar explicación sobre el motivo de su llegada. En el caso del reciente estreno en cines, Nat termina dando respuesta a esta pregunta constante y se sincera con Andreas, "el alemán". Es en esta escena cuando descubrimos también la verdadera procedencia de este personaje, que en el libro no se llega a desvelar. Lo curioso aquí es que su origen armenio, intencionadamente o no, coincide con el del actor que le da vida, Hovik Keuchkerian.

Oscilaciones y rodeos

Se dan algunas otras diferencias con el libro, aunque algo más discretas, sobre todo en la construcción de los diálogos, los espacios y los tiempos. En la película, la casa se dibuja mucho más destartalada y fría, también hay partes del guion que no se corresponden con la novela, como la devoción que Píter, el vecino buitre que encarna Hugo Silva, le profesa a Pablo Neruda (vemos, incluso, su famoso “Me gusta cuando callas” pinchado en un tablón, en la escena de las vidrieras), o la ausencia de El Glauco, que en el libro de Mesa funcionaba prácticamente como un personaje más. En el filme no se hace referencia a la montaña, a excepción de una breve escena entre Nat y Andreas en la cama.

Isabel Coixet adapta la novela 'Un amor', escrita por Sara Mesa.
Isabel Coixet adapta la novela 'Un amor', escrita por Sara Mesa.
BTeam Pictures

La pasión de nuestra protagonista por el baile tampoco aparece reflejada en la novela. Aquí, Coixet se ayuda de la banda sonora, un recurso que enriquece la narración. Y entre desasosiego y desasosiego, la cineasta también nos regala pinceladas de humor, como el momento en que Roberta y Nat fuman juntas y la anciana suelta eso de que “hay muchas monjas que fuman y muchas putas que rezan”. 

También está la cena entre los vecinos, donde Ingrid García-Jonsson propone llamar a su futuro bebé Lorenzo, Loren, dirigiéndose directamente a Hugo Silva. Casualidad o no, inevitablemente una piensa en el añorado comisario de Los hombre de Paco. 

Del mismo modo que, fortuita o no, la última escena nos deja totalmente descolocados. Y puede que esa sea la marca Coixet, y también la gracia de adaptar lo inadaptado, llegar al blanco descuidadamente, como rezan las últimas líneas de Un amor: “Mediante oscilaciones y rodeos, casi por casualidad”.

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