Las películas de terror que prometen emociones fuertes captan la atención del aficionado al que no le asusta lo extremo. Terrifier 2, por fin en España, llega precedida del fenómeno y del impacto que generó en Estados Unidos, que han convertido al más que turbador Art el payaso en una nueva figura del horror.
El estreno se produce quizá algo tarde, pero desde luego hay que aplaudir el atrevimiento de Selecta Visión, la distribuidora, al llevar una película así a más de 160 cines.
El filme va camino de convertirse en un título icónico en su vertiente de serie B con la particularidad de que muchos no conocían la obra anterior, rodeada no obstante de un cierto culto porque en su rango suponía un descubrimiento y una sorpresa (cabe apuntar que ganaba en un segundo visionado).
Fenómeno 'Terrifier'
Terrifier 2 provocó desmayos y vómitos en Estados Unidos, donde recaudó casi 11 millones habiendo costando solo 250.000 dólares. ¿Es para tanto? El director Damien Leone, autor de la original (y del largometraje La víspera de Halloween y de un corto en los que ya aparecía Art antes del canon establecido), plasma auténticas salvajadas incluyendo decapitaciones varias, desollamientos y mutilaciones de rostros.
Dentro de que por supuesto el repertorio de barbaridades impresiona y está exclusivamente reservado a espectadores curtidos en el gore más crudo, lo cierto es que si se ha visto Terrifier (2016) no incomoda tanto.
Esto se debe a que de la primera entrega queda grabada la enfermiza y desagradable escena en la que Art abre en canal, cual ternera en el matadero, a la chica rubia, colgada boca abajo. Terrifier 2 cuenta con un asesinato que se le acerca en bestialidad, el de la amiga de la protagonista en su habitación, que por cómo está modulado se nota que a su manera remite al mencionado.
La sangre y la casquería del trabajo previo entraban con más fuerza en la categoría de lo repugnante por la cutrez y la estética sucia de la propuesta, rasgos que realzaban su imaginería sordidísima y el tono ochentero y que le otorgaban más 'encanto' (entiéndase el matiz). Esa 'costra' aparece rebajada en Terrifier 2, de bajo presupuesto pero ya no tan ínfimo, como indica la mejoría formal. Lo que permanece intacta es la entrega al horror gráfico desde los efectos especiales de la vieja escuela, algo que siempre se agradece.
En sus compases iniciales, si se está al día con el referente, la segunda parte se antoja 'menos natural', más consciente de sí misma (esta mirada presenta su lado adverso), lo que afecta a las muertes y a la malsana negrura cómica de Art en esos instantes. Esta sensación y el cambio vislumbrado en la concepción narrativa hacen temer que vaya a imponerse la decepción. Por suerte la película acaba por deparar el disfrute y resulta una secuela interesante.
Leone apuesta por articular una continuación diferente, definida por la intención de construir la mitología de la saga, aspecto conectado con el énfasis en la vía sobrenatural. El director se guía por el objetivo de hacer una película más grande, evolución clásica en la que cae en un error de base, el de inflar el metraje sin que en el fondo haya necesidad. De los 80 minutos de la primera se pasa a los casi 140 minutos.
Semejante duración conlleva que la exposición tienda a lo dilatado y lo reiterativo, tratamiento simbolizado en la pesadilla de la joven protagonista en medio del risible anuncio y su cancioncita, tramo demasiado alargado para el juego que propone. A pesar de lo señalado, el aburrimiento nunca irrumpe. La historia, aunque disemine 'lo bueno', tarde en alcanzar su punto álgido y exhiba las limitaciones propias del cine de perfil bajo, tiene algo.
Desmembrando 'Terrifier 2'
Terrifier 2 sigue donde terminó la anterior, con Art resucitado en la morgue y asesinando al forense. Como se ha indicado, abraza el clásico recurso sobrenatural para justificar que el asesino no muera y crear así una saga. El foco en este cauce se manifiesta también en las apariciones de la niña truculenta y en las visiones que tenía el padre fallecido de la protagonista, plasmadas en sus dibujos.
Sienna, con su alado vestido de Halloween, encarna a la elegida. La película se inspira, a su modo, en la cuestión del enfrentamiento fantástico prefijado. Incluso no falta la espada. Estos aspectos, como tantos otros, no se explican, pero da exactamente igual. Lo que se quiere es ver a Art en lo suyo.
Los momentos de horror y gore vuelven a beneficiarse del oficio que asoma en la tosquedad de Leone, de las influencias ochenteras, del hecho de que Art se rija por la mímica (refuerza el componente turbador) y de la llamativa gestualidad del actor David Howard Thornton. En cuanto a la otra aportación principal, Lauren LaVera cumple y da la imagen de scream queen. En cambio, mejor no hablar de la interpretación del chaval que hace de hermano.
La sugerencia y el disfrute se activan del todo en el pasaje en la vieja atracción de la feria abandonada, clímax alargado a conciencia sin que en este caso constituya un problema narrativo al formar parte del juego y del despliegue de imaginería. Se palpa (para bien) que Leone se gusta en este tramo, al que se llega tras una burra y lúdica mutilación genital.
Otra señal de que Leone se ha venido arriba en la secuela está en que se anima a añadir una escena poscréditos. Un cierre loco, lleno de fluidos y enfermizo en su expresión del renacimiento que confirma que tendremos a Art de vuelta en una tercera entrega.
Por último, no pasa desapercibida la música de reminiscencias ochenteras de Terrifier 2, banda sonora en la que destacan dos temazos synthwave, el de la presentación de Sienna (mientras trabaja en su esmerado disfraz) y el de los créditos finales (también suena en la fiesta).
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