'Reality'

La película más incómoda de Sydney Sweeney: esta es su angustiosa historia real

Filmin estrena 'Reality', un thriller a puerta cerrada donde se dramatiza el interrogatorio al que sometió el FBI a una joven militar estadounidense condenada por filtrar información.
Sydney Sweeney en 'Reality'
Sydney Sweeney en 'Reality'
Cinemanía
Sydney Sweeney en 'Reality'

Filmin ha estrenado Reality en exclusiva en España. Con Sydney Sweeney como protagonista, se trata de la primera película de la dramaturga estadounidense Tina Satter, donde la actriz de Euphoria realiza un tour de force interpretativo que ha sido alabado desde su presentación en la sección Panorama del pasado Festival de Berlín.

Un importante empujón de prestigio para la actriz estadounidense, que el año que viene debuta en el cine de superhéroes de gran presupuesto y, hasta ahora, ante todo es conocida por su trabajo en dos series de las que marcan la conversación durante su emisión: The White Lotus, en cuya primera temporada tuvo un lugar destacado, y Euphoria, donde interpreta el icónico papel de Cassie. 

En Reality, adoptando un tono mucho más realista y desnudo de artificio, Sydney Sweeney encarna a Reality Winner, una joven traductora de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense que fue acusada de filtrar sin autorización información clasificada sobre la intervención del gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2016, las que dieron la victoria a Donald Trump.

'Reality': crítica de la película

Valoración:

En su primera película como directora, la dramaturga Tina Satter adapta su propia obra teatral Is This a Room, con la que consiguió gran éxito en el circuito de off-Broadway en 2019. El planteamiento no puede ser más concreto y riguroso: una recreación dramatizada de los hechos tomando como base, palabra por palabra, la transcripción del interrogatorio que varios agentes del FBI realizaron a Reality Winner en su propio domicilio antes de proceder a su detención.

Todos los diálogos de Reality proceden de la transcripción. Desde la repentina llegada a casa de la protagonista de los agentes principales (interpretados con amenazante presencia física por Josh Hamilton y Marchánt Davis) hasta que se la llevan esposada, cada palabra que se dice está registrada en la grabación del 3 de junio de 2017. Observaciones banales, charleta insustancial para llenar silencios incómodos, acusaciones directas, digresiones manipuladoras... 

Aflora una especie de banalidad del atosigamiento autoritario (comentarios sobre las mascotas de la interrogada, exceso de fórmulas de cortesía diseminadas en medio del contexto dialéctico más hostil posible) en lo que resulta una escenificación de cómo el brazo armado del poder acude raudo a atacar una posible fisura que pueda amenazar con resquebrajar su imagen de solidez y eficacia.

Reality Winner sacó a la luz documentos relacionados con la intervención del gobierno ruso en las elecciones que ganó Donald Trump y fue condenada a cinco años y tres meses de cárcel; su elusión de la seguridad nacional acabó siendo más recriminada en los medios que el propio escándalo en sí de la injerencia electoral por parte de Rusia. Sydney Sweeney saca el máximo partido a este caramelito actoral ante una cámara que la tiene en el punto de mira durante la práctica totalidad del metraje.

Del rigor de Satter en la dramatización y la puesta en escena solo se puede lamentar algún que otro gesto llamativo que trastoca la imagen cuando el diálogo llega a palabras censuradas en la transcripción original. En cambio, la interpretación de Sweeney no tiene mácula. Tanto por su inesperado naturalismo (preparó la mímesis charlando con la auténtica Winner por Zoom y preparándose físicamente con los mismos ejercicios de CrossFit que en el pasado había subido a Instagram) como por la modulación de su posición frente a las preguntas de los agentes.

Reality pasa con gran fluidez de inocente confundida a víctima amedrentada y desafiante contestataria a medida que la tensión aumenta cada vez más. Se caldea el ambiente sin levantar en ningún momento los pies de la realidad, diligentemente documentada dentro de la recreación con capturas de las redes sociales de la auténtica Winner, que rechazaba ser equiparada con Edward Snowden. 

Ella era una chica normal, o de su tiempo, y con acceso información privilegiada que quiso compartir con el resto de sus conciudadanos en un país ideológicamente torpedeado. Porque en nuestro ecosistema mediático (de las noticias de actualidad a los subconductos de internet) es donde está el mejor cine de espías.

El caso real de Reality Winner

La directora Tina Satter entró en contacto con la familia de Reality Winner tras su sentencia en 2018; igual que Sydney Sweeney, también pudo reunirse por Zoom con la propia protagonista después de su salida de prisión en 2021. Su temprana puesta en libertad fue por buen comportamiento, ya que la condena que recibió era la pena de cárcel más larga impuesta hasta el momento por filtración de información gubernamental a los medios.

Veterana de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, donde sirvió de 2010 a 2016. A finales de año se mudó a Augusta (Georgia, EE UU), donde consiguió trabajo como traductora de farsi y pastún en Pluribus International Corporation, una empresa de servicios contratada por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

Aunque su trabajo consistía en traducir documentos relacionados con el programa espacial iraní, dio con información sobre la posible injerencia rusa en las elecciones presidenciales. Winner filtró esa información de forma anónima al medio online The Intercept, que en su proceso de confirmación de la veracidad de los documentos hizo saltar las alarmas de la NSA, quienes notificaron al FBI.

El Departamento de Justicia anunció la detención de Reality Winner el 5 de junio, dos días después del arresto que se recrea en la película y apenas un par de horas antes de la publicación en The Intercept del artículo basado en su información sobre el hackeo de origen ruso. La joven de 26 años fue condenada a cinco años y tres meses de prisión bajo la nueva ley de espionaje (Espionage Act) de la administración Trump. 

Winner se declaró culpable en el juicio y aceptó asumir la responsabilidad de "un error innegable que cometí". Mientras Julian Assange ofrecía una recompensa a quien aportara información sobre quien había podido delatar a la joven condenada, la redactora jefe de The Intercept publicó un comunicado donde lamentaba cómo la "persecución selectiva y con motivaciones políticas de informadores bajo el amparo de la Ley de Espionaje (...) suponen un ataque contra la primera enmienda que algún día recibirá el duro juicio de la historia". 

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