'Susana y el sexo': El documental sobre los desnudos de Susana Estrada que abrieron la libertad sexual en España

El desnudo integral más importante de España reaparece en el documental de RTVE Play sobre la figura de Susana Estrada.
Susana y el sexo
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Cinemanía
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Hay carreras transgresoras, y luego está la de la actriz Susana Estrada, que alcanzó una enorme popularidad a finales de 1976 tras realizar el primer desnudo integral femenino sobre un escenario. 

En aquel momento, España olía aún a dictadura franquista, así que el poco recatado atrevimiento de la asturiana la convirtió en una estrella, pero también la consagró como una de las personas más señaladas del país. Las imágenes de aquel striptease forman parte de Susana y el sexo, el primer documental original de RTVE Play, donde Estrada narra en primera persona la historia de su fulgurante ascenso profesional. 

"Me casé a los 16 años, básicamente por irme de mi casa. Tenía un padre muy autoritario y con problemas. Era un infierno", explica la actriz en este documental dirigido por César Vallejo y coguionizado por Valeria Vegas y Ángela Gallardo.

Como tantas otras españolas de su época, la de Gijón fue víctima de los prejuicios sexistas y la represión franquista de las mujeres. Separarse tan pronto de su marido, con el que tuvo dos hijos, le granjeó críticas a Estrada pero, al mismo tiempo, le dio bastante fuerza para salir adelante. A fin de cuentas, resignarse a vivir en un ambiente mediocre no entró nunca en los planes de la asturiana, que quería ser actriz y aprendió a sacar las castañas del fuego.

"Me vine a Madrid, me fui al sindicato de modelos, me hice un book con fotos y demás, y lo fui dejando en las agencias. Lo primero que hice fue la primavera-verano de El Corte Inglés", comenta orgullosa. 

Mientras trabajaba como modelo, la actriz recibió una oferta para protagonizar una obra musical titulada Historias de striptease, que era una especie de parodia sobre la película Gilda, donde Rita Hayworth se quitaba el guante. Pues bien, resulta que en uno de sus números, Estrada se quitaba todo, menos el guante.

"Fue la única vez que yo pasé censura", asegura ella. "Llegaron allí unos señores, se sentaron y tuvimos que hacer la función para esos señores, con la purpurina y con la braga. A partir de ahí, me dije 'Yo no soy de medias tintas. No lo he sido nunca en mi vida. Aquí las cosas, o se hacen bien o no se hacen. Ni purpurina, ni braga. La braga se quita, como todo lo demás'".

Nadie quería perderse aquel show de Susana Estrada (aunque algunas personas pudorosas acudían al teatro disfrazadas, y otras simulaban escandalizarse con lo que estaban presenciando). El poder de convocatoria de la actriz era tal que hasta llegó a provocar el aplazamiento de un partido de fútbol entre el Real Unión de Irún y el Alavés.

Éxito e insultos

"Los fines de semana había que hacer tres funciones, porque venían autocares de todas partes de España para ver el espectáculo", explica Estrada sobre Historias de striptease, un show que hizo un montón de dinero, llenó páginas de periódicos, y la convirtió en una celebridad, literalmente, de la noche a la mañana. Pero el espectáculo levantó también ampollas en el mundo cultural y, además, molestó mucho a algunos extremistas y detractores.

La propia Estrada cuenta que, en más de una ocasión, recibió insultos (como "te voy a rajar el conejo de arriba a abajo, y de lado a lado, hija de la gran puta"), y hasta amenazas de bomba que llevarían al desalojo del teatro de turno. "Fue el primer espectáculo que tuvo seguridad en la puerta. Eran dos señores que cacheaban al sospechoso", apunta en el documental el actor Pepe Álvarez.

Corría la segunda mitad de los años setenta cuando Estrada comenzó a ser entrevistada en televisión y a hablar públicamente y sin tapujos sobre la libertad sexual. "Vi que se iba a producir el cambio y dije: 'Aquí hay que hacer las cosas bien y ser la primera", confiesa la actriz, que acapararía las portadas de todas esas revistas que, desde el final de la dictadura, fueron invadiendo los quioscos del país (mostrando todo lo que había estado prohibido hasta ese momento).

La fotografía del escándalo

Para más inri, en febrero de 1978 la actriz armó un auténtico alboroto tras ser fotografiada con el pecho al aire mientras recogía un premio del extinto diario Pueblo. "Fue una cosa sin pensar, sin preparar", explicaría algún tiempo después la propia Estrada. 

"Al inclinarme para recoger mi premio (que me lo daba Tierno Galván) y darle un par de besos, se me salió el pecho. Recuerdo que el profesor se puso muy colorado y me decía: 'Estate tranquila, hija mía, pero tápate, tápate'. Y yo le decía 'Si yo estoy muy tranquila, pero vamos a dejar a los chicos de la prensa que trabajen un poquito'", afirma.

Susana y el sexo
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La fotografía pasó a la historia. "No hay que ver solo el pecho, sino un momento que refleja la apertura del país. Hasta la prensa extranjera se hizo eco de la foto, diciendo que por fin la democracia llegaba a España", relataría Estrada en una entrevista de 2018. 

La asturiana aprovechó su tirón mediático para ponerse al frente de un consultorio sexual en la revista Play Lady (una pionera iniciativa que, al parecer, llegaría a recibir entre seis y siete mil cartas al mes), y grabó canciones con títulos tan sugerentes como Tócame, ¡Quítate el sostén!, o Gózame ya (temas que muchos locutores evitaban a toda costa pinchar).

Susana Estrada en el cine

Como no podía ser de otra manera, Estrada trabajó también en películas eróticas como Pepito Piscinas (1978), El maravilloso mundo del sexo (1978) o Pasión prohibida (1981). Aunque su faceta de musa del destape gustó poquito a las feministas de la época, quienes consideraban que la actriz aparecía en todos sus trabajos como mero objeto del hombre. 

"Yo nunca he tenido problemas con el desnudo", reconoce Estrada, que fue testigo directo de las dobles versiones (una para el mercado español y otra para el extranjero) con las que, debido a la censura, contaron todas aquellas cintas picantes.

La investigadora María Ángeles Durán explica en Susana y el sexo que "El movimiento feminista se llevaba regular con el destape, que, en muchos casos, era un destape bastante chabacano y no tenía mayor coartada de política, ni tenía detrás un intento de liberación, o de conquista de libertades nuevas. Las mujeres que fueron protagonistas del destape sí se veían a ellas mismas como feministas o, por lo menos, como luchadoras por la igualdad y los derechos de la mujer".

Los fans de la rebelde Susana Estrada aplauden que defendiera la libertad sexual con uñas y dientes, y hasta se convirtiera en adalid de los derechos de las personas LGTBI, en un momento en el que pocas figuras públicas se atrevían a hacerlo. 

Cuando un periodista le preguntó si le molestaba que la llamasen cosas como 'escandalosa, descarada o sinvergüenza', ella no tuvo reparo en responder "No me molesta en lo más mínimo. Se insulta lo que se teme, y me gusta saber el miedo que tiene la moral de corsé de la moral pagana".

Provocar para reivindicar

Para ella, desnudarse en el trabajo no era más que "una forma de provocación para reivindicar que la libertad sexual para una mujer pasa por no renunciar al placer, y por tener experiencias sexuales más seguras y libres, sin discriminación ni violencia. Porque no puede existir la verdadera libertad sin libertad sexual”.

Pero salirse de la norma tenía un precio alto en los años de la transición española, y está claro que Estrada lo pagó con creces. Por un lado, su nombre apareció en la lista de las personas que iban a ser exterminadas el día después del golpe del 23-F ("Yo no podía estar en esas listas negras más que por mi trayectoria profesional, porque en política nunca me metí", comenta ella en el documental).

Por otro lado, aquel consultorio sexual de Estrada le valió 14 procesos judiciales por escándalo público, y la obligó a dejar de firmar la columna que entonces escribía para la revista Interviú. 

"Me quitaron el pasaporte y el derecho al voto, y no podía salir del país hasta el año 1987 (que es cuando se despenalizó el delito de escándalo público)", lamenta ahora la actriz, que en una entrevista con la periodista Valeria Vegas confesaría que "Desde la radio y la prensa siempre pedí explicaciones de cómo podía ser que con un gobierno socialista se consintiese que hubiese un ciudadano sin derecho al voto".

Crisis en TVE

En 1981, la actriz se animó a participar en un comentado debate sobre sexo en el programa Mano a mano con el escritor y jesuita Luis Martín Vigil. Según se dice, se comenta, se rumorea, aquel peculiar y cordial encuentro provocó una avalancha de llamadas que colapsó los teléfonos de la primera cadena de TVE, algo que, según algunos, fue utilizado por el Gobierno para intentar llevarse por delante al entonces director general de RTVE, Fernando Castedo (quien dimitiría unos meses más tarde).

Susana Estrada en 2021
Susana Estrada en 2021
GTRES

El tsunami fue tal que José Ignacio Wert acabó encargando una encuesta de opinión al Centro de Investigaciones Sociológicas de Madrid, con el fin de saber si los espectadores desaprobaban el contenido de aquella emisión. Sorprendentemente para algunos, y en líneas generales, la gente opinó que el programa no era ni 'informativo', ni 'aburrido', ni 'elegante', ni 'inmoral', ni 'mediocre', pero que sí les resultó 'entretenido', 'interesante', y 'progresista'.

“Estaba segura de que las cosas iban a cambiar, y que lo que yo hacía era lo correcto, como así fue”, apostilla la asturiana, que poco a poco se iría retirando voluntariamente de los medios y, desde hace ya unos años, reside en Benidorm. “Al final, la gente toma el sol en la playa en tetas, desnudos y de todas las maneras. Si nadie lo hubiera hecho, si nadie tuviera ese coraje, seguiríamos como hace cincuenta años. Ya está”.

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