“Yo quiero tener hijos. Pero no quiero un hijo en vez de una vida”, dice la joven Anne, la protagonista de El acontecimiento, en un momento de la película. Es más que probable que no encontremos una cinta tan rotunda en esta Seminci 2021 que la dirigida por Audrey Diwan. Ni en el certamen vallisoletano ni, digámoslo claro, en cualquier otro lugar. Su determinación política, su sensibilidad con su protagonista y su frontalidad con el tema del deseo femenino y también con el del aborto la convierten en una de las películas del año.
Diwan ganó el León de Oro a la Mejor película en Venecia y aspira a repetir gesta en Valladolid con la adaptación cinematográfica del libro homónimo de Annie Ernaux. De argumentos ciertamente va sobrada: es una película fabulosa, de un íntegro rigor formal que es tanto una crónica de la historia de los derechos de las mujeres como un ejercicio de militancia feminista.
Todo es político en la historia de Anne, una extraordinaria Anamaria Vartolomei, de quien la cámara jamás se despegará en ninguno de los 100 minutos de duración de la película. Anne está en el último año de bachiller, a las puertas de una carrera en el campo de las Letras con la que puede aspirar a un futuro mejor si no fuera porque se ha quedado embarazada. Estamos en 1963 y abortar en Francia podía costarte tu vida, ya fuera porque acababas en la cárcel o porque te desangrabas en el hospital.
Narrada en progresión desde que sabemos su estado hasta que logra interrumpir el embarazo, Diwan hilvana el arco de angustia de la protagonista con momentos de complicidad con sus amigas; otros de ternura, como el pasaje en el que se despide de su madre antes de comenzar la semana en que han de practicarle el aborto clandestino; y otros en los que el deseo irrumpe, ardiente, como una fuga merecida y necesaria. Son escenas que puntean un relato sobre qué significaba ser mujer, sobre la ignorancia de esas chicas en materia de cuerpo y de sexo, sobre unos afectos negados y, en definitiva, sobre una soledad desesperante.
No fue hasta 1975 que Simone Veil en calidad de ministra de Sanidad de la República francesa legalizó el aborto; esto es, doce años después de los hechos que se narran en El acontecimiento, recordemos, ficción basada en las vivencias de Ernaux. Doce años, una segunda ola feminista, el SCUM Manifiesto de Valerie Solanas, el Movimiento de Liberación de la Mujer, o las películas de Carole Roussopoulos, como Y’a qu’à pas baiser (1971), cortometraje en favor de la legalización del aborto en Francia que incluye una escena en que una mujer observa con un espejo el aborto que le están practicando.
La mención a esa obra de Roussopoulos no es gratuita, ya que El acontecimiento no evita en ningún momento la fisicidad asociada a la interrupción del embarazo, incluida la propia operación. Más que visual, que también, hablamos sobre todo y en relación con esa escena de los sonidos. Antes de la operación, la partera le indica a Anne que cualquier grito de dolor supondrá la finalización de la operación da igual como esté. Abierta de piernas con el cuerpo en escorzo dándole la espalda al espectador, el silencio se impone entre la joven y la partera: solo escuchamos sollozos en sordina y los ruidos de los instrumentos en el interior del cuerpo de la protagonista.
Hay quien pueda creer que esa escena crucial en El acontecimiento busca el impacto por el impacto, pero su inserción subraya lo mucho que han arriesgado las mujeres para, precisamente, poder decir que, al menos en algunos países del mundo, todavía muy pocos, esa y otras prácticas clandestinas para abortar son ya historia.
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