'La segunda vuelta': Dupontel, próximo presidente de Francia en una comedia política maliciosa y muy divertida

El responsable de 'Adiós, idiotas' o 'No me esperes arriba' dirige a Cécile de France y a sí mismo en otra divertida farsa a lo Terry Gillian, esta vez sobre la crisis de la democracia francesa.
Albert Dupontel en 'La segunda vuelta'
Albert Dupontel en 'La segunda vuelta'
Cinemanía
Albert Dupontel en 'La segunda vuelta'

Como todo el mundo sabe, las elecciones francesas tienen dos vueltas: la primera, en la que se vota al mejor candidato posible y la segunda, en la que se vota al menos malo entre los dos que han quedado finalistas. Una mecánica que ha resultado especialmente desmoralizadora en los últimos años, desde que Hollande, en 2017, acabó de hundir al Partido Socialista ejerciendo una política más bien a la derecha, cuando siempre hay que acabar escogiendo entre la derecha y la extrema derecha. 

Francia, país que durante tanto tiempo nos pareció mucho más moderno que el nuestro, está más avanzado que nunca en el retroceso. Las manifestaciones multitudinarias en contra del “Mariage pour tous”, por ejemplo, mostraron la faz de una Francia ultraconservadora.

A pesar de que siempre se ha jactado de no haber votado nunca, Albert Dupontel, actor para el que La segunda vuelta ya es su octavo largo como director, ha querido que el argumento de esta película recuerde al de un thriller conspiranoico americano de los años 70, aquel género que tocó techo con El último testigo (Alan J. Pakula, 1974), y ya dio para réplicas francesas como las excelentes El atentado (Yves Boisset, 1972) o Mil millones (Henri Verneuil, 1982), por no hablar de Z (1969), la obra maestra de Costa-Gavras, enorme precursora del género. 

Dupontel, que se confiesa fan de Pakula, ha querido sin embargo precisar que su gran inspiración la sacó directamente de la realidad histórica, a través de un documental sobre Robert Kennedy. Al parecer Roman Gary, el famoso novelista que fue un tiempo marido de Jean Seberg, llegó a preguntarle a Bobby: "¿Sabes que te van a matar?" Y este contestó: "Es el riesgo que tengo que tomar" (es posible que la realidad no fuese, exactamente, así, pero print the legend).

Cecile de France y Albert Dupontel en 'La segunda vuelta'
Cecile de France y Albert Dupontel en 'La segunda vuelta'
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Dupontel por partida doble

De todo esto surge la idea de La segunda vuelta: la de un candidato presidencia que llega a la ídem haciendo gala de ideas liberales, tan en boga, pero con la agenda oculta de cambiar el sistema desde dentro, empezando por la emergencia climática. Dupontel se reserva el doble papel del político y de su hermano gemelo, separado al nacer, y no menos oculto, mientras que Cécile de France, transformada con permanente y gafas de los años 70 –ella misma se fabricó el look– interpreta a la reportera que descubre y destapa la trama, justamente cuando se encontraba deportada, junto con su cámara (interpretado por un entregado e hilarante Nicolas Parisier), a la sección de deportes de la cadena de informativos en la que trabaja. Un infalible dúo cómico.

Como era de esperar del director de Nos vemos allá arriba (2017) o Adiós, idiotas (2020), todo esto adquiere un marcado tono de excéntrica farsa, de fábula que hasta incluye planos de animalicos que recuerdan a La noche del cazador. Dupontel, escoltado por el director de fotografía Julien Poupard, amante de los colores muy contrastados (La gran juventud, El inocente) o el mago de los efectos especiales Cédric Fayolle, cultiva una estética maliciosamente kitsch que abarca desde planos difuminados a efectos especiales de rejuvenecimiento en flashbacks que son como pequeños cortos dentro de la película.

No en vano Fellini y Gillian, cineastas del exceso, figuran entre los máximos héroes de este director con innegable sentido del espectáculo, que poco a poco se ha construido una poética propia. En resumen, algo menos desmesurada que sus dos exitosas películas anteriores, La segunda vuelta es una muy divertida fábula, sobre todo gracias a la vis cómica de una Cécile de France que, como si fuera la Léa Seydoux de France (Bruno Dumont, 2021), está visiblemente encantada de convertirse en una desopilante caricatura. 

Al fin y al cabo, la caricatura siempre ha sido el más temido enemigo de los políticos en el mundo de la prensa, ese cuarto poder que la película muestra como esclavo del primero, el gobierno y las corporaciones. Dupontel dice que su máxima aspiración no es otra que la de entretener al espectador durante la hora y media, y poco más, que dura la película. Pero no cabe duda de que se trata de una película mucho más ambiciosa, tan espectacular como impregnada de un cierto fatalismo, que podría sortearse con una inesperada pirueta final.

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