SEFF 2022 | 'X14': regálame un robot sexy por Navidad

Que el mundo de hoy es áspero y extraño nos lo recuerdan divertimentos como esta comedia sci-fi con cameos de Jeanne Balibar y Denis Lavant.
Fotograma de 'X-14'
Fotograma de 'X-14'
Fotograma de 'X-14'

Milagrosamente viva y a la espera de un donante tras un accidente de coche, a Liz le han puesto un corazón artificial. Lleva asida al torso con un cinturón una batería que, como su móvil perpetuamente conectado a Tinder, debe cargarse cada cierto tiempo. Recibe alguna que otra llamada de vídeo de su madre, en las que se percibe que la relación entre ellas no fluye demasiado, y vive en un barrio residencial con su gato, un pez electrónico, una Roomba y X14, su compañero de piso, algo parecido a un asistente, un robot con cresta que parece salido de una disparatada de ciencia-ficción de serie B.

Y es que el tercer largometraje de la fotógrafa y cineasta francesa Delphine Kreuter, una desenfadada y original pieza DIY, de bien seguro sobresaldría en un certamen de cine fantástico. Es doblemente grato hallarla en el contexto del Festival de Sevilla, donde quizá uno espera encontrar otro tipo de propuestas, aunque a la hora de la verdad las fronteras y las etiquetas importen más bien poco. Podríamos decir, sin más dilación, que X14 es una película sin rumbo, pero ocurre que el caótico estado de cosas en que se halla sumida su protagonista nos resulta, por momentos, punzantemente reconocible: sí, podría decirse que Liz está lo que se dice en la mierda.

El trágico accidente que sufrirá su gato me hizo pensar al instante en aquel perro clonado de La posibilidad de una isla, la novela de ciencia-ficción de Michel Houellebecq; afín a las ideas de gente como Donna Haraway o Bruce Sterling en lo tocante a la convivencia con lo no humano y la alteridad cibernética, la película de Kreuter es también quintaesencialmente houellebecquiana —aunque el huraño escritor de La Reunión no se atreva todavía a imaginar a una protagonista femenina en sus libros. Los devaneos y naufragios de Liz, y su peculiar cohabitación con X14, también tienen algo de sitcom bizarra: imaginen una Broad City con robots en la banlieue. Ah, y con pequeños papeles para Denis Lavant y Jeanne Balibar.

Delphine Kreuter sigue a su protagonista cámara en mano, como si fuera otra invisible compañera de piso, y ese trazo ágil y bastardo se mimetiza a la perfección con la naturaleza imprevisible de su película. Nosotros vemos a Liz moverse, maldecir, salir a encontrarse con sus citas, acurrucarse en el sofá o la cama, pero el punto de vista que termina imponiéndose es el del visor del robot, un ser de género no binario que también desarrolla algo parecido a una conciencia, unos afectos, una curiosidad por el mundo. Quizá X14 sea la respuesta desde el punk a la melancolía concentrada del After Yang de Kogonada: al fin y al cabo, también este robot sabe pegarse unos bailes.

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