'Sangre en los labios' desencadena un incidente homófobo y violento en un cine de Bruselas: "Nos robaron nuestro momento"

Kristen Stewart y Katy O’Brian protagonizan el nuevo film de Rose Glass, un thriller con romance lésbico que está dando mucho que hablar en las últimas semanas.
Fotograma de 'Love Lies Bleeding' con Kristen Stewart
Fotograma de 'Sangre en los labios' con Kristen Stewart
Fotograma de 'Love Lies Bleeding' con Kristen Stewart

Desde que Sangre en los labios se proyectó en los Festivales de Sundance o Berlín, el público estaba sobre aviso de que la película no le iba a dejar indiferente. En particular, una facción de este quedó al tanto de que el argumento del film de Rose Glass narraba un romance lésbico entre Kristen Stewart (todo un icono queer) y Katy O’Brian, de forma que eventualmente varios pases de la película se convirtieron en celebraciones del colectivo LGTBIQ+. 

Ahora que la película ya se ha estrenado comercialmente con críticas estupendas, a Sangre en los labios no le queda sino llegar a más y más gente, aunque esto pueda frustrar a ciertos espectadores que no digieran bien las particularidades del film.

La primera señal de que Sangre en los labios podía dar pie a incidentes desagradables la tuvimos hace semanas en un cine de Detroit en EE.UU., cuando la policía tuvo que arrestar a un hombre borracho por haberse masturbado viendo la película. Lo ocurrido el pasado sábado en Bruselas es mucho peor, sin embargo. 

Según Variety, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas organizó un pase especial de la película que dirige Rose Glass (Santa Maud). El llamado BIFFF es conocido por su público fiel y unas proyecciones bulliciosas donde son habituales los gritos a la pantalla y las risas, estilo nuestro Festival de Sitges.

Y en efecto hubo gritos, pero muy desagradables. Al poco empezar la proyección en una sala de 1400 plazas empezaron también los comentarios: el tono se elevó, y en cuanto las actrices tuvieron su primer acercamiento se oyeron abucheos y burlas. 

Variety ha documentado el suceso con dos asistentes. Elina Fischer cuenta: “Conocemos la diferencia entre chistes estándar e insultos lesbófobos cuando el público aplaude durante una violación, cuando se burlan de la masturbación o abuchean a las actrices al grito de ‘desnúdate’, ‘quiere polla’, ‘asquerosas’ o ‘guarrillas’ en la más mínima escena de intimidad lésbica”.

Los gritos provocaron que varias asistentes se levantaran para pedir respeto al tiempo que otras abandonaban el auditorio en torno al minuto 20. “Una vez que las asistentes se levantan para abandonar la sala o pedir respeto, solo para ser abucheadas, insultadas y agredidas físicamente, y una vez que docenas de lesbianas abandonan la sala llorando, ensuciadas, degradadas y escandalizadas, no podemos hablar de un ambiente ‘de buen rollo’”, prosigue Fischer. “Temíamos por nuestras vidas, porque el tipo de gente que dice esas cosas durante la proyección es el tipo de gente que nos agrede. Nos asustamos y tuvimos que salir”.

Muchas asistentes dejaron efectivamente el festival, pero otras se congregaron a la salida para protestar por lo ocurrido: entre 60 y 80 asistentes se reagruparon en el vestíbulo pidiendo que interrumpieran el festival. “Gritamos para que nos oyeran también dentro, para estropearles la experiencia de la película igual que ellos nos la habían estropeado a nosotros”. 

La directiva se negó, y la protesta también se extendió fuera conduciendo hasta a tres agresiones físicas. Entretanto, según aclaró después Jonathan Lenaerts como responsable de prensa del BIFFF, decidieron llamar a la policía para disolver la protesta.

“Programamos Sangre en los labios específicamente por su temática LGTBI. Tomaremos medidas directas, si alguien hace comentarios inapropiados será expulsado inmediatamente”, ha declarado. Horas después, en efecto, el festival publicó un comunicado lamentando este incidente “inaceptable” y pidiendo disculpas a la audiencia por los “comentarios discriminatorios contra cualquier comunidad”. Esto no ha llegado a paliar el malestar, porque como muchas hicieron notar en redes, nadie hizo una referencia directa a la lesbofobia o la misoginia.

Nae Pam fue otra asistente involucrada en la protesta, y cree que “el comunicado no se disculpa en absoluto ni asume responsabilidad alguna”. “El BIFFF (y los festivales en general) deberían reconocer que sus películas no son neutrales, que algunas tienen un valor político, algo que decir sobre determinadas comunidades, como fue el caso de la comunidad lésbica. Y fue un error presentar esta película sin ningún contexto ni preparación, especialmente para un público así”, asegura.

“Esta película nos representa. Fue hecha por y para nuestra comunidad, que los homófobos arruinen nuestra experiencia es terrible. Todas nos sentimos muy tristes, conmocionados y enfadados, porque sentimos que no podemos existir sin ataques. La lucha contra la homofobia aún tiene mucho camino por recorrer”, añade Fischer, para lamentar por último: “Realmente nos han robado algo, nos han robado nuestro momento”.

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