Entrevista

San Sebastián 2022 | Miguel Herrán: "Con Instagram nos han enseñado a comer mierda"

El actor de 'Élite' y 'La casa de papel' presenta 'Modelo 77' de Alberto Rodríguez y hablamos con él
Imagen de Miguel Herrán
Imagen de Miguel Herrán
Carlos Villarejo
Imagen de Miguel Herrán

Nadie conocía a aquel chaval que un día encontró Daniel Guzmán por la calle y terminó convirtiéndose en el protagonista de su primera película. Aquella película era la fantástica A cambio de nada, que terminó llevándose el Goya a mejor dirección novel. Y aquel chaval no era otro que Miguel Herrán, que terminó llevándose el Goya a actor revelación y cuya vida había cambiado para siempre.

Tan solo han pasado siete años desde el estreno de A cambio de nada, pero a Miguel Herrán le ha dado tiempo de sobra para convertirse en uno de los actores más codiciados del cine español. Con apenas 26 años el actor ha sido el rostro de dos de las series más exitosas de la ficción española reciente: Élite, en la que daba vida a Cristian, y sobre todo La casa de papel, en la que su papel como Río le ha convertido en un ídolo de masas en todo el mundo. Ahora el actor presenta en el Festival de San Sebastián su nueva película, Modelo 77, y nos sentamos con él a hablar sobre cuánto le ha cambiado la fama en todo este tiempo, si es que realmente lo ha hecho.

Modelo 77 transcurre en los primeros años de la democracia española. ¿Qué te parece aquella España? Algo que me gustaba de esta película es que cuenta una historia de España que tenemos olvidada. Había mucha gente presa entonces por unos delitos absurdos. Por sus ideas políticas, por su orientación sexual. Era una España muy prohibitiva y somos muchos los que no la hemos conocido, los que hemos crecido en una España europeizada y moderna. Siempre es interesante recordar de dónde venimos. Hace 40 vivíamos en otro mundo. A veces me da rabia que no se reconozca lo que hemos avanzado como país. 

Miguel Herrán y Javier Gutiérrez en 'Modelo 77'
Miguel Herrán y Javier Gutiérrez en 'Modelo 77'
Cinemanía

¿Cómo ha sido rodar con Javier Gutiérrez? He aprendido mucho de él y me ha dado mucha tranquilidad. Esta película ha supuesto un punto de inflexión para mí. Ahora sí me creo que soy actor. Siempre había trabajado con mucha duda, con mucha inseguridad, muy en la forma y queriendo llegar a resultados. En esta película he disfrutado mucho, de una forma más tranquila. Ahora entiendo cuál es mi lugar, mi posición dentro del equipo. 

Dani Guzmán te descubrió por la calle y siempre cuenta que hiciste los castings de A cambio de nada con una desgana absoluta. ¿No sabías lo que estaba en juego? Sí lo sabía. Yo no tenía ninguna proyección vital ni profesional antes de A cambio de nada. Yo sabía que o me aferraba a esto y lo daba todo o estaba perdiendo la oportunidad de mi vida. Este pensamiento no nace en las pruebas sino después de haberla cagado tanto, el primer día de rodaje. Allí yo tuve una conversación muy potente con Dani y me di cuenta de que lo importante no era yo sino un señor que había confiado en mí para llevar a cabo el proyecto de su vida. Sí era consciente de lo que estaba en juego pero no podía imaginar adónde me iba a llevar esa película, que me iban a conocer fuera de España como ocurrió con La casa de papel. O que trabajaría con Alberto Rodríguez.

¿Qué director te gustaría que te llamase ahora? Me gustaría rodar con Sorogoyen. En las conversaciones de la profesión siempre hay dos nombres que sobresalen por encima del resto, el de Alberto Rodríguez y el suyo.

Esta película ha supuesto un punto de inflexión para mí. Ahora sí me creo que soy actor

¿Quiénes han sido tus maestros en el cine? El primero es Dani Guzmán. Dani Guzmán es el que me convierte en actor. Ten en cuenta que los ensayos de A cambio de nada duraron seis meses. Fueron como una masterclass para mí solo. A Luis Tosar siempre lo he admirado. Me gustaría conseguir lo que él ha conseguido, ser un gran actor que trabaja desde la calma. Con todos los grandes con los que he trabajado he sido muy curioso. Me iba con ellos y les preguntaba cómo analizaban el guion, les pedía que me enseñasen las notas que tomaban... Eso me ha nutrido mucho y me ha enseñado que no hay una única forma de trabajar. 

Miguel Herrán en 'Modelo 77'
Miguel Herrán en 'Modelo 77'
Cinemanía

Es interesante eso de que no hay una sola manera de interpretar. Sí. Porque depende de cómo estés, de cómo esté tu estado de ánimo, de si tu carácter se aleja mucho de tu personaje o no... Cuantas más herramientas tengas, mejor. En el Laboratorio William Layton me enseñaron que hay que crear desde lo más bajo, que hay que empezar por estar destrozado a nivel anímico. Creo que eso te puede funcionar en una secuencia determinada, en un momento determinado. 

Pero luego en la Central de Cine me enseñaron que, buscando ciertos adjetivos, imperativos, unos objetivos claros y trabajando desde la tranquilidad, también se pueden crear cosas. Yo siempre intento trabajar con diferentes métodos y objetivos, crear algo vivo que respire. Karra Elejalde me dijo una vez: “Nunca des respuestas, hazte preguntas”. Cuantas más preguntas te hagas más viva va a estar tu interpretación y los personajes van a coger más color, porque el ser humano está lleno de dudas, no de respuestas. 

Tienes casi 14 millones de seguidores en Instagram. ¿Cuál es tu relación con esta red social? Con Instagram he tenido varias épocas y peleas internas. Porque es un tipo de plataforma con la que realmente no estoy de acuerdo. Vivimos en una sociedad que está acostumbrada a consumir basura. Lo veo en mi profesión, en la política, en la calle, lo veo en la educación. Nos han enseñado a comer mierda, como si esto fuera un Burger King. Y lo que hace Instagram es vendértela muy bien y hacer que te apetezca. 

Yo veo a las generaciones nuevas, cómo se obsesionan con el físico, con las operaciones, y es normal que se obsesionen, coño, les estás vendiendo algo que no es real

Muchas veces me enfado y digo: ‘Yo no quiero vender mierda ni alentar esta parte de la sociedad por la que la gente pide mierda y se le da mierda’. Pero también sé que si no doy esto que se me pide dejo de resultar interesante. Y para mí Instagram es una gran fuente de ingresos. He tenido que pelear para ver Instagram como un negocio y dejar de verlo como algo personal. Así que sé que, en ciertos momentos, te voy a vender realidad porque me parece lo éticamente correcto y es para lo que creo que deberían utilizarse estas herramientas. Y por otro lado no soy gilipollas y me quiero generar un futuro estable y tranquilo para, en el día de mañana, poder realizar mi trabajo por pasión y nunca por necesidad. 

De vez en cuando, entro en el juego para poder mantener esta parte del negocio. Pero no estoy nada de acuerdo ni en cómo funciona ni en lo que hace a la gente. Yo veo a las generaciones nuevas, cómo se obsesionan con el físico, con las operaciones, y es normal que se obsesionen, coño, les estás vendiendo algo que no es real. Esas vidas no son reales. Esos físicos no son reales. Esa felicidad permanente no es real. Eso no existe. Pero si tú lo estás consumiendo diariamente te lo crees. Es como cuando eres drogadicto. Estás metido en tu droga y no quieres salir de ese mundo porque para ti es maravilloso, aunque sabes que es de mentira. 

Llega un punto en el que no sabes cómo salir y no sabes cómo afrontar el mundo real. ¿Qué generas? Inseguridad, insatisfacción, frustraciones… Estoy viendo a este que tiene una vida de ensueño y yo no la consigo, pero sí le voy a vender al resto que la tengo. Nos generamos frustraciones los unos a los otros. Es como vivir en una especie de gran teatro, de El show de Truman. Todo te parece poco, todo te parece mal, no estás contento con nada de lo que tienes. Yo tengo un conflicto con eso, no quiero hacer que niños dejen de comer para tener el físico perfecto.

Miguel Herrán en 'Modelo 77'
Miguel Herrán en 'Modelo 77'
Cinemanía

Éramos más felices antes, sin redes sociales. La vida era más sencilla pero también más feliz. Porque disfrutábamos de lo que teníamos, no estábamos frustrados por lo que no teníamos. Hace unos años yo me cogí una depresión terrible. Todo iba muy bien. Me compré la moto con la que soñaba desde niño. Y la disfruté diez segundos, al primer semáforo ya quería otra. Cuando yo no tenía nada, cuando yo empecé en esto, que venía de una situación relativamente precaria, no tenía lujos pero tampoco necesidades, me compré mi primera moto y era la hostia. Me daban igual las otras motos, era mi moto y era una pasada tenerla. Y ahora miro en Instagram el tubo de escape que no tengo. Ya no disfruto. Me pongo nervioso.

¿Quieres recibir todos los viernes en tu correo las mejores recomendaciones de cine y series? Apúntate a nuestra Newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento