¿Qué es un osobúho? Lo que debes saber sobre el monstruo que te enamora en 'Dungeons & Dragons'

El híbrido de plantígrado y ave rapaz nació como un juguete de plástico… y ahora es Sophia Lillis.
Sophia Lillis y un osobúho de 'Dungeons & Dragons'.
Sophia Lillis y un osobúho de 'Dungeons & Dragons'.
Cinemanía
Sophia Lillis y un osobúho de 'Dungeons & Dragons'.

"¿Me recuerdas qué es eso?", pregunta el bardo Chris Pine mientras la tiefling Sophia Lillis se transforma en un gigantesco engendro emplumado. Y Chris Wong le responde: "Es un osobúho". Solo con este diálogo, el tráiler de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones ha ganado para la película el respeto de los fans, hasta extremos que su predecesora de 2000 (AKA "la de Jeremy Irons en bata de cola") jamás pudo soñar. 

Para los dungeonitas de toda la vida, detalles como este crean la esperanza de que la cinta de John Francis Daley y Jonathan Goldstein haya captado el atractivo del decano de los juegos de rol. Un encanto que no solo reside en la épica y los prodigios, sino también en la explosión de chorradas y comedia slapstick que tiene lugar en cualquier partida cuando el máster y sus jugadores se sueltan un poco los pelazos medievales-fantásticos. 

Porque, pese a lo que puedan clamar los aficionados más intensos, la propensión a irse de madre es algo que está presente en D&D desde sus orígenes. Y el osobúho es una de las pruebas más fehacientes: temida por los jugadores de nivel bajo como una vara verde, esta criatura da testimonio de cómo los orígenes del juego estuvieron marcados por la  necesidad, la improvisación y las ganas de dar la nota. Debido a ello, el fandom la ha adoptado como una de sus mascotas extraoficiales. 

Aun asumiendo que los mundos (en plural) de D&D son lugares en los que cualquier cosa puede ocurrir, ¿qué demonios pinta en ellos un bicho mezcla de plantígrado y ave rapaz? La respuesta está en Gary Gygax, uno de los creadores del juego, y en su necesidad de improvisar para mantener entretenidos a sus amigotes. 

El señor Gygax y un juguete horrible

Como es bien sabido, Gygax y Dave Arneson crearon Dungeons & Dragons durante la década de los 70, introduciendo elementos mágicos en un juego de batallas medievales llamado Chainmail. Y, una vez iniciada esta deriva hacia lo fantástico, los autores se encontraron con un problema crucial: ¿de dónde sacar a las criaturas que despanzurrarían –y, a su vez, serían despanzurradas– por los jugadores y sus personajes? 

La solución adoptada por Gygax fue sencilla: usar figuras de plástico, llamadas Chinasaurs, basadas en las películas de monstruos gigantes al estilo Godzilla. Los bichos en cuestión se podían comprar baratos en los bazares de su Wisconsin natal y, además, eran feos como un pecado, lo cual hacía muy fácil asociarlos a criaturas de todo pelaje (o plumaje). 

Así, aquellos engendros de plastiquillo inspirarían varios de los monstruos emblemáticos de D&D, algunos de los cuales (como la bestia desvanecedora, alias "pantera con tentáculos") también aparecen en el tráiler. Pero, de entre todos ellos, uno destacaba por ser especialmente feo y contrahecho: de color amarillo canario, su espalda estaba cubierta por plumas (seguramente, escamas mal modeladas) y de su cabeza brotaba un pico. ¿Qué demonios podía ser esa cosa? 

Tras darle vueltas a la cabeza, Gary Gygax llegó a una conclusión. El juguete de marras sería una bestia temible y salvaje de origen mágico, capaz de masacrar equipos enteros de aventureros con un batir de pestañas. Y, dado que su aspecto le recordaba (con esfuerzo) a una mezcla de un oso y un búho... pues se llamaría "osobúho". La historia de los juegos de rol se escribe así, aunque no lo parezca. 

Horror innombrable, mascota achuchable

De esta manera, a partir del suplemento Greyhawk (1975) y del Monster Manual de 1977, el osobúho entró en el canon de Dungeons & Dragons. Y, desde ese momento, los fans del juego empezaron a temer y adorar a estas criaturillas encantadoras. Seguro que Will y el resto de niños de Stranger Things les deben momentos memorables a espadazo limpio. 

El amor que el fandom le profesaba al bicho queda atestiguado por el hecho de que este ha aparecido en todas las ediciones de D&D desde entonces. Y no solo en ellas, sino también en videojuegos, cómics y otros productos derivados. 

Además, como tampoco es plan de explicarlo todo, D&D nunca nos ha contado el origen del osobúho: la teoría más repetida sobre su nacimiento en la ficción es aquella que se lo adjudica a los experimentos de un mago chalado. Total, para una criatura cuya función era dar sustos en un bosque tenebroso, o figurar en una tabla de monstruos errantes, tampoco hacía falta mucha literatura. 

Pero el tiempo pasa, las mentalidades cambian, y los seres que antes eran carne de cañón (o de misil mágico) para hacer bulto en la cripta abandonada o el templo maldito de turno pasan a ser vistos con otros ojos tras décadas y décadas de masacre. 

Así pues, durante el siglo XXI, los jugadores de D&D se dieron cuenta de que el osobúho no tenía por qué ser necesariamente un engendro maligno, por mucho que así lo afirmaran los textos del juego. Sí, era peligroso, pero los osos de la vida real también lo son… lo cual no les priva de resultar adorables (siempre que no te estén haciendo lo que a DiCaprio en El renacido, claro).

Esta toma de conciencia, sumada a lo entrañablemente feos que resultan los bichos, convirtieron a los osobúhos en una suerte de mascotas de D&D. Y, cuando alguien se permitió imaginar que esas mascotas debían tener cachorros, la cosa llegó al paroxismo. Acababa de nacer el concepto "ositobúho", y el mundo nunca sería igual. 

De esta manera, el engendro pasó de ser una visión temida y odiada a (modificaciones amateur mediante) servir de acompañante peludo para exploradores y druidas de toda índole. Asimismo, los fan arts pasaron de representarle como una bestia carnicera a destacar sus aspectos más achuchables, especialmente en su forma juvenil. 

Y el paroxismo llegó en 2020, con el lanzamiento early access del videojuego Baldur's Gate III. Durante esta versión pixelada de D&D, los jugadores pueden enfrentarse a una hembra de osobúho… pero, si disponen de los poderes adecuados, también pueden adoptar a su cachorro tras la batalla. La bestezuela es del todo adorable, sobre todo cuando te ofrece pájaros muertos para el almuerzo y se ofende porque no los devoras crudos. 

Así pues, el personaje de Sophia Lillis en el nuevo filme de Dungeons & Dragons nos recuerda que el disparate entrañable ha sido una de las piedras angulares del juego desde sus orígenes. Esperamos que, tras el estreno de la cinta, las ventas de osobuhítos de peluche (que también existen, ¡faltaría más!) se disparen como nunca. 

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