La historia real de la mujer barbuda de 'Rosalie', que apostó con su marido que podía tener mejor barba que él

En 'Rosalie', que se estrena este 19 de abril, Stéphanie di Giusto se inspira en la vida de Clémentine Delait para trazar una historia de amor contra los prejuicios.
Nadia Tereszkiewicz en 'Rosalie' (2023)
Nadia Tereszkiewicz en 'Rosalie' (2023)
Karma Films
Nadia Tereszkiewicz en 'Rosalie' (2023)

Dicen las normas sociales que si el hombre, como el oso, es hermoso en función del pelo que le cubre, la mujer, por regla de tres, no ha de lucir más pelo que el de la cabellera, y ni siquiera todas las culturas permiten que se pueda presumir de melenaza al viento. Así, todavía hoy, el pelo en el cuerpo ¡y en la cara! de una mujer sigue provocando tanta controversia como en el período en que las féminas barbudas comenzaron a ser visibles, los últimos años del siglo XIX, una época que se definió por un frenesí visual inaudito hasta entonces.

Después de retratar a Loïe Fuller en La bailarina (2016), Stéphanie di Giusto viaja en Rosalie a una época más pretérita para, inspirada por la figura de Clémentine Delait, imaginar la historia de amor entre la joven velluda del título del filme, interpretada por Nadia Tereszkiewicz, y Abel (Benoît Magimel), propietario de una cafetería en quiebra que se casa con ella por su dote, desconociendo su secreto. 

Delait, como Rosalie, estaba afectada de hirsutismo, una condición que provoca que aparezca en el cuerpo más vello de lo habitual. Nacida en 1865 en Chaumousey, al este de Francia, Delait supo aprovecharse de la curiosidad que despertaba su apariencia y, después de visitar un espectáculo carnavalesco en el que se topó con una mujer barbuda, decidió que ya era hora de dejar de afeitarse y apostó con su marido que ella podía lucir una barba mejor. No se equivocó, porque pronto se convirtió en una celebridad.

El café que regentaba junto a su esposo desde 1885 en Thaon-les-Vosges atrajo a tal número de curiosos que le cambiaron el nombre por el de Le Café de La Femme à Barbe (Café de la Mujer Barbuda). Su barba rizada y estilizada desafiaba las convenciones de género del momento y Delait fue una transgresora con el beneplácito de las autoridades: en 1904 recibió permiso para vestir ropa de hombre, ya que era ilegal que las mujeres llevaran atuendos masculinos, y se dejó fotografiar posando como mujer y como hombre. 

Dicen las crónicas que esas imágenes fueron una sensación entre los soldados franceses durante la Primera Guerra Mundial, que curiosamente eran conocidos por el apodo de poilus, que significa “peludos”. Delait, pese a todo, mantuvo una vida familiar sosegada y adoptó a una pequeña cuyos padres habían muerto de gripe. 

Viajó por todo el mundo, abrió un cabaret cuando enviudó y en 1934 publicó sus memorias. Desde 1939 descansa en el pueblo donde vivió toda su vida y en su lápida reza “Aquí yace Clémentine Delait, la mujer barbuda”, como ella deseaba.

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