El cine quinqui desprende singularidad por su condición netamente española y su nexo con la realidad social de los años de la Transición. El gran Carlos Saura supo abordar la temática y a la vez conferirle otra dimensión en Deprisa, deprisa (1981), y lo hizo de una manera tan inspirada que se convirtió en una de las películas más representativas del subgénero.
El título, con un merecido estatus de culto, está de actualidad por su restauración de la mano de FlixOlé y Mercury Films y su próxima proyección, a modo de estreno mundial, en el Festival de Berlín el próximo 19 de febrero.
La circunstancia invita a descubrir y revisar en FlixOlé un filme con el que el autor aragonés ganó el Oso de Oro aquel año en la cita alemana, donde previamente había obtenido el Oso de Plata a la mejor dirección en dos ocasiones por La caza y por Peppermint frappé. La exhibición especial de Deprisa, deprisa este febrero en la 74 edición de la Berlinale guarda simbolismo por el reconocimiento que logró Saura hace más de cuatro décadas y porque además sirve como homenaje al coincidir con el primer aniversario de su muerte.
Deprisa, deprisa está presente en Berlinale Classics, sección paralela dedicada a las versiones restauradas de largometrajes icónicos. Hasta ahora ninguna película española había participado en este prestigioso marco de retrospectiva y reivindicación cinematográfica.
Esta inédita versión en 4K del referente quinqui, realizada a partir del negativo original de 35 mm, ha sido impulsada por FlixOlé, la plataforma del cine español, y la distribuidora Video Mercury Films, unidas en la conversación y la recuperación del patrimonio cinematográfico y en su promoción en el cauce de los festivales de renombre. Video Mercury Films lleva más de dos décadas en esas labores y sus trabajos de restauración han podido verse también en Cannes, Venecia o en el Festival Lumière.
Saura, respaldado una vez más por el productor Elías Querejeta, plasmó una historia de márgenes, marginalidad, delincuencia juvenil y drogas que sorprendió por el cambio de registro que llevaba aparejado (venía de la coyuntura de La prima Angélica, Cría cuervos…, Los ojos vendados y Mamá cumple 100 años) y por el tratamiento materializado.
Deprisa, deprisa, que recordó que el cine quinqui también podía asociarse a la autoría, desprende una fuerte naturalidad por la cual la narración fluye, tanto que el relato parece funcionar solo. Un aspecto que implica que asomen los ecos documentales (lo que trae relieve si se atiende a la trayectoria posterior del oscense) sin que la obra se salga de la ficción.
Saura, que tiempo atrás fue precursor del cine quinqui con Los golfos (1960), describe ese tipo de vida condenada a acabar mal sin juzgarla, lo que no quiere decir que no resulten palpables las derivas de esa realidad. El director y guionista optó por reflejar esa dinámica de 'palos' para ganar dinero y esnifar caballo de un modo menos radical y gráfico que otros exponentes de la corriente quinqui sin por ello perder carácter fidedigno.
Un tono al que por supuesto contribuyeron, como era habitual en este tipo de películas, los actores no profesionales conectados de una manera u otra con aquel entorno, aquí Berta Socuéllamos, José Antonio Valdelomar, Jesús Arias y José María Hervás.
La exposición, revestida de detalles escénicos alusivos al oficio bajo el que late la maestría, atrae asimismo porque muestra lo quinqui desde el factor de la relación amorosa de rápida conexión y pasos acelerados. El foco reposa en Ángela, la joven que se adentra en ese mundo al empezar a salir con Pablo tras conocerle en el bar en el que trabajaba de camarera. Es el personaje con más profundidad y matices como señalan sus miradas y lo que estas expresan en escenas como la del disparo, la de la discoteca o en el tramo final, envuelto en el significado.
El tono de Deprisa, deprisa se ve favorecido por las canciones introducidas, que encajan perfectamente y que le otorgan personalidad. Al frente de la selección musical figuran dos temas de Los Chunguitos, Ay qué dolor y Me quedo contigo. Suenan en varias ocasiones y son fundamentales respectivamente en la canalización emocional de la apertura y del cierre. La carga especial, en cuanto a esa especie de aura clásico, que transmiten las películas españolas de décadas atrás cuando se revisan ejerce también su efecto en las evocaciones suscitadas.
En el apartado de lo anecdótico, Deprisa, deprisa cuenta con una pequeña colaboración de un joven Matías Prats, quien relata en un informativo televisivo la noticia del asalto a un banco y la posterior huida entre tiroteos con la Policía, paso delictivo de Pablo, Ángela, Meca y Sebas que precipita la irrupción de lo trágico.
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