'Los crímenes de la academia' en Netflix: la investigación de Christian Bale con Edgar Allan Poe sugiere pero puede aburrir

Christian Bale y Harry Melling, en 'Los crímenes de la academia'
Christian Bale y Harry Melling, en 'Los crímenes de la academia'
(Netflix)
Christian Bale y Harry Melling, en 'Los crímenes de la academia'

Una investigación en una institución militar en 1830 a cargo de Christian Bale en el rol de un reconocido policía, quien establece alianza en busca de pesquisas con un joven Edgar Allan Poe, alumno del lugar. La premisa de Los crímenes de la academia, en Netflix tras un limitado y casi invisible estreno en cines, desprende sugerencia, y esta se materializa pero sin la fuerza deseada y generando interés desigual en el proceso. El tratamiento aplicado por Scott Cooper (Antlers. Criatura oscura, Black Mass, Corazón rebelde) constituye en origen un acierto, si bien adquiere una cadencia que puede pesar a más de uno.

La película, de título español horrible por lo funcional (el original es The Pale Blue Eye), supone la tercera colaboración de Cooper, que aquí adapta la novela de Louis Bayard, con Bale. Ambos habían trabajado juntos en La ley del más fuerte y en Hostiles. El actor transmite relieve, aunque se nota que el papel no le entraña demasiada exigencia y está lejos de esos extremos a los que nos tiene acostumbrados. A la exposición de los problemas del detective (la muerte de la esposa, la marcha de la hija) le falta detalle hasta que el cierre enmienda esa percepción.

La circunstancia provoca el factor 'robaescenas' de un sorprendente Harry Melling (choca caer en la cuenta de que de pequeño fue Dudley Dursley, el primo de Harry Potter) proyectando la figura del icónico escritor. Su encarnación transmite singularidad (su rostro) y la evocación asociada al perfil del autor de El cuervo. Expresa el entusiasmo de Poe por la propuesta de Landor, su inteligencia, su capacidad de mirar más allá, su personalidad atípica, su manera de entregarse al enamoramiento y, por supuesto, su obsesión por la muerte.

Bale y Melling, coprotagonistas, están acompañados por Toby Jones, Timothy Spall y, ya en roles en la práctica testimoniales, Gillian Anderson, Charlotte Gainsbourg y el gran Rovert Duvall. Un reparto atractivo pero, en lo que respecta a los tres últimos, desaprovechado.

El relato parte del hallazgo del cadáver de un cadete ahorcado, suceso que lleva a los oficiales de la academia a solicitar los servicios del investigador Landor. El hecho de que alguien le haya quitado el corazón al cuerpo señala la complejidad y el perfil del caso, relacionado con rituales ocultistas.

Christian Bale, en una imagen de 'Los crímenes de la academia'
Christian Bale, en una imagen de 'Los crímenes de la academia'
(Netflix)

La narración incide en la ayuda que presta Allan Poe, en la relación establecida y en las indagaciones que realizan en paralelo, con un Poe que se infiltra en un sospechoso grupo de alumnos. Todo ello en un ambiente helado e invernal, componente definido por la espléndida fotografía de Masanobu Takayanagi.

El filme depara alicientes, aunque menos de los esperados. Sobre los 40 minutos de metraje empieza a asomar lo pesado porque la pausa expositiva adoptada desde el principio, en esencia sugerente, se recubre de irregularidad en cuanto al interés que van suscitando las situaciones. El tedio potencial se agudiza conforme pone el foco en la familia del doctor interpretado por Toby Jones. El desarrollo en lo relativo a los Marquis se adscribe en el fondo a lo convencional. A este respecto, la relación entre Poe y la hermosa hija no evoca como debería.

A esta algo frustrante evolución del cauce se suma que se echan en falta mayores y mejores descripciones. Ocurre, como se ha indicado, con el protagonista, pero también con los secundarios así como en lo referente a la dinámica de la academia militar.

Cooper lleva a cabo un trabajo correcto y la producción denota cuidado. Sin embargo, al mismo tiempo queda fijada la sensación que la plasmación formal es más propia de una miniserie de lujo que de un largometraje. Le falta revestimiento cinematográfico. Que se piense en una miniserie habla además mal del ritmo de una narración de poco más de 120 minutos.

El interés que retiene Los crímenes de la academia se pone a prueba en un clímax muy poco convincente. Por suerte el cierre real acontece después y tiene un efecto reparador.

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