Las confesiones más terribles de las memorias de Matthew Perry: “Debería estar muerto”

En 'Amigos, amantes y aquello tan terrible', el actor se sincera sobre su vida, 'Friends' y sus adicciones.
Matthew Perry se sincera en 'Amigos, amantes y aquello tan terrible'
Matthew Perry se sincera en 'Amigos, amantes y aquello tan terrible'.
Cinemanía
Matthew Perry se sincera en 'Amigos, amantes y aquello tan terrible'
Matthew Perry se sincera en 'Amigos, amantes y aquello tan terrible'.
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“Dios, haz conmigo lo que quieras. Pero, por favor, conviérteme en una persona famosa”, suplicaba Matthew Perry (Massachusetts, 1969) de rodillas tres semanas antes de que lo ficharan para Friends. Dios cumplió con su parte del trato, pero, como el actor recuerda con sarcasmo chandleriano en Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz Editorial), este “a veces podía ser misericordioso, pero otras no tenía ningún problema en que clavaran a su hijo en una puta cruz”. Matthew Perry acaba de ser encontrado muerto a los 54 años de edad.

Antes de nada, una aclaración: yo siempre fui de Chandler Bing. También de Joey (Matt LeBlanc) y de Rachel (Jennifer Aniston), pero sobre todo de Chandler. Por eso, estas 400 páginas son un viaje a las películas de mi infancia y adolescencia, a las vivencias, los triunfos y los demonios de un ídolo desde un nuevo prisma, como les pasará a muchos otros. Porque, en esencia y con un tono jocoso pero algo melancólico, el libro de memorias de Perry presenta la vida de alguien en busca desesperada de una fama que cubra sus vacíos.

Es una vida marcada por la separación de sus padres y los viajes en avión de Ottawa a Los Ángeles con el cartel de 'Menor no acompañado'; por su miedo a la soledad, ese no sentirse suficiente y su inseguridad en el amor; por éxitos profesionales pasados por adicciones. Él mismo reconoce que si no hubiera echado mano del alcohol para ayudarle a pasarlo bien, se habría tirado de lo alto de un edificio antes de cumplir 30 años.

En estas páginas espiamos los juegos de Batman con su padre y las risas viendo Annie Hall con su madre. Su primera copa a los 14 años. Su debut con River Phoenix y aquella cita accidentada con Cameron Diaz. Friends y esa fama que, spoiler, no cubrió sus vacíos. Cuando vio ganar el Oscar a Julia Roberts, su ex, en una clínica de rehabilitación. Las 65 veces que se ha desintoxicado, la primera a los 26. El desastroso rodaje de Colgado de Sara. Cuando le explotó el colon. Sus anécdotas con Bruce Willis, Salma Hayek, Aaron Sorkin y quien creía que era M. Night Shyamalan.

Afortunadamente, y pese a la dureza de lo que cuenta, este viaje literario deja un regusto esperanzador, la confianza de alguien que, como él dice, ha logrado adquirir el gusto por la vida. Este es Matthew Perry, y así te lo cuenta. 

'Menor no acompañado'

Matthew Perry en su infancia y juventud
Matthew Perry en su infancia y juventud
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Así iba a llamarse por un tiempo el libro de memorias de Perry. Era el cartel que le colgaba del cuello cuando viajaba de Ottawa, donde vivía con su madre Suzanne Morrison, ex-reina de la belleza y secretaria de prensa del primer ministro Pierre Trudeau, a Los Ángeles, donde se había mudado su padre, el cantante y actor John Perry. De sus primeros años cuenta que le dieron fenobarbital para los cólicos a los dos meses y que sus progenitores se separaron con las cataratas del Niágara de fondo. 

He aquí el origen de esa herida de abandono que lo ha perseguido desde entonces, agujero negro que engullía todo. En la infancia, intentó apaciguarlo ganándose la atención de todos a su alrededor (y, sobre todo, la de su madre) como mejor sabía: haciendo reír. También se 'ganó' el amor de muchos gracias a su buena mano en el tenis y aún rememora aquella final de Wimbledon de 1982 en la que Jimmy Connors ganó a John McEnroe, su partido favorito. Aunque su recuerdo preferido de infancia es ver Annie Hall con su madre y reír a carcajadas. 

En su adolescencia, siguió perfeccionando el manejo de la raqueta, pero lo combinó con otros caminos mucho menos recomendables para acallar sus inseguridades: sacaba malas notas, empezó a fumar y hasta pegó a Justin Trudeau. La primera copa se la tomó con 14 años, en el jardín de casa, acompañado de unos amigos; probó aquel vino blanco Andrès Baby Duck y, por primera vez, nada le preocupó. Cuando, a los 15 años, se mudó a Los Ángeles con su padre, llegaron el desfase, las mujeres y las adicciones.

River Phoenix, equipaje alienígena y Chandler Bing

Matthew Perry junto a River Phoenix en 'Jimmy Reador'
Matthew Perry junto a River Phoenix en 'Jimmy Reardon'
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Pocos pueden presumir como Perry de haber compartido pantalla con River Phoenix en su primera película. Aunque Jimmy Reardon no fuera un éxito de taquilla, el actor de Friends recuerda con cariño sus días de cervezas y billares en Chicago. Peor recuerdo tiene de otro de sus primeros proyectos, Second Chance, en la que le cogieron a él, pero no a su padre: “Tenía el ego disparado; creía que era la hostia, como la hostia que se pegó Second Chance”. 

¿Lo bueno de esos comienzos en la industria del entretenimiento con la mayoría de edad recién cumplida? Su grupo de amigos, compuesto por Craig Bierko, Hank Azaria y David Pressman, cuatro jóvenes en busca de fama y entregados a la fiesta, algo que dejaría la cuenta bancaria de Perry en números rojos. En determinado momento, la situación era tan crítica que le obligó a suplicar a su agente que le consiguiera un trabajo y así llegó L.A.X. 2194, la serie que cerca estuvo de evitar que fuera Chandler Bing.

Imaginaos la escena: Perry metiéndose en la piel de un personaje dedicado al noble oficio de hacerse cargo del equipaje de alienígenas mientras sus amigos se presentaban al casting de una comedia que iba a llamarse Friends Like Us y de la que todo el mundo hablaba. Nada más leer el guion de este nuevo proyecto, el actor supo que aquel tal Chandler Bing era él, pero L.A.X. 2194 le impedía trabajar en otras series, así que se dedicó a preparar a sus amigos para el casting de Bing mientras suplicaba a su agente que le libraran de la apuesta futurista. 

Cosas de la vida, su buen amigo Craig Bierko fue el elegido para dar vida a Chandler, pero lo rechazó para ser el protagonista absoluto de la fallida Best Friends. El destino quiso que L.A.X. 2194 fuera cancelada, dejando el camino libre a Perry para reunirse con Marta Kauffman, cocreadora de Friends. Fue el último en llegar a la sitcom, un trabajo que, además de hacerle inmensamente feliz, le salvaría la vida. Eso sí, pronto descubriría que la fama no era la solución a todos sus problemas.

"El mejor trabajo del mundo"

Matthew Perry en la serie 'Friends'
Matthew Perry en la serie 'Friends'
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"Matt LeBlanc era el primero en llegar y Jennifer Aniston la última. Con el tiempo los coches eran mejores, pero el orden siguió siendo el mismo”, dice de sus compañeros. Para quienes crecimos riéndonos con Chandler ‘Muriel’ Bing (o Miss Chanandler Bong), tratando de imitar su cadencia al hablar o jugando a adivinar su profesión, este libro es una delicia nostálgica, pero también un sincero y conmovedor mazazo de realidad: mientras nosotros éramos felices con aquel graciosillo que llenaba silencios incómodos con sus chistes, Perry se perdía en alcohol, OxyContin y necesidad de reconocimiento.

Y, pese a todos los males, qué agradable es volver a través de sus palabras a aquel estudio 24 de Burbank donde Friends le salvó la vida. A recorrer aquellos casinos de Las Vegas por los que apostó dinero con sus compañeros en el verano antes del estreno de la serie (también se lio con Gwyneth Paltrow en el cuarto de las escobas); a mirar ensimismados a través de sus ojos a Jennifer Aniston, la que le llamaría la atención cuando estaba pasando uno de sus peores momentos con el alcohol; a imaginar la escena que propuso rodar con Sean Penn y no se hizo porque los creadores no la veían clara; a decir esa última frase de la serie. 

Friends también le dio una de sus relaciones más sonadas: la que mantuvo con Julia Roberts, la estrella del momento, y que arrancó por fax. Roberts, a quien le habían ofrecido un cameo en la segunda temporada de Friends, accedió a hacerlo solo si salía en una trama con Chandler. El actor se lo agradeció enviándole flores, empezaron a hablar por fax y, para cuando rodaron el episodio de la ficción, ya eran novios.

Perry, arrastrado por su profundo complejo de inferioridad, terminaría dejándola y, tiempo después, vería cómo su ex se alzaba con el Óscar por Erin Brockovich mientras él se desintoxicaba en una clínica. Matthew, al más puro estilo Chandler, quiso hacer un chiste tras el discurso de agradecimiento de la actriz: “¡Quiero volver con ella, quiero volver con ella!”. 

Hayek, Willis, Sorkin

'Falsas apariencias'
'Falsas apariencias'
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Con Friends llegó la ansiada fama y los proyectos que se interesaron por fichar a una de sus estrellas, aquel chaval tan carismático que interpretaba al graciosillo. Así llegó Solo los tontos se enamoran, cuyo rodaje tuvo dos momentos clave: cuando Salma Hayek pidió a Perry hacer un poco "la cucharita" en la caravana, y el accidente del actor con una moto de agua por el que tuvo que tomarse una pastilla metida en un blíster y le hizo sentirse tan “eufórico” que quiso repetir: “Año y medio después, me tomaba a diario cincuenta y cinco pastillas como esas”.

Pero, sin duda, su trabajo cinematográfico más exitoso llegaría pocos años después con Falsas apariencias. El mensaje que recibió de Bruce Willis tras fichar por el filme fue: "Matthew, soy Bruce Willis. Llámame si no quieres que vaya y le prenda fuego a tu casa, te parta los brazos y las rodillas y tengas que pasarte el resto de tu vida con muñones por pies y manos”. 

De ahí nacería una amistad que se consolidó en el Club Z, como bautizaron a la habitación que Willis tenía en el hotel Intercontinental en el que se alojaban en Montreal. Había dinero, copas y hasta una bola de discoteca. En una de esas, Perry apostó que el filme sería un éxito; si Bruce, que defendía que no, perdía, tenía que hacer un cameo en Friends. Falsas apariencias fue número uno en taquilla y Willis salió en tres episodios de la sexta temporada de la sitcom.

Y si hay un equipo que se ha ganado el cielo por lidiar con el peor momento de Perry fue el de Colgado de Sara. El actor, que buscaba producciones desesperado después de que los creadores de Friends lo tuvieran en el punto de mira por sus excesos, tuvo que dejar el rodaje a medias para desintoxicarse y, al regresar, puso voz sobre sus diálogos ya rodados porque no se entendía nada de lo que decía. 

Aunque son varias las ficciones televisivas y cinematográficas que se agolpan en su currículum, cabe dedicar una mención a una de esas series que prometía convertirse en un éxito de crítica y público: Studio 60 on the Sunset Strip. La apuesta de Aaron Sorkin (A.K.A. el hombre tras El ala oeste de la Casa Blanca) no duró más de una temporada, pero fue suficiente para que Perry detestara la forma de trabajar de Sorkin, un creador de lo más estricto que tenía a alguien en el plató asegurándose de que el guion se leyera tal cual estaba escrito.

Aquello tan terrible

'Friends'
'Friends'
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Ahora sí, hablemos de "aquello tan terrible". Matthew Perry se ha desintoxicado 65 veces, la primera con 26. Él mismo explica que los cambios de peso en Friends, que abarcaron de los 58 a los 102 kilos, daban pistas sobre las sustancias que consumía en cada momento. “Si prestas atención al peso que tengo de una temporada a otra, puedes seguir la trayectoria de mi adicción: si gano peso, es por el alcohol; si estoy delgado, es por las pastillas. Y si llevo perilla, es porque estoy tomando muchísimas”. 

Como hemos mencionado, Jennifer Aniston le llamó la atención una vez durante el rodaje de la serie ya que, pese a no ir bebido al set, olía a alcohol. Asimismo, estaba internado en una clínica de rehabilitación cuando se celebró la boda de Monica y Chandler, el 17 de mayo de 2001, y un coche se dedicó a llevarlo y traerlo de vuelta del estudio. La única temporada en la que estuvo limpio durante un año entero fue la novena, justamente la misma por la que le nominaron al Emmy a mejor actor de comedia.

Fuera del set, los medios pronto se hicieron eco de sus adicciones mientras él vivía en una espiral de autodestrucción. Durante años, visitaba casas a las que mudarse y revisaba los botiquines de los dueños “para ver si tenían alguna pastilla que pudiera sisarles”. Cuenta que bastaba con que algo ocurriese, ya fuera bueno o malo, para que él recayera tras etapas de sobriedad. Aunque, insiste, lo único que buscaba era sentirse mejor y, tan pronto temía por su vida, pedía ayuda. 

Hace cuatro años, el actor estuvo a punto de morir cuando su colon estalló por el consumo excesivo de opioides. Sumémosle a eso un ataque al corazón que le dejó con ocho costillas rotas y sin poder rodar su escena en No mires arriba con Meryl Streep para entender por qué se presenta en sus memorias con la frase: "Mis amigos me llaman Matty. Y debería estar muerto". 

Perry, que afirma que nunca ha probado la heroína porque nunca ha querido morir, ha conseguido curar sus heridas de infancia ayudando a otros a superar sus adicciones. También perdonando a su madre y entendiendo que era una niña cuando lo tuvo. Ahora, a sus 53 años, asegura que ha dejado la bebida y los opiáceos no por su fortaleza sino porque ya no le hacen efecto. También dejó el tabaco, hipnosis mediante, después de que le dijeran que si no no alcanzaría la vejez. Ya no tiene miedo, solo curiosidad, y se siente orgulloso de haber adquirido "el gusto por la vida". 

El amigo que necesitaba nuestra ayuda

'Friends'
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Amigos, amantes y aquello tan terrible es así un sincero, conmovedor y apabullante batiburrillo de sentimientos, anécdotas e historias, un desorden que define a Matthew Perry. Es una enumeración de penas, pero también de momentos felices, de adicciones, pero también del “mejor trabajo del mundo”. De Matty y Chandler. 

Es todo lo que hemos dicho y más. Atrapado en el tiempo es su película favorita, una vez confundió a M. Night Shyamalan con un señor de la India que era el maître de un restaurante al que acudía con frecuencia y el propofol le paró el corazón durante cinco minutos. Se bronceó los brazos para una cita organizada con Cameron Diaz en la que ella terminó dándole un puñetazo en la cara jugando al Pictionary. Y en un evento benéfico, jugando al tenis, hizo un saque casi de profesional (161 kilómetros por hora) que acabó aterrizando en las partes íntimas de Chevy Chase.

De la serie a la que le debe la vida recuerda a sus amigos: a David Schwimmer, que luchó por la subida de sueldo de todos en lugar de elegir mejorar solo sus condiciones; a Lisa Kudrow, la mujer que más le ha hecho reír; a Courteney Cox, “quien hizo creer a toda América que una chica así de preciosa querría casarse con un tío como yo”; a Jennifer Aniston, que le dejaba quedarse mirándola dos segundos de más cada día; y a Matt LeBlanc, que hizo del personaje más cliché el más divertido. “A todos ellos podía acudir con tan solo levantar el teléfono”, dice. 

En su prefacio, Lisa Kudrow asegura que la pregunta que más le han hecho durante muchos años de su vida ha sido: “¿Y cómo está Matthew Perry?”. La actriz admite su ignorancia en todo lo relacionado con las adicciones durante el rodaje de Friends, pero reivindica al Matthew Perry brillante, encantador y sensible que siempre estuvo ahí, incluso en sus peores momentos. Las risas durante la grabación de la intro de la sitcom en aquella fuente durante una agotadora noche de rodaje se las deben a él. “Me alegro mucho de que estés aquí, Matty”, se despide. Y nosotros también.

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