Guía para conocer a John Sayles, el cineasta que no se dejó corromper por Hollywood

A propósito del 25 aniversario de 'Lone Star', reivindicamos a uno de los cineastas más desconocidos y olvidados del cine norteamericano en cinco películas
El cineasta estadounidense John Sayles
El cineasta estadounidense John Sayles
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El cineasta estadounidense John Sayles

En el año 1996 llegaba a los cines Lone Star, uno de los filmes contemporáneos más certeros –y menos artificiosos- sobre el amargo problema fronterizo entre Estados Unidos y México. Sobrio y alejado de toda moraleja maniquea, su director, John Sayles, abordaba el delicado asunto en clave de western y desde una mirada poliédrica, articulando un relato árido de historias cruzadas y fantasmas del pasado que, en su resurgir, reivindicaban una distribución diferente de las etiquetas “víctima” y “verdugo”.

Más artesano que artista, John Sayles rodaría dieciocho filmes entre los años 1979 y 2013. Pasados 25 años de su estreno, Lone Star es la única película del cineasta que goza de un cierta popularidad en nuestro país. Más allá de esta, la mayor parte de la filmografía del autor neoyorquino resulta a día de hoy prácticamente inencontrable fuera del archivo de contadas bibliotecas (y de la plataforma Filmin, que ofrece en su catálogo tres películas del director: Silver City, Hombres armados y Honeydripper).

Tras más de cuarenta años detrás de las cámaras, y aun habiendo demostrado cierta irregularidad en la calidad de sus propuestas más recientes, la obra de Sayles se antoja a día de hoy perfecto ejemplo de una sólida coherencia narrativa y formal digna de reivindicación.

En el presente artículo repasamos brevemente su trayectoria y reseñamos los cinco títulos ideales para iniciarse en su cine.

John Sayles: del terror de Serie B al cine reivindicativo

Como muchos de los grandes cineastas norteamericanos de su generación, John Sayles comenzó su andadura en el cine de la mano de Roger Corman, máximo exponente del bajo presupuesto y la serie B.

El a día de hoy nonagenario cineasta y productor de Michigan, famoso por sus numerosas adaptaciones de Edgar Allan Poe con Vincent Price a la cabeza (véanse La mascara de la muerte roja o El péndulo de la muerte) y por sus negrísimas comedias de terror (La pequeña tienda de los horrores y El cuervo, entre otras), fue el responsable de que muchos jóvenes directores tuviesen la oportunidad de situarse por vez primera detrás de las cámaras: de Martin Scorsese a Francis Ford Coppola, pasando por James Cameron o Jonathan Demme, Corman se erigiría como el padrino de toda una retahíla de cineastas que, a partir de los años 70, renovarían el cine de Hollywood fusionando clasicismo y modernidad.

Así, Sayles, graduado en Psicología, haría sus pinitos en la industria del cine como guionista bajo el ala de Corman. Proveniente del mundo de la literatura -con apenas 27 años ya había publicado dos novelas, Pride of Bimbos y Union Dudes, ampliamente laureadas en su momento-, en 1978 escribiría el libreto de Piraña, film de Joe Dante (Gremlins, El chip prodigioso) producido por la New World Productions (la casa fundada por Corman y su hermano pequeño), una suerte de Tiburón de bajo presupuesto convertido a día de hoy en un clásico de culto imprescindible para los cinéfagos.

Tras Piraña llegarían La dama de rojo (1979), thriller sobre el mundo de la mafia y la prostitución ambientado en el Chicago de los años 30; Los siete magníficos del espacio (1980), un muy particular remake sci-fi de Los siete samuráis de Kurosawa; La bestia bajo el asfalto (1980), en la que un gigantesco cocodrilo emergía de los subterráneos para aterrorizar la ciudad de Chicago; y Aullidos (1981), su segunda colaboración con el director Joe Dante, filme clave en el subgénero de la licantropía y perfecto complemento de Un hombre lobo americano en Londres -película de John Landis estrenada el mismo año- para un programa doble de hombres lobo ochenteros.

Una profesión, la de guionista, que continúa siendo a día de hoy, según reconoce el propio Sayles, su principal sustento: en paralelo a su carrera como cineasta independiente, el neoyorquino ha ejercido como escritor -muchas veces “fantasma”- en producciones de gran tamaño que abarcan desde Apolo 13 (Ron Howard, 1995) a Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015), alcanzando la friolera de más de 60 guiones a su cargo.

Sería en 1980, a los treinta años, cuando Sayles haría su debut como director gracias a los ahorros obtenidos como exitoso guionista de terror de bajo presupuesto. Su primer filme, Return of the Secaucus Seven, resultó ser un éxito inesperado, recibiendo el premio a Mejor Guion de la Crítica de Los Ángeles y ayudando a abrir la senda del denominado “independent film movement”.

Desde entonces, el cineasta ha destacado siempre por su  eclecticismo temático y su capacidad de reinvención, enfrentando nuevos retos genéricos en cada proyecto: del drama romántico en Lianna (1983) o Baby It’s You (1983; su primera película apoyada por un estudio) a la fábula en clave de realismo mágico en El secreto de la isla de las focas (1994), pasando por la comedia de ciencia-ficción en The Brother From Another Planet (1984), el drama rural en Lone Star (1996), Limbo (1999) y Honeydripper (2007) o la parábola política en Ciudad de la esperanza (1991) y Silver City (2004).

Sin embargo, y más allá de esta diversidad genérica, en el centro de su obra aparece siempre situado el interés de Sayles por los más débiles, los indefensos, los desarraigados; personajes a cuyas historias se aproxima desde la honestidad de unas narraciones anticlimáticas, transparentes y alejadas de todo formalismo aparatoso. En pocas palabras: un contador de historias a la antigua usanza.

Matewan (1987)

Matewan
Matewan
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Quinto largometraje de John Sayles y, hasta el momento, una de sus mejores películas. Un relato amargo sobre la fundación clandestina de un sindicato minero en el Oeste de Virginia a comienzos de los años 20.

De narración pausada y sumamente atenta a los detalles, Matewan deja ver la clara toma de posición de Sayles en el bando obrero, logrando un difícil equilibrio entre realismo y epicidad: un filme social y reivindicativo pero también contenido; sobrio y austero pero en todo momento tocado por el aroma de lo legendario.

Destacan la excelente fotografía de Haskell Wexler y la interpretación protagonista de Chris Cooper, a quien Sayles otorgó su primera oportunidad en el cine (y con quien ha colaborado ya hasta en cinco ocasiones).

Passion Fish (1992)

Passion Fish
Passion Fish
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Junto a Lone Star, el filme de Sayles que ha alcanzado mayor gloria -ambas fueron nominadas al Oscar en la categoría de Mejor Guion Original-. En Passion Fish, el cineasta neoyorquino aborda la historia de amistad entre May-Alice Culhein, actriz que se ve condenada a la invalidez permanente tras sufrir un accidente de tráfico, y Chantelle, su enfermera.

Sayles se acerca a la tragedia y a la difícil superación del duelo desde la honestidad y el respeto por sus personajes que le caracteriza, huyendo de todo esteticismo pero sin dejar por ello de articular una puesta en escena milimétrica, haciendo un uso expresivo de las imágenes y los movimientos de cámara que acerca al espectador a la rabia y la desesperanza de quien debe permanecer postrado en una silla de ruedas.

En este ocasión, Roger Deakins (habitual de los Coen, Sam Mendes y Denis Villeneuve) a los mandos de la fotografía y una Mary McDonnell en el papel principal que recibió los elogios de la crítica, resultando nominada a los Oscar y los Globos de Oro por su interpretación.

El secreto de la isla de las focas (1994)

El secreto de la isla de las focas
El secreto de la isla de las focas
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En su primera obra filmada fuera de los Estados Unidos, John Sayles adaptaba un relato infantil donde una niña húerfana, de nombre Fiona, se traslada a vivir junto a sus abuelos junto al mar, en la costa oeste de Irlanda. Allí, su abuelo le contará la historia de su hermano pequeño, que fue arrebatado de los brazos de su familia al ser arrastrado por las olas hacia la lejana isla de las focas, pedazo de tierra que alcanza a divisarse desde el nuevo hogar de la pequeña.

Una fábula sobre el inconmensurable poder de las historias que perviven gracias a la tradición oral; un cuento mágico que logra embrujar al espectador al situarle tras los ojos inocentes de una niña y que Sayles pone en imágenes fusionando drama rural y realismo mágico con admirable destreza.

Especial mención merece la capacidad del cineasta para la evocación de las atmósferas, dotando a la isla de las focas de un halo mítico que invita al espectador a reconsiderar la existencia de la tierra de las hadas.

Lone Star (1996)

Lone Star
Lone Star
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El film más reconocido por crítica y público de Sayles narra la historia de Buddy (de nuevo Chris Cooper), el joven sheriff de un pequeño pueblo en el condado de Río, situado en la frontera entre EEUU y México. Cuando los restos de Charlie Wade, uno de los antiguos sheriffs del pueblo, aparecen en medio del desierto, Buddy comenzará a indagar en los trapos sucios de un pasado que resultará ser bien distinto al que ha quedado inscrito en la “historia oficial” del lugar.

Sayles utiliza en Lone Star la intriga generada por el descubrimiento de tal crimen como un mero pretexto, pues no es la sorpresa del espectador lo que interesa al cineasta: es en las raíces de la corrupción, de la segregación, de los rencores y las amarguras que edifican las fronteras y separan a los hombres donde el director neoyorquino tiene la intención de escarbar.

A destacar el impecable manejo de la temporalidad que demuestra Sayles, tejiendo un relato coral donde presente y pasado se entrecruzan mediante un inteligentísimo uso de los flashbacks, siempre al servicio del relato y sus personajes y nunca buscando el efectismo.

Hombres armados (1997)

Hombres armados
Hombres armados
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Probablemente, la mejor película de John Sayles. Rodada íntegramente en español, en Hombres armados seguimos los pasos del Dr. Fuentes (Federico Luppi), un médico de clase alta que, en el momento de jubilarse, decide visitar a los jóvenes estudiantes de medicina a los que, años atrás, envió en misión humanitaria a diferentes poblados indígenas de la montaña (Sayles decide no situar su película en una ubicación geográfica concreta, haciendo así extensible el problema del subdesarrollo y la colonización a todo el continente latinoamericano). A medida que avanza en su viaje, el doctor irá descubriendo que uno a uno, todos sus estudiantes desaparecieron en extrañas circunstancias.

Hombres armados es un hermoso poema sobre el dolor articulado como un “ascenso” a los infiernos que culmina en “Cerca del cielo”, un poblado en lo alto de la montaña cuya existencia es puesta en duda por todos. Luppi encabeza un reparto portentoso entre el que merece especial mención Dan Rivera González, el niño que interpreta a “Conejo”, quien no volvería a aparecer en ninguna otra película.

De nuevo, un Sayles enormemente respetuoso con el material de partida opta por que su película, de producción norteamericana, cuente con los actores e idiomas propios de las regiones retratadas, tornando así en un filme verdaderamente político lo que, de otra manera, podría haber supuesto un hipócrita canto anticolonialista.

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