La conmovedora historia real de 'La sociedad de la nieve' de J.A. Bayona, la candidata española para los Oscar 2024

La nueva película del director español llegará a Netflix una vez que se estrene en cines y narra los 72 días de terror que vivieron los pasajeros del vuelo 517 de la Fuerza Aérea Uruguaya, uno de los relatos más sobrecogedores de los últimos tiempos.
'La sociedad de la nieve', de J.A. Bayona
'La sociedad de la nieve', de J.A. Bayona
Cinemanía
'La sociedad de la nieve', de J.A. Bayona

Este artículo contiene SPOILERS de La sociedad de la nieve.

Un lustro después de Jurassic World: Dominion (2018), J.A Bayona regresa a la gran pantalla con La sociedad de la nieve, la cinta seleccionada para representar a España en los próximos Premios Oscar y que llegará a Netflix dentro de muy poco, pero antes lo hará en las salas de cine. El director barcelonés vuelve a basarse en una historia real once años después de estrenar Lo imposible (2012), y de nuevo se fija en una tragedia de enorme magnitud, aunque pasa de las paradisíacas playas de Tailandia a la inhóspita cordillera de los Andes.

La quinta película del realizador toma como base el libro homónimo de Pablo Vierci, compañero de colegio de algunos pasajeros del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, un trayecto por aire que se convirtió en una lucha por la supervivencia por las gélidas montañas sudamericanas. Durante 72 días, los supervivientes del accidente vivieron situaciones espeluznantes e incluso tuvieron que tomar una drástica decisión que impactó a la sociedad una vez salió a la luz.

Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya 

Viernes, 13 de octubre de 1972. Un vuelo que cubría el puente aéreo Montevideo-Santiago de Chile se encontraba todavía a bastantes kilómetros de la capital chilena. El teniente coronel Dante Laguara, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Curicó, creía que ya había llegado a la altura de la metrópoli, donde debía virar hacia el aeropuerto de destino. 

Pero no realizó la lectura correcta. El avión comenzó a descender mucho antes de lo que debería y se estrelló en plenos Andes, a una altura de más de 3.500 metros sobre el nivel del mar y a pocos metros de la frontera entre Argentina y Chile. A bordo iban 45 pasajeros, incluyendo los 5 tripulantes y 19 jóvenes miembros del club de rugby Old Christians Club.

La tragedia de los Andes

El fuerte impacto contra las montañas mató al instante a 13 personas, tres tripulares y una decena de pasajeros, unos por la fuerza de los diversos impactos y otros al caerse del avión. Pero la conocida como 'tragedia de los Andes' no había hecho más que comenzar. La primera noche, el 14 de octubre, fallecieron otras cinco personas debido a las heridas y a las bajas temperaturas, que alcanzaban los -30ºC. El rescate ya se había iniciado, aunque sin éxito. 

El noveno día muere otra pasajera, dejando la cifra de supervivientes en 26, a los cuales se les había acabado la comida. Y la búsqueda por parte de las autoridades se había suspendido, ya que no había incidíos de que quedase nadie con vida, a lo que había que sumar las condiciones climatológicas adversas.

Una solución drástica: la antropofagia

En una situación límite, quienes habían sobrevivido tomaron una decisión que cambiaría sus días y su vida para siempre: acordaron que, en el caso de fallecer, los que siguieran con vida podrían comerse sus cuerpos. Desde ese momento, el canibalismo comenzó a más de tres mil metros de altura, con los supervivientes alimentándose de la carne de los pasajeros fallecidos, que además eran sus amigos. Muchos tuvieron reticencias al principio, pero acabaron haciéndolo. 

Póster de 'La sociedad de la nieve'
Póster de 'La sociedad de la nieve'
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Un alud mortífero y comienzo de expediciones

Una semana después, en el día 17 (29 de octubre), mientras estaba refugiados en el fusilase del avión, una avalancha golpeó con extrema fuerza la aeronave, sepultándola y matando a ocho personas. Ya solo quedaban 19 personas con vida, las cuales estaban atrapadas con una cantidad ingente de nieve dentro del habitáculo. Tuvieron que esperar a que se derritiese para poder salir.

Una vez fuera del avión, tomaron la determinación de ir en busca de ayuda, aunque la meteorología apenas les dejó avanzar unos kilómetros, por lo que decidieron volver al lugar del siniestro. Dos semanas después hubo dos víctimas más, que fallecieron en un intervalo de apenas tres días. Justo cuando se cumplieron 60 días del siniestro, el 11 de diciembre, falleció Numa Turcatti, el único que se había negado a comer carne humana. Esa fue la última muerte en las montañas. Con el fallecimiento, paradójicamente, comenzó 'el milagro de los Andes'.

El milagro de los Andes

Al día siguiente, tres de los supervivientes más jóvenes iniciaron una dura escalada a la montaña para buscar ayuda. Una sobrecogedora empresa que les llevó más de una semana y que acabó con uno de ellos de vuelta en el campamento. Varios días después, Fernando Parrado y Roberto Canessa consiguieron llegar a la cima de la montaña donde estaban atrapados, pero lo que vieron allí fue desolador: una eterna blancura que se extendía más allá de donde les llega la vista. Hasta que uno de ellos divisó un cambio de color muy sutil: había una zona de color verde hacia el oeste, lo que indicaba que allí había un valle.

Los dos amigos comenzaron a dirigirse hacía aquel el lejano punto verdoso que indicaba vida, dejando atrás el blanco que tantas vidas se había cobrado. En el noveno día de expedición, el 69 desde que se estrelló el avión, ambos vivieron algo que jamás pensaron que volvía a ver: seres humanos. Al otro lado del río Barroso vieron a tres hombres a caballo, a los que gritaron para que les avistasen. Uno les vio, y les dijo que regresaría al día siguiente. Y lo hizo. La salvación tenía nombres y apellidos: Sergio Catalán, un arriero de la zona.

De Puente Negro al mundo entero

Natural del pequeño pueblo de Puente Negro, Catalán cabalgó 80 kilómetros en busca de ayuda después de que lanzase una libreta al otro lado del río a los dos supervivientes, que le comunicaron quienes eran. Llegó al puesto policial del municipio, donde en un principio no le creyeron, pero su insistencia hizo que el rescate se reanudase 62 días después de haberse suspendido. Era el 21 de diciembre cuando Canelas y Parrado fueron rescatados.

Regalo de Navidad

El 22 de diciembre, Parrado acompañó a dos helicópteros hacia el lugar del siniestro, donde solo pudieron recoger a seis de los 14 supervivientes que quedaban en el fuselaje del avión. El resto del equipo de rescate se quedó a pasar la noche junto a los ocho pasajeros restantes, hasta que la mañana del 23, un día antes de Nochebuena, fueron trasladados hasta diversos hospitales de Santiago de Chile, su destino original. Llegaron 72 días después, desnutridos, enfermos y con huesos y el alma rotos. Los restos de los otros 29 que fallecieron en los más de dos meses de penurias en los Andes aún permanecen en las montañas.

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