La delirante historia real de 'Oso vicioso': cocaína, un expolicía corrupto, un animal disecado y unos mocasines Gucci

El pobre 'Pablo Escobear' fue la única víctima inocente de esta trama de narcotráfico y estupidez (mucha estupidez). 
Detalle del póster de 'Oso vicioso' y el narcotraficante Andrew C. Thornton II.
Detalle del póster de 'Oso vicioso' y el narcotraficante Andrew C. Thornton II.
Detalle del póster de 'Oso vicioso' y el narcotraficante Andrew C. Thornton II.

Parecía una broma, pero era cierto: tras pegársela a lo grande en 2019 con Los ángeles de Charlie, Elizabeth Banks regresaba a la dirección con una comedia de terror cuyo monstruo sería un oso negro puesto hasta las trancas de cocaína y cuyo título español sería, para colmo, Oso vicioso. 

Lo tremendo del caso, sin embargo, no era el título de marras ni tampoco la presencia en el reparto de Keri Russell y de un Ray Liotta (maestro de esnifadores en Uno de los nuestros) que falleció tras el rodaje. Era más bien que el argumento del filme, achacable a una tormenta de ideas entre ejecutivos muy enzarpados, partía de una historia real y más delirante (según se mire) que la que veremos en la pantalla.

El protagonista de dicha historia fue Andrew Thornton II, un nativo de Kentucky que pasó de militar condecorado a agente (corrupto) de narcóticos, para después ejercer en el seno de un grupo de traficantes conocido como 'la Compañía' y especializado en transporte aéreo de mandanga. 

Tráiler en español de 'Oso vicioso'

Los relatos sobre el carácter de Thornton le describen como un sujeto peculiar, lector del fraudulento místico Carlos Castaneda y en perpetuo cuelgue de testosterona. “Alardeaba de su ideología de mercenario, de sus contactos profesionales, de sus hazañas como paracaidista y de manejar las armas y los útiles de espionaje como un machote”, señala el Washington Post.

En septiembre de 1985, Thornton lió a Bill Leonard, su profesor de kárate, para un supuesto viaje a las Bahamas que en realidad tenía como destino Colombia. De regreso a EE UU, con su avioneta sobrecargada por 400 kilos de tesoro blanco, el expolicía captó un mensaje por radio acerca de una posible redada en su aeropuerto de destino. Debido a esto, Thornton decidió abortar la misión: Leonard y él abandonaron el aparato en paracaídas.

El karateka sobrevivió al descenso, pero Thornton apareció muerto en una granja de Tennessee. Entre sus efectos personales se encontraron más de treinta kilos de farlopa, varias armas de fuego y unos mocasines Gucci.

El grotesco epílogo de esta historia llegó con el hallazgo del cadáver de un oso negro en Georgia: el animal había encontrado uno de los contenedores arrojados por Thornton durante el último tramo de su vuelo, ingiriendo una cantidad de cocaína valorada en 20 millones de dólares antes de morir de sobredosis. Según la autopsia, tres o cuatro gramos de la sustancia bastaron para provocar su fallecimiento. 

De este modo, en lugar de volverse tarumba y partir a la caza de humanos (lo cual hubiese sido justificable), el auténtico oso vicioso tuvo una muerte horrible por culpa de la estupidez de nuestra especie. Pero la humillación postrera estaba aún por llegar: hoy en día, un centro comercial de Kentucky afirma exhibir los restos embalsamados del plantígrado. Sea esto verdad o no, la desdichada bestia es apodada ‘Pablo Escobear’ por los visitantes.

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