El fin de 'Guardianes de la galaxia' también podría ser el fin de Marvel

Con el 'Volumen 3' concluye una fase decisiva para el Universo Cinematográfico.
'Guardianes de la galaxia: Volumen 3'
'Guardianes de la galaxia: Volumen 3'
'Guardianes de la galaxia: Volumen 3'

Como cabía esperar, Guardianes de la Galaxia: Volumen 3 está arrasando en Disney+. Ha llegado a la plataforma precedida por un gran éxito de taquilla y público, y se supone que es la segunda película de la Fase 5 de Marvel. Esa que empezó con Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, y se encuentra en el ecuador de la Saga del Multiverso, a concluir con la Fase 6. Pero estas nociones son atribuibles exclusivamente a los calendarios. Porque ante todo concluye una trilogía que ha impulsado James Gunn.

Hubo unos meses, en torno a 2018, donde cundió la preocupación por que el Volumen 3 no existiera. Un año antes se había estrenado Guardianes de la Galaxia: Volumen 2 con buena recepción, ahondando en los ingredientes personalísimos por los que destacó en 2014 (a dos años del estreno de Los Vengadores y la consolidación del Universo de Marvel), pero alguien reflotó unos tuits antiguos de humor negro de Gunn y la directiva de Kevin Feige decidió echarle a la calle. Gunn no perdió el tiempo, se puso con El Escuadrón Suicida y El Pacificador, y empezó a causar tan buena impresión como para que le nombraran presidente.

Incluso entonces, si le preguntaban, Gunn decía que lamentaba mucho haber dejado Marvel, porque eso significaba que no podría terminar la historia ni, en concreto, llevar el viaje emocional de Rocket (voz de Bradley Cooper) a su conclusión. Felizmente Marvel recapacitó y le permitió dirigir el Volumen 3. Ahora la historia, efectivamente, termina. Pero puede que con ella termine algo más.

Tráiler de 'Guardianes de la galaxia: Volumen 3'

A quién le importa Marvel a estas alturas

Ya está más que asumido, o debería estarlo, el dramático declive que ha atravesado Marvel desde que su Fase 3 concluyera con Vengadores: Endgame (y, en menor medida, con el apéndice de Spider-Man: Lejos de casa). Hay varios motivos que puedan explicar la sensación de hastío que han traído aparejada buena parte de los títulos sucesivos, incluso más allá de la comprensible desorientación a la que abocaría sus guiones el haber dejado atrás una historia tan larga y tan cuidadosamente orquestada.

La Fase 4 debía traer una resituación de las piezas del tablero y un recambio generacional, que la cúpula de Feige trató de organizar alternando secuelas (Doctor Strange en el multiverso de la locura) con debuts (Eternals y Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos) y eventos puntuales (Spider-Man: No Way Home). También se quiso nutrir la continuidad del MCU a través de un puñado de series en Disney+. La calidad fue irregular en ambos departamentos, algo con lo que el público podría haber lidiado… si no hubiera tanto por ver.

Fotograma de 'Bruja Escarlata y Visión'
Fotograma de 'Bruja Escarlata y Visión'
Disney

La producción de Marvel ha aumentado drásticamente desde que solo tenía que preocuparse de un par de films por año, y a más cosas que lanzan más fuerte es la pregunta de adónde va todo, cuál es el foco. Esto en lo relativo al desempeño emocional del espectador, pues las circunstancias industriales son más peliagudas: la maquinaria marvelita, tal cual estaba diseñada, no ha podido lidiar con tal cantidad de frentes abiertos. Situación agravada por la crisis del coronavirus, cierto, pero también por el enquistamiento de ciertos modelos de trabajo.

La gestión de Victoria Alonso al frente de los efectos especiales y digitales de Marvel (normalmente subcontratados) había sido criticada desde hace tiempo, pero la situación emprendió un ritmo imparable más o menos a partir de Thor: Love and Thunder. Ver a Tessa Thompson y al director Taika Waititi burlándose del CGI de una escena fue para muchos la señal definitoria de que el apartado artístico de Marvel estaba dejando de importar, en favor del descuido y la seguridad de que, fuera cual fuera lo que sacasen, la gente iba a verlo.

Fotograma de 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía'
Fotograma de 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía'
Disney

Black Panther: Wakanda Forever ejerció luego de trampantojo cualitativo (al menos en EE.UU. donde llegó a los Oscar, en el resto del mundo ha sido más cuestionada), pero a la vez era un salvamento desesperado de muebles al intentar sobreponerse a la muerte de Chadwick Boseman. Con ella Feige se apresuró a dar por cerrada la Fase 4, con la confianza de que la Fase 5 hiciera borrón y cuenta nueva.

No lo hizo. Ant-Man y la Avispa: Quantumanía trocó más visceral la conversación sobre los pobres efectos visuales de Marvel, y no solo tuvo críticas muy discretas: además precedió dos giros muy serios, que van a marcar un antes y un después en Marvel. Por un lado han despedido a Victoria Alonso, sin que se haya explicado exactamente por qué (su gestión del VFX apunta solo a ser un motivo de tantos). Y por otro Jonathan Majors, que había interpretado dos veces a Kang con vistas a ser el nuevo Thanos, tiene problemas con la justicia.

Lo de Majors aún no ha sido resuelto. El intérprete, mínimo, iba a aparecer en la segunda temporada de Loki (que ya se ha rodado), y en una de las dos películas que terminarían la Saga del Multiverso: The Kang Dynasty. Ahora mismo es probable que tras su comparecencia ante el juzgado sea sustituido por algún otro intérprete, y entretanto se divisa una nueva amenaza: la huelga de guionistas que acaba de empezar en Hollywood. Es razonable suponer que unas cuantas películas de la Fase 5 (The Marvels o Blade) ya estén escritas, pero ¿qué pasa con las que no?

Todo este panorama nos lleva a una única conclusión: Marvel agoniza. Puede seguir llevando gente al cine o reunir gente frente a Disney+, pero ya no tiene a los medios de su parte ni legitimidad cultural. Es un producto de masas, que siempre ha sido determinado por los pálpitos de una corporación pero que apunta a estarlo aún más en el futuro. 

Porque esa es otra: James Gunn tiene personalidad. Es imposible entender Guardianes de la Galaxia sin él.

Gunn se ha ido, y no queda nadie en el futuro de Marvel con esas garantías autorales. Nia DaCosta, Jake Schreirer, Julius Onah, Destin Daniel-Cretton (director de Shang-Chi) ocupándose de Kang Dynasty. Todos profesionales, y seguro que muy buenos, pero sin más vínculo que el contrato con las aventuras que están por venir. Sus proyectos son intercambiables. Apenas tienen filmografía de la que presumir. No hay un Gunn, o un Sam Raimi. Ni siquiera un Taika Waititi o una Chloé Zhao.

James Gunn, nuevo responsable de cine y series para DC.
James Gunn, nuevo responsable de cine y series para DC.
Cinemanía

Lo que perdemos con 'Guardianes de la Galaxia 3'

El tema de la autoría en Marvel está gastadísimo. Fue especialmente discutido a raíz de Doctor Strange en el multiverso de la locura, y más allá de lo cuestionable que fuera incluirla por entero en el honorable corpus de la filmografía de Raimi, había una cosa inapelable: en sus imágenes reconocíamos al director de Posesión infernal. A lo mejor como cápsulas de estilo, a lo mejor como fetiches caprichosos que fundamentaran una “marca Raimi”. Pero percibíamos algo. Una mínima riqueza expresiva.

Lo mismo se puede decir de Zhao con Eternals. Waititi se hundió un poco con Love and Thunder (una película marcada por la dejadez), pero los diálogos seguían teniendo el estilo de Thor: Ragnarok. Es lo que nos lleva a deducir que, sin ánimo de rendirnos acríticamente a la teoría del autor en el seno de Marvel, sí viene bien tener dirigiendo a alguien con inquietudes. Lo que ocurre con Guardianes 3, al igual que pasaba con el Volumen 2, es que hay tal huella de Gunn como para que le pueda resultar molesto a algunos espectadores.

Hay bichos grotescos. Hay un humor agotador. Hay violencia (mucha más de la que nunca hayamos visto en Marvel). Hay un desdén absoluto por que Guardianes 3 pertenezca a algo mayor, y es algo que se demuestra tanto en la infrautilización de Adam Warlock (Will Poulter) como en los estrechísimos cauces por los que transcurre este capítulo final. Guardianes 3 no va de salvar a la galaxia. Va de salvar a Rocket, y no se juegan nada más que la pérdida de unas cuantas vidas.

En su momento ya era posible ver Guardianes 2 como un intimista drama de personajes. Lo mismo pasa con Guardianes 3. Dentro de los cauces del blockbuster, Gunn se ha acomodado a ellos para hacer lo que ha querido. Es difícil imaginarse que los directores que vienen a continuación en la Fase 5 y 6 vayan a tener una conducta similar. Harán su trabajo escrupulosamente, lo mejor que sepan, y para casa.

Guardianes 3 es el fin de la trilogía de Guardianes, pero también (y a menos que los fichajes de la Fase 6 sean loquísimos) lo es de la Marvel con personalidad. De la Marvel autocontenida, con preocupación por sus personajes más allá de su destino en futuras películas. De la Marvel que encontró en su seno un hueco para la independencia y el entusiasmo. Marvel va a seguir existiendo después de Guardianes 3, pero seguramente cada vez nos vaya importando menos. 

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