Más allá de molar, ¿tienen algún sentido las canciones de Guns N' Roses en 'Thor: Love and Thunder'?

Taika Waititi ha preparado un considerable surtido de temazos para su nueva película pero... ¿por qué?
Chris Hemsworth en 'Thor: Love and Thunder'
Chris Hemsworth en 'Thor: Love and Thunder'
Disney
Chris Hemsworth en 'Thor: Love and Thunder'

Es muy posible que, en la lista de tráilers más memorables de Marvel Studios, el de Thor: Ragnarok tenga un lugar preponderante. Hace ya un lustro, en 2017, el avance de la tercera aventura del Dios del Trueno interpretado por Chris Hemsworth solo necesitó un par de minutos para sobreponerse a la decepción suscitada por sus anteriores películas: Thor a cargo de Kenneth Branagh y Thor: El mundo oscuro a cargo de Alan Taylor (sustituyendo a última hora a Patty Jenkins). De estos dos films, aunque Hemsworth nos caía bien a todos, se había convenido en sostener que el único acierto reseñable era el Loki de Tom Hiddleston. El resto: una marca rutinaria y aburrida. De lo menos estimulante del MCU.

Pero el tráiler de Ragnarok cambió esa percepción y lo hizo a lo grande, sin depender de que el nombre de su responsable, Taika Waititi, le sonara al fandom. Waititi tenía una meritoria carrera como director cómico a sus espaldas (Lo que hacemos en las sombras, A la caza de los ñumanos y el ocurrente corto de Marvel Bando Thor), y aún así no era necesario que alguien lo tuviera en mente para augurar que Ragnarok sería uno de los films más celebrados de Marvel. Bastaba la revisión del personaje de Hemsworth, más afable y menos encorsetado de lo visto en films previos. Bastaba el color radiante, que daba una luz nueva a Asgard y alrededores. Y sobre todo bastaba la banda sonora: la Inmigrant Song de Led Zeppelin.

Immigrant Song le daba un gran ritmo al tráiler. Los aullidos de Robert Plant, las letras en torno a la memoria vikinga, encajaban con un mundo que, hasta ahora, no parecía haber encontrado su auténtica esencia. Taika Waititi se la dio. Por eso más tarde le ofrecieron dirigir Thor: Love and Thunder. Una película que jamás habría existido sin Ragnarok.

No hay nada que no mejore un riff de guitarra

En sintonía a esta situación, el teaser de Love and Thunder fue concebido bajo estrategias similares: un gran acabado visual, la promesa de indagar psicológicamente en el protagonista, y otro temazo rockero. En esta ocasión Sweet Child O’Mine, antológica balada de los Guns N’Roses extraída de su álbum debut, Apetite for Destruction, publicado en 1987. Funcionó igualmente bien. Es posible que gracias a que, desde Ragnarok, no se había vuelto a emplear esta estrategia. Solo Waititi parecía tener la patente de utilizar temazos en sus avances.

El vínculo de Marvel Studios con la música pop es sumamente interesante y no ha sido demasiado estudiado. Sí se ha indagado en la construcción de su banda sonora original (generalmente sin mucho entusiasmo) pero en lo relativo a las piezas licenciadas, que exigen un desembolso de dinero para que puedan aparecer en su película, apenas sí se le ha querido dar vueltas. Puestos a hacerlo, parece inevitable fijar el primer Guardianes de la Galaxia como un hito en 2014, al incluir una gran selección de canciones de los 80. La música, en este caso, servía para dar identidad a los personajes de James Gunn, como también podía hacer con Waititi.

No queda más remedio que vincular el uso de Immigrant Song por parte de Ragnarok a las películas de Guardianes, sobre todo teniendo en cuenta que se estrenó el mismo año en que nos veíamos las caras con Star-Lord por segunda vez, en un Volumen 2 que había redoblado la apuesta. La música es imprescindible en la imagen de esta saga, hasta el punto de que apariciones de los Guardianes en películas no consagradas a ellos (como Vengadores: Infinity War) requieren que se produzcan enmarcadas por alguna canción licenciada. Antes de Guardianes, Marvel Studios se había limitado al trabajo orquestal de Alan Silvestri, Patrick Doyle o Ramin Djawadi. Después de Guardianes, había muchas más posibilidades.

Pero eso no quiso decir que a partir de Guardianes todas las películas de Marvel Studios se pusieran creativas a la hora de ensamblar popurríes. Al contrario: se mantuvo un equilibrio, un cuidado en discernir cuándo era oportuno utilizar este recurso. Cuando Immigrant Song irrumpía en el clímax de Ragnarok, venía a refrendar el impacto del tráiler, a darle gasolina a la batalla, y a que su letra inyectara épica a la aventura de Thor y sus amigos. Desde entonces, la música no original en Marvel Studios ha recorrido caminos parecidos, siempre buscando momentos clave en los que surgir, o vinculaciones estrechas al argumento. La banda sonora de Black Panther, compuesta entre Ludwig Göransson, Kendrick Lamarr y otros artistas, supuso otra adición clave en ese sentido.

Más allá de eso, anécdotas. Capitana Marvel aprovechaba su ambientación noventera para cobijar unos cuantos clásicos de esos años, con un sentido atmosférico. Los créditos de Viuda Negra fueron acompañados con una terrible cover de Smells Like Teen Spirit a cargo de Malia J., mientras Time de Pink Floyd sonaba tímidamente en los primeros segundos de Eternals. El uso de una canción conocida más simpático corrió a cuenta de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, siendo Hotel California el tema fetiche de Katie (Awkwafina).

Así nos plantamos en Thor: Love and Thunder, que a diferencia de Ragnarok no se ha limitado a retomar el Sweet Child O’ Mine para una secuencia climática. No. En Love and Thunder suenan cuatro canciones distintas de Guns N’Roses (y una de Enya y otra de ABBA). Quizá merece la pena preguntarse por qué. O qué tal funciona.

Un homenaje rockero

La primera canción de Guns N’Roses que escuchamos en Love and Thunder es Welcome to the Jungle, tema inicial de Apetite for Destruction, enmarcando un combate de Thor junto a los Guardianes de la Galaxia (un equipo que parece respaldar, más o menos, esta decisión musical). Luego suena Paradise City, la susodicha Sweet Child O’Mine y finalmente, durante el clímax, el icónico solo de November Rain. Todas son, qué duda cabe, canciones famosísimas, y su exaltación se ve correspondida con un diálogo donde el hijo de Heimdall (Idris Elba) insiste en que su nuevo nombre es Axl, como el líder de la banda de rock.

Con estos mimbres, y pasando por alto la aparición de Only Time de Enya y Our Last Summer de ABBA (esta en un flashback que repasa la relación fallida de Thor y Jane Foster), es inevitable percibir Love and Thunder como una suerte de carta de amor a la música de los Guns, al estilo de películas como Blinded by the light con Bruce Springsteen, Last Christmas con George Michael o, en España, Explota explota con Raffaella Carrá. Solo una pega, y es que las canciones elegidas son tan requetefamosas… que parecen haber sido elegidas sin mucho esfuerzo. Nadie niega que son increíbles, pero también están bastante quemadas.

Veamos qué piensa Waititi. “Simplemente queríamos gastar todo el dinero posible en algunas canciones”, bromeó para, a continuación, defender que el uso de canciones de Axl, Slash y compañía correspondía a una estética buscada, a una intención de distinguir Love and Thunder (cuyo mismo título ya remite a una portada de heavy metal) frente a otros films de Marvel. “Toda la estética de la película fue siempre una paleta de colores llamativa y ruidosa, que reflejara las furgonetas pintadas con spray de los años ochenta y las portadas de los álbumes de rock. Es el tipo de cosas que habría dibujado en mi libro en clase cuando no estaba escuchando al profesor”, ha explicado Waititi.

“Recuerdo haber pasado meses y meses perfeccionando el logotipo de Metallica en la escuela. O de Guns N' Roses, que era como una de mis bandas favoritas de todos los tiempos. Poder utilizar ese material para desarrollar visualmente esta aventura loca ha sido un sueño hecho realidad”, concluía. Así que aquí lo tenemos, este es el motivo de por qué suenan cuatro canciones de Guns N’Roses en Love and Thunder. Una decisión estética, auspiciada por el interés en que todo remita a unos años 80 chillones y coloristas (aunque GNR, en cuanto a la trayectoria central de la banda, está más bien a caballo entre los 80 y los 90).

Waititi acostumbra a utilizar canciones conocidas en sus films, y en esto no solo hay que recordar Ragnarok sino también Jojo Rabbit, donde David Bowie tenía un papel principal. El problema con respecto a Love and Thunder es que, por muy legítimo que sea sobre el papel buscar estéticas autónomas, el resultado es tirando a pueril por varios motivos. En primer lugar, no podemos olvidar que Love and Thunder pertenece a un universo cinematográfico asentadísimo, donde se han instaurado una serie de reglas tácitas en torno a cómo emplear la música.

El modelo Marvel

Estas reglas destacan que el factor más importante a la hora de elegir una canción licenciada es la diégesis. Esto es, una relación perceptible con el espacio donde se desarrolla la trama. La música original puede marcarse las jugarretas que quiera (como Danny Elfman utilizando las notas del opening de la serie animada de los X-Men en cierta escena de Doctor Strange en el multiverso de la locura), pero si te tomas la molestia de conseguir un tema no original este tiene que tender un puente claro con la narrativa, ya sea en cuestión de atmósfera (caso de Capitana Marvel) o de simple incidencia (algo que suene de fondo en una discoteca o un bar). Luego está lo de Guardianes de la Galaxia, claro.

La música de Guardianes de la Galaxia puede ser cualquiera registrada entre los 60 y los 90 porque forma parte de quién es Star-Lord (Chris Pratt); incluso suele emanar de un recipiente físico que la cámara señala (lo que suena en su aparato de reproducción), y por eso Gunn puede ponerse gourmet a la hora de decidir temazos. Más allá de estos supuestos está la posibilidad de ir más allá de la película, en cuanto a un apego a los créditos como hace Eternals o Viuda Negra. Eso es todo.

El tesoro más preciado de Star-Lord
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Disney

Si ya era un poco forzado que sonara Immigrant Song en el clímax de Thor: Ragnarok, lo ocurrido en Love and Thunder alcanza extremos chirriantes. Por mucha estética que diga suscribir Waititi, nada en la trama del film justifica que suenen esas canciones (no, el mencionado diálogo sobre Axl Rose no cuenta). Cuando irrumpen Sweet Child O’Mine, Welcome to the Jungle, Paradise City y November Rain, lo hacen careciendo de un conjunto de significado que ampare su presencia. Cuando irrumpen, suena gratuito. Y tampoco pasaría nada, si al menos hubiera algún trabajo por que encajaran desde lo artificioso.

Pero esto también se antoja imposible. Las escenas de acción están resueltas como cualquier otra escena de acción de Marvel (abundancia de CGI, montaje caótico, escala estandarizada de planos), de forma que da igual que suene un solo de Slash o una composición de Michael Giacchino. Además, volvemos a ello, que sean canciones TAN conocidas es un tiro en el pie: el reconocimiento de la melodía, la posibilidad de que te remita a otros lugares ajenos a la película, o incluso el hecho de perder un tiempo tratando de identificarla en tu cabeza, provocan una distracción lamentable. Suena el riff de Sweet Child O’Mine, y es inevitable sentir un distanciamiento. La música te saca de la película.

La cartelería también ha insistido en este vínculo rockero
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Quizá todo lo expuesto hasta ahora sea irrelevante y desde luego no implica que Love and Thunder sea peor o mejor película por ello. Es una simple decisión artística, cuestionable, que bien podría gustar a la audiencia (no dejan de ser canciones fabulosas) y no pasaría nada. Pero si se ha querido ahondar tanto en ella es por cómo la comparativa entre modos de hacer del MCU conduce a un asunto que posiblemente merece más atención: la impronta de Taika Waititi. Se suele decir que Waititi es un director con una personalidad propia pero, ¿qué quiere decir eso?

Leyendo Ragnarok y Love and Thunder en el marco de su filmografía, evidentemente es un guionista de vis cómica propia, más saludablemente absurda y caótica de lo habitual. Ciñéndonos a Ragnarok y Love and Thunder, también intuiríamos que le gustan los colores brillantes, reverenciar los originales comiqueros a base de planos cual splash pages. Y todo eso está bien. ¿Pero qué pinta la música estrictamente reconocible, de cajón, en este discurso autoral? Parece que no mucho.

Parece, de hecho, que solo nace de un capricho, posibilitado por los logros de alguien como Gunn (en quien la música licenciada tiene mucha más presencia, a la par que es más heterogénea y cultiva un ancla sólido en la trama ). ¿Es malo que la banda sonora de Love and Thunder, tan ruidosa, obedezca a un capricho sin justificación convincente? Suponemos que no. Pero ojalá no hubieran sido canciones tan trilladas. Ojalá no parecieran las elecciones de alguien que no se ha molestado en bucear en la obra de Guns N’ Roses fuera de las primeras posiciones de Spotify.

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