Entrevista | Robert Eggers ('El hombre del norte'): "Si las historias que cuento son brutales, los rodajes también deben serlo"

El autor de 'La bruja' y 'El faro' se enfrenta a su primer blockbuster con 'El hombre del norte'.
El hombre del norte
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El hombre del norte adapta el relato de Amleth, una leyenda danesa escrita en el siglo XIII por el historiador Saxo Grammaticus. De aquel texto extrajo Shakespeare, a principios del siglo XVII, mimbres para escribir Hamlet. Ahora es Robert Eggers (La bruja, El faro) el que se atreve a revisitar el texto original en su primera película de masas. Hablamos con él sobre presiones del estudio, aprendizajes y amor en época vikinga.

Siempre que leo entrevistas o declaraciones sobre tus películas, alguien hace referencia a la dificultad del rodaje o el frío que hacía. ¿Para cuándo una peli en el sur de Francia, Robert? ¿Te planteas diseñar algún rodaje tranquilo o disfrutas de enfrentarte a un reto?

[Ríe] Jarin Blaschke, mi director de fotografía, siempre que estamos muertos de frío, con las barbas congeladas, me dice “un día vamos a hacer una película sobre picnics en la época victoriana. Sol, bádminton y limonada. Pero me temo que en el guion que acabo de terminar, en los dos primeros actos llueve en cada escena y en el último, nieva. No puedo evitarlo.

Pero ¿hay algo de verdad en esto, crees que si sufres el producto es mejor?

Imagino que sí. Son las historias que cuento, son brutales. Si estuviese contando una historia alegre y me empeñase en sufrir y rodar bajo la lluvia, no tendría sentido. Pero si son historias duras, exigentes, los rodajes también deben serlo.

Tráiler de 'El hombre del norte'

¿Qué significa para ti colaborar con actores con los que ya has trabajado?

Ocurre con todo el equipo. También repito con la directora de vestuario Linda Muir o con el director de producción Craig Lathrop. Es la primera vez que trabajo con Robin Carolan como compositor, pero es uno de mis mejores amigos. Parece cliché, pero es fácil, te entiendes mejor. Particularmente con actores, necesitas establecer confianza entre ambos.

Yo empecé como actor, y lo dejé porque no era capaz de conectar con las historias y entregarme por completo. Y creo que eso es lo que haces, te entregas por completo. Eres completamente vulnerable y necesitas confianza. 

Cuando vuelvo a trabajar con Anna Taylor Joy, por ejemplo, ya hemos construido esa confianza, y se recupera inmediatamente, incluso permitiéndote ir más allá, más fácilmente. Ocurre con Willem Dafoe, ocurre con los directores de cada departamento, con todo el mundo delante y detrás de las cámaras.

La película tiene una gran dosis de realismo, has estudiado la cultura vikinga, has intentado documentarte todo lo posible. Pero cuando viajas atrás en el tiempo, no has de preocuparte únicamente del lenguaje o el vestuario. Hay muchísimas capas. Por ejemplo, el amor. No amamos como lo hacíamos hace cientos de años. ¿Cómo trabajaste en la historia de amor entre el vikingo y la bruja, para hacerla al mismo tiempo atractiva para el público y fiel al periodo histórico?

Intentas meterte dentro de las mentes de tus personajes, intentas comprender su visión del mundo. Fue difícil. Y como, por primera vez, intento contar una historia para un público muy amplio, hubo complicaciones. El estudio se preocupó por si resultaba todo demasiado frío. Con Sjon [coautor del guion] escribimos muchísimas escenas entre la pareja protagonista, en contextos actuales, como los de un instituto, pero con su forma de pensar y hablar. 

Así, pudimos encontrar aquellos detalles necesarios para empatizar con su romance y eliminamos el resto para no traicionar su identidad. Hay amor, pero hay supervivencia, necesidad. Ella termina con alguien que está inmerso en saquear una aldea y asesinar a inocentes. Pero necesita sobrevivir, y él es fuerte, con lo que de esa necesidad surge un amor, cariño.

Mucho de lo que el gran público conoce sobre ciertos periodos de la historia, viene del cine. El imperio romano, o la Segunda Guerra Mundial, los hemos dibujado a través de películas. Tú mismo has dicho que no existen muchas buenas películas de vikingos. ¿Sientes responsabilidad al pensar que lo que mucha gente sabrá sobre vikingos vendrá de esta película?

Por supuesto. Pero ya me ocurría con La bruja. Pretendía que fuese “LA” bruja [ríe].

¿En qué sentido, a qué te refieres?

Era mi tesis sobre lo que es la brujería moderna, o lo que era para las comunidades de colonos británicos a principios de la edad moderna. Eso era La bruja. Quiero hacer lo mismo con El hombre del norte, crear una tesis sobre la era vikinga. Suena demente, pero es mi objetivo.

¿Es cierto que la escena final es lo primero que tenías en mente cuando comenzaste a escribir esta película?

Sí. Fue en un viaje a Islandia con mi mujer. Todo me inspiraba. Vimos a un hombre solitario, enorme, montado sobre un caballo enano, con los pies casi rozando el suelo. Viajaba tranquilo, rodeado de un paisaje profundamente elemental. Así que, ¿cómo resistirme a una lucha de espadas en un volcán? Y sé que hay algo terriblemente americano detrás, pero gracias a Sjon y a su colaboración en el guion, pudimos llegar a ese clímax de manera orgánica.

Es algo que se nota en la película, hay escenas muy medidas, muy preparadas, y otras en las que surge algo natural, auténtico. ¿Cómo equilibraste la búsqueda de lo nuevo y espontáneo con la exigente preparación que transpira El hombre del norte?

Es frustrante sentir que, al ver la película, ciertas escenas quedan demasiado ajustadas, casi se nota que los actores están pisando sus marcas. Quieres estar muy preparado para que todo parezca nuevo. Es algo que me lleva a El faro. 

Robert Pattinson, a quien amo y respeto y con el que me encantaría volver a colaborar, sentía que ensayábamos en exceso, que mi forma de trabajar era muy estricta, que todo eliminaba la espontaneidad que él quería. Dafoe defendía que puedes ensayar un millón de veces, pero vivirlo de manera natural si te concentras en el presente. 

Pienso en Kurosawa. En Ran, que es cierto que, comparada con otras de sus películas, puede resultar tremendamente teatral, y quizás no sostenga mi teoría, pero en Ran ensayaba muchísimo, para luego grabar una sola toma. Si no había error de cámara o técnico, no se repetía. Hay algo místico en esa forma de rodar. Es algo que noto en el saqueo a la aldea, esa escena resulta correcta, estoy orgulloso de ella. Y de las que no estoy orgulloso, ya lo haré mejor la próxima vez.

Una última pregunta, ¿qué aprendiste sobre ti mismo haciendo esta película?

Cuando acabamos, Ethan Hawke nos abrazó a mí y a Jarin y nos dijo “enhorabuena, chicos, ahora podéis hacer lo que sea. Habéis hecho todo lo que se puede hacer, excepto coches chocando o helicópteros, ¡pero tampoco quieres hacer esa mierda Rob!” Y Jarin y yo respondimos “sí, ahora sabemos cómo hacer esta película”. 

Siento que he aprendido, finalmente, a hacer una película. Siento que, hasta ahora, estaba diciéndoles a los jefes de los estudios que sabía hacer una película, esperando que todo saliese bien, pero ahora sé cómo hacer una película.

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