Ellen Burstyn, la madre de 'El exorcista', recuerda a William Friedkin: "Era listo, culto y atrevido"

La actriz sufrió daños permanentes en la espalda durante el rodaje del clásico del terror. 
William Friedkin y Ellen Burstyn durante el rodaje de 'El exorcista'.
William Friedkin y Ellen Burstyn durante el rodaje de 'El exorcista'.
Cinemanía
William Friedkin y Ellen Burstyn durante el rodaje de 'El exorcista'.

Aunque sus virtudes como cineasta eran incuestionables, el difunto William Friedkin no era una persona de trato fácil, algo que Ellen Burstyn sabe mejor que nadie debido a sus experiencias durante el rodaje de El exorcista. A pesar de todo, tras el fallecimiento del director, la actriz ha decidido quedarse con los buenos recuerdos dedicándole un emocionante tributo. 

"Mi amigo Bill Friedkin era un caso único: listo, culto, atrevido y con un talento salvaje", ha declarado Burstyn (vía Deadline). "En el plató, sabía lo que quería, estaba dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo y era capaz de pasar a otra cosa si veía que ocurría algo mejor. Era un genio, sin duda". 

Burstyn, que ahora retoma su papel de Chris McNeil en El exorcista: Creyente, sabe muy bien hasta qué extremos estaba dispuesto a llegar Friedkin en el plató. Es muy conocido el accidente que le costó daños permanentes en la espalda tras caer de espaldas en una de las escenas donde forcejea con Regan (Linda Blair), la niña poseída. 

Asimismo, la actriz tuvo que lidiar con el mal carácter de Friedkin, y con su afición a golpes de efecto tales como disparar al aire con una pistola de fogueo para así mantener estresados a sus intérpretes.  

Aun así, la ordalía de rodar El exorcista le granjeó a Burstyn una nominación al Oscar: la actriz, que ya había aspirado al premio por La última película, acabaría llevándoselo al año siguiente gracias a su trabajo con Martin Scorsese en Alicia ya no vive aquí.  

De esta manera, pese a haber recibido otras tres nominaciones (por El próximo año, a la misma hora, Resurrección y Réquiem por un sueño), a las que hay que sumar sus premios Emmy en el siglo XXI, es comprensible que Burstyn mire con cariño la época del Nuevo Hollywood y sus directores tan geniales como desquiciados. Con ellos, al menos, una nunca se aburría. 

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