Estreno

'El caftán azul': la película valiente que se enfrenta al tabú de la homosexualidad en Marruecos

Entrevista con la directora Maryam Touzani, de nuevo en el ojo del huracán: tras la madre soltera de ‘Adam’, ‘El caftán azul’ afronta el tema de la homosexualidad en Marruecos
'El caftán azul'
'El caftán azul'
Cinemanía
'El caftán azul'

Lo que ocurre en la sastrería se queda en la sastrería. El segundo largometraje de la cineasta marroquí Maryam Touzani (Tánger, 1980) regresa al choque de la realidad diaria con la moral islámica en su país. Formada en el cine documental (estudió periodismo en Londres) y directora de Adam en 2018, filme en el que una madre soltera era despreciada por su familia, la directora de El caftán azul [estreno: 10 de marzo] vuelve a pivotar su historia sobre el personaje de la actriz marroquí más reconocida, Lubna Azabal, quien repite a las órdenes de Touzani con un personaje doliente, que lleva sobre los hombros el peso de una relación y sus ocultas intimidades. 

Azabal, que lleva más de veinte años trabajando en media Europa, el Magreb e Israel, que tras Exils de Tony Gatlif y Paradise Now de Hany Abu-Assad, saltó a la fama con Incendies, de Denis Villeneuve, da vida a la esposa de un sastre en la medina de Salé, cerca de Rabat, un hombre interpretado por Saleh Bakri (Costa Brava, Líbano) que lleva en secreto su homosexualidad. La contratación de un aprendiz va a revolucionar una convivencia tranquila pero frustrante para ambos.

La homosexualidad sigue castigada con la cárcel en nuestro vecino del sur, y El caftán azul, coescrita junto al también cineasta Nabyl Ayouch (Los caballos de Dios), pareja de la directora, es la primera película en enfrentarse frontalmente a este tema prohibido en Marruecos. Preseleccionada para el Oscar internacional, premiada en festivales de todo el mundo de Chicago a Atenas, y con el premio a mejor actriz para Azabal en la Seminci, el valor de Touzani va más allá de lo cinematográfico: en un lugar como Marruecos “el cine todavía ocupa un lugar central como agente de cambio, capaz de abrir las mentalidades más cerradas”.

La homosexualidad está penada con hasta tres años de cárcel en Marruecos. ¿Cómo te atreviste a dirigir la primera película sobre el tema de tu país?

Simplemente es una historia que necesitaba contar. Conocí a una persona mientras preparaba Adam en la Medina de Casablanca, y me impresionó sentir que mantenía oculta una gran parte de su vida. Me di cuenta de que existían muchos matrimonios que son pura fachada. Es un tema extremadamente sensible, pero creo que hay que intentar cambiar las cosas. Si las mentalidades cambian, las leyes también lo harán.

La película se presentó en el festival de Marrakech, ¿cómo fue la acogida?

Buena: generó mucho debate. El papel del arte es llevar a la gente fuera de su zona de confort. Que se mostrara en el festival, y que luego fuese candidata al Oscar, ya es mucho. Aunque la homosexualidad es un tabú en mi país, también obtuve fondos oficiales para financiarla. Hay un deseo de apertura y de diálogo. También recibí muchos mensajes personales de gente que, al ver la película, sentían que existían.

Adam, tu primera película, en la que hablabas del tabú de las madres solteras, también provocó mucho debate, ¿no?

Sí, lo que me gustó mucho es que incluso el público más conservador conseguía conectar emocionalmente. Y mucha gente contó sus propias experiencias. La mostré primero en asociaciones de madres solteras, y me emocionó mucho que, al verse reflejadas en la pantalla, ellas también sintieran algo así como una dignidad recobrada.

¿Han cambiado mucho las cosas desde Much Loved, la película de tu marido, Nabil Ayouch, sobre el mundo de las prostitutas, que provocó un violento escándalo en 2015?

Sí, hubo un antes y un después. También trataba sobre un colectivo al margen, invisibilizado por la sociedad y por ellas mismas, ya que muchas, como el protagonista de El caftán azul, optan por el perfil bajo. Las reacciones fueron extremadamente violentas, cosa que no hacía más que subrayar lo necesario que era hacer la película. Así se creó un nuevo espacio de libertad para hablar, se relajaron algunas limitaciones, y fue muy hermoso.

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