Del gore a la fantasía heroica: esta saga de terror pegó un giro tan imaginativo como radical para no morir

La tercera entrega de 'Posesión infernal' se alejó de los excesos de sus predecesoras para alcanzar nuevas audiencias.
Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
Cinemanía
Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'

De las tres entregas que componen la trilogía Posesión infernal (Evil Dead en inglés) dirigidas por Sam Raimi, quizá la más popular de ellas, sobre todo entre aquellos espectadores y cinéfilos que no son fans acérrimos del género gore, sería El ejército de las tinieblas.

Una película cuya premiere ocurriría en el Festival de Sitges de 1992 y cuyo estreno estadounidense se retrasaría a febrero de 1993, aterrizando en España en julio de 1993. Un filme que se convertiría en pieza casi de culto cuando todavía ese término no estaba popularizado en el imaginario colectivo y que haría que Raimi comenzara a hacerse popular más allá de aquellos aficionados que leían la revista Fangoria.

En realidad, Raimi ya había comenzado a labrarse una cierta reputación fuera de las filas de los fans del gore con Darkman, la producción de Universal Pictures estrenada en 1990 y que, en manos del director, se convertiría en una precursora de la ola de cine de superhéroes que vendría décadas después. 

Un relato cuyas influencias provenían tanto de los antihéroes originarios del pulp como de La sombra, el primer Batman de Tim Burton o los monstruos incomprendidos de los clásicos del horror de Universal. Todo ello protagonizado por unos aún desconocidos Liam Neeson y Frances McDormand.

Darkman era una evolución del cine de Raimi que, aunque todavía jugueteaba con la truculencia del gore, en ningún momento llegaba a las cotas de visceralidad lúdica de las dos primeras entregas de Posesión infernal. A esa primera vez trabajando para una major, le siguió la producción de El ejército de las tinieblas bajo el amparo de Universal Pictures en un acuerdo de colaboración que se produjo gracias a los buenos resultados en taquilla de Darkman.

Entre Frank Frazetta y Ray Harryhausen

El ejército de las tinieblas arrancaba justo donde nos dejaba su anterior entrega, Terroríficamente muertos, con su protagonista, Ash Williams, trasladado a la Edad Media por culpa del Necronomicón, el libro de los muertos convertido en némesis del protagonista. Una idea que en principio era la idea original de la segunda película, pero que fue desestimada debido al escaso presupuesto del que disponía Raimi en dicho momento. 

Ahora, bajo el paraguas de Universal, de la productora de Dino de Laurentiis (que se involucró en el proyecto al ver los buenos resultados en el mercado del video doméstico de las dos primeras entregas) y de 11 millones de presupuesto, Sam Raimi consideraba que su idea original podía llevarse a cabo.

Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
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El ejército de las tinieblas es muy diferente en tono a las dos primeras entregas de la saga. No solo porque Ash y la franquicia abandonan el presente y la cabaña en los bosques, sino porque también se aleja progresivamente del salvajismo gore de sus películas previas. Un salvajismo que de la primera a la segunda ya había mutado, potenciando lo humorístico y cartoonesco, pero sin olvidar el festival de vísceras y carne. 

Además, la tercera cinta fue calificada para mayores de 13 años por decisión de Universal -en contraposición al mayores de 18 que ostentaban las dos primeras- y, en ella, Raimi quiso alejarse algo de la casquería y acercarse más al género fantástico y de aventuras como Un yanqui en la corte del Rey Arturo y Jasón y los Argonautas, aderezado por la comedia bufa de Los tres chiflados.

Una reducción de la imaginativa casquería que se había convertido en elemento distintivo de la saga y que, a pesar de su sustitución por una potenciación del slapstick, se recuperaría tanto en el remake dirigido por Fede Álvarez en 2013 como en la serie de televisión Ash vs Evil Dead, su secuela bajo las formas del serial televisivo estrenada más de dos décadas después.

Asimismo, el director y su hermano Ivan Raimi (que colaboraría en la escritura del libreto) decidieron fusionar la imaginería de Ray Harryhausen con el estilo sword and sorcery de trabajos tan complementarios como diferentes como Conan el Bárbaro de John Milius, Los señores del acero de Paul Verhoeven o las ilustraciones de fantasía heroica del legendario Frank Frazetta, como se puede observar en los diferentes carteles que acompañaron al estreno del filme.

Póster de 'El ejército de las tinieblas'
Póster de 'El ejército de las tinieblas'
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Bruce Campbell superstar

A su vez, el gran as en la manga de la película es su actor protagonista, Bruce Campbell, que continúa con la construcción de Ash Williams, el antihéroe de la saga. Una evolución que ya se había dejado ver en el paso de la primera a la segunda entrega donde, de personaje unidimensional, Ash pasaría a convertirse en encarnación en carne y hueso de un personaje de cartoon fusionado con las habilidades físicas del mejor actor de slapstick.

En El ejército de las tinieblas, Campbell entrega el cambio definitivo para el personaje, en esa mezcla de héroe crepuscular y redneck de la América profunda que ha quedado en el imaginario de la cultura pop y que serviría de punto de partida para Ash vs Evil Dead. ¿El problema? Que ni siquiera la magnética y carismática presencia de Campbell consigue que esta tercera entrega no sea -vista con la perspectiva del tiempo- la entrega más irregular de la trilogía Evil Dead.

Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
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Cierto es que tiene algunos de los mejores y más iconográficos momentos no solo de la saga, sino de toda la filmografía de Raimi. Ese Ash demoníaco, la secuencia del enfrentamiento en el pozo entre Ash y un Evil Dead medieval (el momento más cercano a las dos entregas previas), el trío de versiones diminutas de Ash que cubren la función de su mano poseída y que recuerda al espíritu de Los tres chiflados... Sin olvidar la marcha del ejército de los muertos compuesta por Danny Elfman.

Mis problemas con las majors

Pero la calificación de mayores de 13 años hace que en algunos momentos esta tercera película se sienta como una versión dulcificada de las dos anteriores, por esa sustitución de las némesis de Ash, que pasan de cadáveres purulentos a esqueletos harryhausianos, y por los problemas que tuvo en la post-producción el propio Raimi, motivados por decisiones empresariales tanto de Universal como de De Laurentiis. 

El final original fue modificado del futuro distópico al que quería enviar a Ash -y del que pudo desquitarse finalmente en la season finale de la tercera y última temporada de Ash vs Evil Dead- a la secuencia final en el supermercado con la aparición fugaz de Bridget Fonda. 

Ello provocó el rodaje de dos finales alternativos (el último de ellos a pocas semanas de su estreno) y un remontaje de la propia cinta con diferentes versiones y metrajes en la versión europea y estadounidense. Un problema que, 15 años después, volvería a sufrir Raimi en sus propias carnes con otra "tercera parte" de su filmografía, Spider-Man 3.

Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
Fotograma de 'El ejército de las tinieblas'
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Eso no significa que El ejército de las tinieblas sea una película a la que podamos considerar fallida, sino que tanto sus entregas precedentes como su continuación como serial dos décadas más tarde se sienten más Posesión infernal que esta apuesta de Raimi por alejarse del género gore que le había hecho famoso.

Un camino que seguiría a lo largo de su filmografía de los años 90 con trabajos tan diferentes, irregulares pero interesantes como su hibridación de Sergio Leone y el western crepuscular en Rápida y mortal o su noir rural con aroma del Fargo de los hermanos Coen en Un plan sencillo

Una prueba y error que le llevaría de la serie b a los grandes presupuestos y a aterrizar en el blockbuster con su mayor éxito hasta la fecha, Spiderman, en el año 2002, y que quizá no habría ocurrido si no hubiera realizado El ejército de las tinieblas.

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