El Premio del Público del Festival de San Sebastián otorga hasta 50.000 euros al ganador de la mejor película del año. Un reconocimiento monetario a la labor de las producciones y sus trabajadores, que también se entrega en algunas secciones especiales de festivales como Cannes, Rotterdam o la Berlinale. Sin embargo, la temporada de premios del cine es más reacia a la entrega de dinero, que pueda situar a los votantes y los galardonados en una situación comprometida, como es el caso de los Goya.
Según las bases del propio certamen, el ganador de uno de estos 'cabezones' no recibe ninguna compensación económica. "En ningún caso los premios concedidos podrán ser canjeados por un pretendido valor en metálico", incide la normativa sobre los galardones de la Academia de Cine. "Los participantes en la presente convocatoria, así como en cualquiera de sus fases y procesos renuncian expresamente a cualquier compensación pecuniaria o de carácter indemnizatorio como consecuencia de las decisiones tomadas por la Academia durante el mismo".
La prohibición de vender los galardones
Esta normativa vigente sigue la estela de otros premios internacionales como los Oscar o los Bafta, quienes de hecho mantienen un duro reglamento para impedir la reventa de los galardones. Los nominados a las estatuillas doradas están obligados a firmar un acuerdo, por el que tan solo pueden revender el premio a la Academia de Hollywood por la irrisoria cifra de 1 dólar. Un hecho ratificado por los juzgados y que impide la devaluación de estos premios, que en realidad cuestan un valor de hasta 400 dólares. Esto nacía en 1950 como respuesta a la venta de reconocimientos de Ciudadano Kane y Lo que el viento se llevó.
El caso español es similar. Después de varios conflictos con la venta de galardones, la Academia se ponía seria con el tema y dejaba caer esta prohibición entre las líneas de su reglamento. "Los ganadores del premio, adquieren la propiedad de la estatuilla, no adquiriendo derecho alguno de explotación sobre la misma".
Un hecho que podría haberse producido después de que el actor Roberto Álamo- ganador en 2013 por La gran familia española- o el guionista Eduardo Bajo Ulloa- premiado en 1992 junto a su hermano por Alas de mariposa- pusieran a la venta los premios recibidos por sus trabajos. Una transacción producida en los momentos de mayores dificultades económicas de ambos y que producían encontronazos con personas como el director Juanma Bajo Ulloa, quien se distanciaba de toda esta polémica.
¿Funciona el 'efecto Oscar'?
Si bien es cierto, aunque los ganadores de los premios Oscar no reciben ninguna compensación económica y es ilegal que los académicos entreguen algún tipo de premio externo, aquí entran las empresas privadas. Después de que la Academia de Hollywood dejara de entregar 'bolsas regalo' a los nominados, algunas compañías como Distinctive Assets tomaban el testigo obsequiando a estos con objetos valorados en miles de dólares.
De la misma forma, los ganadores también pueden ser partícipes del denominado 'efecto Oscar'. Esto influye tanto al rendimiento posterior en la taquilla de las películas ganadoras, así como en las negociaciones en los sueldos de los actores en sus próximos proyectos. Algo que en España ocurre de menor manera, pero que también es importante para dar una segunda vida a las películas ganadoras.
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