El despertar del gigante: 'Trol', la digna y curiosa 'monster movie' a la noruega estrenada en Netflix

Imagen de 'Trol', la película noruega que ha llegado a Netflix
Imagen de 'Trol', la película noruega que ha llegado a Netflix
(Netflix)
Imagen de 'Trol', la película noruega que ha llegado a Netflix

Aunque luego caería en el olvido, hace una década no pasó desapercibida Troll Hunter (André Ovredal, 2010), llamativa propuesta que conjugaba la fórmula del falso documental con el juego con la plasmación de las criaturas del folclore nórdico. La película viene a la memoria por el estreno en Netflix de la también noruega Trol, digna producción sobre el despertar de uno de estos gigantes legendarios.

Trol, de Roar Uthaug, director que en 2018 debutó en la industria estadounidense con el relanzamiento de Tomb Raider con Alicia Vikander, aplica punto por punto los esquemas y la estructura narrativa de las monster movies americanas. Se reflejan especialmente en el factor del operativo gubernamental y en el seguimiento de la crisis mientras se sopesan soluciones.

El desarrollo suena a ya visto y se adscribe a lo funcional y convencional, si bien entretiene por su modulación e imitación 'a la noruega'. Estamos tan acostumbrados al tratamiento estadounidense de la temática que se nota y se hace raro cuando la dinámica la replican otros. En ese tono diferente y en la curiosidad que genera reside la baza que complementa la principal, el atractivo del monstruo atípico y distintivo.

El diseño del trol gigante, que tarda en aparecer (algo más de media hora), desprende sugerencia por la novedad que representa y los efectos digitales, sin ser ni mucho menos perfectos, convencen y resultan vistosos. El componente podría haber estado acompañado de un mayor énfasis en el imaginario de las viejas historias sobre estos monstruos. La vía se refleja en el perfil y la perspectiva del padre de la protagonista, tomado por loco, pero pedía más detalles.

Lo recurrente de la narración se manifiesta, además de en la propia dinámica, en los arquetipos materializados en los personajes principales: la experta a la que reclutan, una paleontóloga que comprueba que su padre siempre ha tenido razón y que apuesta por una salida no radical; el asesor de la primera ministra, concebido para el ligero cauce cómico; y el militar de mente abierta que se pone del lado de la doctora.

Entre los secundarios no falta el dirigente vehemente que provoca rechazo, aquí el ministro de Defensa, que entiende que el desconcertante surgimiento solo se aplaca de manera contundente y que como mandan los cánones propone y defiende usar armamento de gran fuerza destructiva. Este aspecto conecta con las asimismo clásicas alusiones a que la culpa se debe al hombre, ya que el trol despierta por las obras que realizaban en la montaña para el túnel por el que pasará un tren de alta velocidad. El trol simboliza la naturaleza ancestral.

En esta vertiente se enmarca lo desvelado acerca de lo ocurrido en el pasado con los troles, revelación revestida de una interesante (aunque insuficiente) mención crítica referente al proceso de cristianización de Noruega. Emparentado con estas cuestiones, el ‘sí pero no’ en cuanto a la amenaza que constituye el trol sobrevuela en varios momentos del relato, lo que enlaza con lo expuesto de la naturaleza, de ahí el tono del clímax.

Trol deja allanado, al estilo clásico, el camino para la posible secuela, lo que dependerá del recorrido alcanzado en términos de visualizaciones en Netflix. Hay material para ir más allá de las fórmulas y, en su lugar, ahondar en las leyendas y en la aventura.

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