China quiere a los “hombres afeminados” fuera de sus películas

El gobierno se ha propuesto establecer “un estándar de belleza correcto” para los protagonistas de los films que estrenen.
Fotograma de 'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos'
Fotograma de 'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos'
Disney
Fotograma de 'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos'

Hoy llega a los cines Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, película que presenta al primer superhéroe asiático de Marvel… y que curiosamente no tiene visos de estrenarse en uno de los países a priori más receptivos a una propuesta así. China, el mercado más codiciado del mundo, le ha cerrado las puertas a Kevin Feige arguyendo el pasado racista del personaje (en sus primeras apariciones era hijo de una creación tan estereotípica como Fu Manchú) y las conflictivas connotaciones de la trama, en tanto a un joven chino que reniega de sus raíces para buscar una nueva vida en EE.UU. La renuencia del gobierno chino a estrenar Shang-Chi se da, asimismo, en una coyuntura sometida a cambios enormes y determinantes.

Para empezar, hay que recordar que la pandemia ha precipitado la transformación de China en líder de la recaudación mundial en cines: una que no ha dependido de estrenos exportados de Hollywood sino de producciones autóctonas, garantes de un modelo consolidado e independiente de EE.UU. Los éxitos millonarios de The Eight Hundred y Detective Chinatown 3 frente a los sucesivos fiascos de Mulan y Raya y el último dragón (films de Disney que buscaban seducir al gigante asiático) anteceden un nuevo viraje político del que se hace eco Variety, y que constata la sumisión del aparato productivo de China a valores tradicionales, tutelados por el Partido Comunista que gobierna el país.

De este modo, China confirma que quiere a los “ídolos maricas”, a los “hombres afeminados” y a las obras “excesivamente entretenidas” fuera de sus cines. La Administración Nacional de Radio y Televisión ha expedido un plan de ocho puntos en el que exige “una mayor regulación de los espectáculos artísticos y de entretenimiento y del personal relacionado”, en conjunción a las acusaciones del Departamento de Propaganda hacia la industria del entretenimiento por ejercer supuestamente una mala influencia sobre la juventud y “contaminar gravemente la atmósfera social”. Dichas acusaciones no se refieren tanto a la producción propia (vigilada de forma férrea) como a las exportaciones de Hollywood.

De este modo, la Administración llama abiertamente a “boicotear obras por ser demasiado entretenidas” y a poner énfasis en “la cultura tradicional china, la cultura de la revolución y la cultura socialista”. El gobierno quiere que los medios de comunicación difundan unos valores específicos considerados como “correctos”, y que en esta misma línea el sector comercial garantice la formación y la autodisciplina. Como consecuencia, estas directrices precipitarían la marginación de personas cuyo comportamiento haya sido contrario al “orden público y la moral” y la prohibición de los “espectáculos de idolsque tanto éxito acogen, por ejemplo, en el país vecino de Corea del Sur.

Aunque estas prohibiciones se amplían a elementos razonables como la evasión de impuestos o los contratos irregulares, en la práctica se trata de un esfuerzo por convertir a China en un país aún más aislado culturalmente, con el presidente Xi Jinping encabezando el regreso a una era alejada del modelo capitalista mientras pide un “rejuvenecimiento nacional”. Es decir, un control más estricto del Partido Comunista sobre negocios, educación, cultura y religión.

¿Qué hay de Hollywood?

La iniciativa de la Administración coincide, curiosamente, con la voluntad de aliviar las restricciones que encuentran en China las películas coreanas (cuya distribución está prohibida desde hace tres años). En lo que respecta a Hollywood, y aunque ninguno de los puntos apele específicamente a ello, el programa implicaría que la industria estadounidense se topará con más dificultades para llevar sus producciones al codiciado mercado, incluso a pesar de la voluntad que ha mostrado de replegarse a los designios del gobierno. Las censuras de Bohemian Rhapsody o Call Me By Your Name (que dan cuenta de la represión que sufre la comunidad LGTBQ+ china) así lo atestiguan.

Este rechazo a una representación más diversa de la masculinidad ha coincidido, curiosamente, con unas declaraciones de Simu Liu sobre el tema. El protagonista de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (que ya puede irse despidiendo de una carrera comercial en China con estas nuevas medidas) ha hablado en el podcast de The Hollywood Reporter sobre los papeles a los que han podido optar los hombres asiáticos dentro del cine comercial de Hollywood, en paralelo a lo que se puede esperar automáticamente de ellos. “Como hombre asiático, sobre todo en el mundo del espectáculo, casi parece que solo tienes valor si sabes artes marciales”, reflexiona.

“Si no, hay una sensación de ‘¿por qué estamos viendo a una persona asiática en pantalla?, ¿qué valor tienen si no es para entretenernos de esa manera específica?’”. Además de este dardo a los clichés de la industria, Liu ha defendido una postura sobre la masculinidad asiática que atenta frontalmente con lo promulgado por las instituciones chinas. “¿Por qué no definir nuestra masculinidad de una manera que sea positiva para todos los tipos de cuerpo e incluya todas las normas de género y preferencias sexuales, por qué no celebrar la vulnerabilidad entre hombres, y por qué no hablar de respetar a las mujeres y elevar a nuestras hermanas asiático-americanas y a todos los grupos minoritarios?”.

“Si solo se trata de abdominales y de lucir un aspecto musculoso y destrozado, entonces no creo que sea una conversación de la que quiera formar parte”. Desde luego, el gobierno chino tampoco parece tener intención de establecer este diálogo.

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