Piedras preciosas en Alcalá de Henares: así ha sido la 52 edición de Alcine

La nueva edición del Festival de Cine de la ciudad madrileña ha girado en torno a los diálogos entre cine y literatura, sin dejar de enfatizar el impulso de cortometrajes y nuevas autorías.
Gala inaugural de Alcine 52 en el Teatro Salón Cervantes
Gala inaugural de Alcine 52 en el Teatro Salón Cervantes
Gala inaugural de Alcine 52 en el Teatro Salón Cervantes

«La literatura es una solución al cine». A Santiago Lorenzo se le conoció originalmente como director. Realizó varios cortometrajes, y entre 1997 y 2007 hizo cierto ruido con dos películas de talante tragicómico: Mamá es boba y Un buen día lo tiene cualquiera. Pero no fue fácil sacarlas adelante. Lorenzo se topó con tantas resistencias, desacuerdos y penurias que terminó harto del cine y buscó otro modo de canalizar su creatividad. «Lo de hacer películas es fenomenal, sobre todo cuando te dejan», recuerda, con una sonrisa fatalista, hoy que ha logrado que su nombre sea más conocido de lo que nunca lo fue como cineasta.

Ocurrió gracias a las novelas, marcadas por un feroz sentido del humor que amplificaba impacto a través de un particular vocabulario castizo, de destilado rural y misántropo. Sus hilarantes palabros marcaban una exposición dedicada a Lorenzo en el Antiguo Hospital Santa María la Rica de Alcalá de Henares, pero no a su literatura ni su cine sino a sus, por decirlo así, ocurrencias. Instalaciones de figuras que remitían a los ultrashows de Miguel Noguera con grúas, sillones y otras construcciones humanas deformadas libremente para comprometer su utilidad. Literatura, en fin. Donde él siempre se había sentido cómodo, de la que él siempre había partido incluso cuando aún quería hacer películas.

Doblando la Calle Mayor se encontraba el Teatro Salón Cervantes donde Lorenzo conversó con al periodista Eduardo Bravo como moderador y la también escritora Elisa Victoria. Era el evento de apertura para la 52 edición del Festival de Cine de Alcalá de Henares (o simplemente Alcine), y la organización les había invitado a reflexionar sobre el parentesco del cine con la literatura. Uno que Lorenzo no había olvidado (su última novela, Tostonazo, gira en torno a un desastrado rodaje) y que también se revelaba básico para Victoria. Otaberra es el título de lo nuevo de la escritora que despuntara con Vozdevieja, y Otaberra es Arrebato escrito al revés. Como el clásico de Iván Zulueta.

Portadas de 'Tostonazo' y 'Otaberra'
Portadas de 'Tostonazo' y 'Otaberra'

Lorenzo y Victoria compartieron experiencias este 3 de noviembre. Hablaron de su entusiasmo por el cine (destacaron La gran evasión y Akira como sus películas favoritas), y Victoria sintetizó que «es bonito que sea tan barato escribir». Más allá de lo posibilista, coincidían en que la literatura se encuentra anclada en el corazón del cine, dentro de un felicísimo cruce de caminos. Varios carteles a su alrededor les daban la razón. «Hay papeles que esconden piedras preciosas», se leía en ellos.

De los cortos a los largos a través de la escritura

No fue el único encuentro entre autores de Alcine 52, celebrado entre el 2 y el 12 de noviembre. El miércoles 8, en el Corral de Comedias, se citaron Alejandro G. Calvo, Pepa Blanes y Jaume Ripoll. La trayectoria de los tres es inseparable del cine (Calvo y Blanes son periodistas y críticos, Ripoll es el fundador de Filmin), y habían publicado tres libros que reflexionaban sobre ella: respectivamente Una película para cada año de tu vida, Abre los ojos y Videoclub. Constituía un nuevo exponente de la ambición temática de esta edición, como también pudiera serlo una jornada sobre el cómic en la que intervino Mauro Entrialgo.

Pedro Toro, director artístico de Alcine desde el año pasado, ha dispuesto que las conexiones entre cine y literatura tengan un papel preponderante dentro de la programación, dándole espacio a sus autores sin por ello descuidar el centro del festival. Desde su fundación en 1970, el Festival de Cine de Alcalá de Henares se ha ocupado de los cortometrajes. Este año se llegaron a presentar 1.500 cortos, de los cuales fueron seleccionados 52 para que dos jurados emitieran sus votaciones en el marco del Certamen Nacional y el Certamen Europeo. De dicho jurado europeo, por cierto, formó parte la misma Victoria junto a Matías G. Rebolledo, periodista de La Razón, y María Herrera, productora del último Goya a Mejor cortometraje Arquitectura emocional 1959, de León Siminiani.

Uno de los carteles de Alcine 52
Uno de los carteles de Alcine 52

La vocación de Alcine, más allá de movilizar a toda la ciudad con múltiples actividades culturales, es celebrar la obra de los cortometrajistas e impulsar su carrera. Puede ser a través de los certámenes citados, o en espacios novedosos como la Alcalá Film Jam, que anima a rodar cortos en las propias calles de Alcalá. Las «piedras preciosas» del eslogan, como los «diamantes en bruto» que también se dejan ver en los carteles, referencian esos talentos noveles que aguardan una oportunidad para desarrollarse del todo, primero con cortos y luego si es posible con largometrajes donde eclosione su ambición.

En ese sentido Alcine tiene un historial admirable de cineastas que presentaron sus cortos en el certamen, y poco después tuvieron reconocimiento internacional. Puede rastrearse este historial en la modulación de otra de las secciones, Pantalla Abierta: en ella se cruzan largometrajes llegados de festivales como San Sebastián, Venecia, Sitges o Annecy, que tienen en común una autoría fomentada originalmente en Alcine. El certamen tiene mucho de lo que presumir, y por eso fue inaugurado con 20.000 especies de abejas: largometraje sobre el despertar identitario de una niña trans que obtuvo el Oso de Plata en el pasado Festival de Berlín para su actriz protagonista, Sofía Otero.

Sofía Otero en '20.000 especies de abejas'
Sofía Otero en '20.000 especies de abejas'

20.000 especies de abejas también ganó la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y fue nominada recientemente a Mejor película en los Forqué, allanando una más que segura presencia en los Goya al margen de su preselección para los Oscar. La cuestión es que su directora, Estíbaliz Urresola Solaguren, había triunfado previamente en Alcine. Su cortometraje anterior, Cuerdas, ganó el primer premio Ciudad de Alcalá del Certamen Nacional en la edición de Alcine del año pasado.

Precedentes similares a los de 20.000 especies de abejas acompañan al resto de películas proyectadas en Pantalla Abierta. Matria de Álvaro Gago Díaz, premio a Mejor actriz para María Vázquez en Málaga. La imatge permanent de Laura Ferrés, Espiga de Oro en la Seminci. Sobre todo de noche de Víctor Iriarte. Y otras películas que, aun sin ascendencia directa de Alcine, también han contribuido a diferenciar su 52 edición.

El año pasado Julián Génisson sorprendió a propios y extraños con Inmotep, una inclasificable comedia que, ante la práctica ausencia de diálogos, permitió en Alcine una proyección muy especial, acompañada de música en directo. Dos días después, el público se dirigió a una proyección sorpresa que resultó ser, en sintonía al concepto de esta edición, la esperada adaptación de una famosa novela. Antes de que Un amor se estrenara comercialmente el 10 de noviembre, su directora Isabel Coixet apareció en la pantalla para presentar la película basada en Sara Mesa, protagonizada por Laia Costa y Hovik Keuchkerian.

Resultaba especialmente apropiado, porque en su día Coixet también presentó algún que otro trabajo en Alcine. La proyección de Un amor ilustraba, en fin, la cercanía que el festival ha sabido tejer con sus cineastas, y su capacidad para ejercer de vanguardia del cine español. Algo que ya había quedado claro antes, cuando un pequeño director bastante desconocido (como ironizó Pedro Toro al presentarlo), acudió a la gala de inauguración de Alcine. Su nombre era Pedro Almodóvar.

Isabel Coixet adapta la novela 'Un amor', escrita por Sara Mesa.
Isabel Coixet adapta la novela 'Un amor', escrita por Sara Mesa.
BTeam Pictures

Pequeños relatos, grandes sueños

Como todos sabemos, Extraña forma de vida es un corto que Almodóvar presentó en el Festival de Cannes con un rutilante reparto internacional, encabezado por Ethan Hawke y Pedro Pascal. Fue la obra, correspondiendo a la naturaleza de Alcine como estandarte de las producciones de corta duración, que inauguró la gala de inauguración poco después de la conversación entre Lorenzo y Victoria y antes de la proyección de 20.000 especies de abejas. El mismo Almodóvar en persona apareció para presentarlo, explicando su pasado en común con Alcine y asegurando que a él los cortos le recordaban «a su familia».

La pertinencia de tener a Almodóvar allí era doble. Más allá del éxito de sus últimos cortos (a Extraña forma de vida le precedió en 2020 La voz humana con Tilda Swinton), el manchego publicó este mismo año un libro de relatos, El último sueño. A la hora de presentar Extraña forma de vida a la audiencia alcalaína, Almodóvar analizó su adscripción al western y lo comparó con otra película reciente, actualmente en carteleras. Los asesinos de la luna de Martin Scorsese, como hace Extraña forma de vida, pone el foco en personas y temas que el género no ha acostumbrado a tratar. Scorsese analiza el genocidio tardío de los pueblos originarios. Almodóvar el deseo entre dos tipos duros.

Curiosamente, la idea de estudiar los rincones menos atendidos de la geografía del Salvaje Oeste no se limitó a Extraña forma de vida en el conjunto de las obras proyectadas por Alcine. Dentro del Certamen Europeo, días más tarde, pudo verse Hardly Working: un corto austríaco integrado completamente por imágenes sacadas del videojuego Red Dead Redemption 2. En este caso, la propuesta de los directores Robin Klengel, Michael Stump, Leonhard Müllner y Susanna Flock consistía en observar detenidamente a los NPC de este western virtual. Los personajes no jugables, sometidos a rutinas programadas.

Nadie había prestado jamás tanta atención a estas figuras, y Hardly Working se las apañaba para tejer además una reflexión sobre la explotación capitalista desde estas imágenes. Uno de los cortos más señalados de Alcine 52, aunque ha habido para elegir gracias a una selección cuyo cuidado también marca esta nueva etapa del festival, con Toro al frente. En esta labor han participado desde críticos de cine consolidados (Jara Yáñez o nuestro Daniel de Partearroyo) hasta voces más juveniles como Noah Benalal e Irene Castro.

Hardly Working, con sus imágenes concomitantes al machinima, corresponde igualmente a un esfuerzo conjunto por que la animación tenga presencia en el festival. De ahí que hayan desfilado cortos como el inglés The Debutante o el polaco Headprickles (constituido por viñetas absurdas que a buen seguro encantaron a Santiago Lorenzo), insuflando una variedad que los jurados recompensaron finalmente el viernes 10, durante la ceremonia de clausura. Entonces se supo que Aqueronte de Manuel Muñoz Rivas, centrado en el tránsito de una embarcación cuyas dimensiones empiezan a difuminarse, había obtenido el primer premio Ciudad de Alcalá dentro del Certamen Nacional.

Paralelamente, en el Europeo, triunfaba la francesa Fatima Kazi con La voix des autres, encabezando un palmarés repleto de firmas y títulos a tener en cuenta dentro del horizonte de la cinematografía europea. Por ejemplo, el premio DAMA a Mejor guion (patrocinado por la entidad especializada en Derechos de Autor de los Medios Audiovisuales) se lo llevó La niña mártir, previamente galardonado en el Festival de Gijón. En este corto María Pérez Sanz había realizado una peculiar relectura de Introducción a Teresa de Jesús de Cristina Morales, ahondando en el sempiterno intercambio cine-literatura del festival.

Laia Artigas en 'Millor la llengua'
Laia Artigas en 'Millor la llengua'

Por otro lado, el público premió a Matria como largo en la sección Pantalla Abierta. Y el premio a Mejor interpretación femenina dio una alegría a quienes nos maravilló la expresiva presencia de Laia Artigas en Verano 1993, hace seis años. Artigas, que conocimos como niña, ha vuelto a la actuación, y ha sido premiada en Alcine por protagonizar Millor la llengua: un sensible corto donde dos adolescentes inexpertos se unen a través de una aplicación para tener un encuentro sexual.

Todas las propuestas se caracterizaron pues por un arrojo que tampoco tenía por qué excluir un enrevesado sentido del humor: fue justo esto lo que le hizo merecer una Mención especial a La herida luminosa de Christian Avilés. Un cortometraje divertidísimo, del que conviene no decir nada más allá de que su genealogía parece surgir a caballo de los chistes de redes sociales y la estética lisérgica. Y que constata, en fin, el rumbo tan estimulante de un festival que ha dejado atrás el medio siglo de existencia sin ningún miedo por lo que el futuro le tenga preparado. Más bien, entusiasmado por las posibilidades que de él se extraigan. 

Fotograma de 'La herida luminosa'
Fotograma de 'La herida luminosa'

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