Crítica de 'Argylle': la comedia de espías de Henry Cavill quiere que la quieras como a 'Kingsman'

'Argylle' es una película de actores, pero ni siquiera los siempre atinados Sam Rockwell, Bryce Dallas Howard o Bryan Cranston salvan del todo un filme demasiado largo para su propio bien. 
Dua Lipa y Henry Cavill en 'Argylle'
Dua Lipa y Henry Cavill en 'Argylle'
Cinemanía
Dua Lipa y Henry Cavill en 'Argylle'

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE ARGYLLE]

"Cuando leí el primer borrador manuscrito, sentí que era la franquicia de espías más increíble y original desde los libros de Ian Fleming de los años 50. Va a reinventar el género de espías", afirmaba haces tres años un entusiasmado Matthew Vaughn sobre la novela de Elly Conway que se disponía a adaptar. 

El director que renovó y parodió el cine de superhéroes (Kick-Ass, X-Men: Primera generación) y espías (Kingsman), regresa a este último género con Argylle, su proyecto más misterioso, una comedia de acción que ha guardado con sumo celo sin desvelar grades detalles sobre la trama. Lo que sí sabemos es que la historia se entremezcla con la realidad para seguir a Elly Conway (Bryce Dallas Howard), la autora de una serie de novelas de espionaje superventas. 

Su vida cambia cuando uno de sus libros, centrada en el agente secreto Argylle (Henry Cavill) y en su empeño en sacar a la luz un sindicato del crimen a nivel global, empieza a ser un reflejo real de acciones encubiertas de una auténtica organización de espías. La protagonista debe tratar de adelantarse a las intenciones de los asesinos mientras la línea entre su mundo de ficción y la realidad se difumina más y más.

Curiosamente, el filme ya ha acaparado titulares gracias a Conway, una enigmática autora de la que no hay fotografías ni contacto. La gran incógnita sobre su identidad ha provocado numerosas teorías sobre quién es realmente, y una de ellas ha señalado que podría tratarse de Taylor Swift, aunque el cineasta lo ha negado.

A Vaughn ya le sobran estrellas en los títulos de crédito de este proyecto. El elenco comandado por Howard y Cavill también cuenta con Sam Rockwell, John Cena, Ariana DeBose, Dua Lipa, Bryan Cranston y Catherine O’Hara. Repiten con el director Sofia Boutella y Samuel L. Jackson tras coincidir en Kingsman: Servicio secreto (2014). 

'Argylle': crítica

Valoración:

A Matthew Vaughn le encantan los lemas y los sigue a rajatabla en sus historias. Si en Kingsman, los modales hacían al hombre, en Argylle, cuanto mejor es el espía, más grande es la mentira. Y, cumpliendo con lo prometido, en su última película, el engaño es enorme. 

Ya desde su campaña promocional, entre sinopsis que no cuentan nada y rumores sobre la participación de Taylor Swift en la novela adaptada, todo en esta producción de espías ha sido una gran mentira, y lo mismo pasa con su trama, un compendio de protagonistas que no lo son, giros rocambolescos y conexiones imposibles.

Argylle es Vaughn en estado puro en su primera hora de metraje: personajes caricaturescos pero adictivos, despiporre visual, looks horteras, burlas afiladas al género del cine de espías y escenas de acción deliciosas como la pelea en un tren que compara al perfecto agente secreto en pantalla (un Cavill que no se despeina y mira a cámara con una sonrisa ladeada mientras reparte golpes) y al real (un mucho menos glamuroso y más vapuleado Rockwell).

Sin embargo, en la segunda mitad, la apuesta comete el error de empezar a tomarse demasiado en serio a sí misma y deja de ser la parodia divertida y espontánea que prometía. El británico, que se ha distinguido por dar la vuelta a los tópicos dentro del cine de género, cae en su propia trampa y despliega un desfile de clichés de los que tanto y tan bien se reía en la saga Kingsman. 

Este es el principal escollo con el que tropieza varias veces la comedia, la sensación constante y accidental de déjà vu al optar por una acción más realista con demasiadas tramas manidas del cine de espías que no buscan la autoparodia como en los trabajos previos del cineasta.

Hay burlas autoconscientes a James Bond (ese espía perfectamente vestido de Cavill, un actor eterno aspirante a Bond), Jason Bourne (la siempre socorrida amnesia) y otros referentes dentro del género. Incluso podemos ver guiños a Zoolander o el Soldado de Invierno marvelita en cierta secuencia de lavado de celebro. Lamentablemente, se vuelve al tópico sin burla alguna, resultando predecible y repetitiva, algo que queda agravado por un metraje innecesariamente largo.

Al británico también le pesa el legado de Kingsman, una dependencia que va más allá del contenido y la forma: en su afán por ganarse a los seguidores de la sobresaliente parodia de espías que estrenó hace 10 años, une ambas sagas con una escena postcréditos difícil de justificar, que cambia por completo el significado del filme y lo convierte en 'otra franquicia made in Hollywood'.

Así, Argylle sufre una crisis de identidad al no saberse Kingsman o La ciudad perdida. Tiene a su favor ese poderoso lenguaje visual de Matthew Vaughn, su humor desinhibido y un elenco de A-listers entregados a lo absurdo, con mención especial para un Sam Rockwell elevando el patetismo de espía enamorado. Una pena que abuse de duración, de conexiones meta y de finales que estafan. 

La disfrutarás como comedia bailonga repleta de 'twists' (los que aplastan cráneos, no los giros facilones) y te intrigará como comienzo de un nuevo universo cinematográfico, pero no esperes la astucia hilarante de Kingsman ni una reinvención del género de espías. Esa es la mentira más grande. 

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