La provincia de Zaragoza puede presumir de contar con innumerables espacios naturales de gran belleza, y entre todos esos enclaves encontramos alguna joya escondida como es el Monasterio de Piedra y su parque-jardín. Se trata de un lugar mágico que combina a la perfección la historia con la naturaleza y que, sin duda, merece más de una visita.
La historia del monasterio
La pieza principal de este enclave es el monasterio del siglo XIII que se alza imponente con 800 años de historia a sus espaldas y un diseño que refleja a la perfección las principales características de la arquitectura cisterciense: sobriedad, austeridad, sencillez y luminosidad. Empezó a construirse en 1203 en la orilla del río Piedra, usando madera y adobe como materiales.
El edificio central corresponde a la iglesia y su claustro anexo, que cuenta con las estancias monacales dispuestas a su alrededor. Además, el templo religioso está rodeado por una muralla medieval que aún conserva su Torre del Homenaje.
En la actualidad, la iglesia está en ruinas debido a los años de abandono tras la desamortización en el siglo XIX. "El decreto de Mendizábal de 1835 significó el fin definitivo de la comunidad de Piedra", explican desde la web del monasterio.
Con el paso de los años, el nuevo propietario del lugar, Juan Federico Muntadas, trasformó la huerta en un precioso jardín paisajista y las dependencias del monasterio en un centro hotelero y de hidroterapia. De esta manera, el que fuera un templo religioso se ha convertido hoy en día en un destino turístico muy apreciado en la zona, ya que se puede hacer un recorrido por las instalaciones y su entorno.
Cascadas, lagos y cuevas
Más allá del monasterio, el entorno natural que lo envuelve es algo simplemente mágico. En este parque serpentea el río Piedra que va dejando a su paso increíbles cascadas cada una más bella que la anterior. Asimismo, también encontramos lagos, arroyos, árboles centenarios y una amplia variedad de aves.
Uno de los principales atractivos del lugar son sus cuevas naturales que se adentran en la pared rocosa. Incluso, una de ellas nos permite observar la enorme cascada bautizada como Cola de Caballo desde atrás. La red de caminos y senderos señalizados nos permite descubrir este y otro muchos rincones que esconde el parque.
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