Nuestro país tiene con pueblos increíbles, como bien podemos comprobar en un recorrido por España de norte a sur. Pero hay destinos que, por su historia, belleza y el importante patrimonio que atesoran, cuentan con todos los ingredientes para posicionarse como los favoritos. Te traemos los que este año optan al galardón del mejor pueblo de España según National Geographic. Descubre cuáles son los encantos de cada uno de los nominados y elige tu favorito.
Comillas (Cantabria)
Esta villa, que está situada a 50 kilómetros de Santander, es uno de los balnearios de lujo de la costa de Cantabria. Con su arquitectura marinera típica de finales del siglo XIX, Comillas sorprende por contar con un rico patrimonio arquitectónico repleto de edificios medievales y barrocos, pero también por sus casonas montañesas. Explorando este bonito pueblo no podemos pasar por alto el legado que dejaron algunos de los principales arquitectos y artistas del Modernismo Catalán, como Antoni Gaudí. De hecho, una de las visitas imprescindibles es a La Villa Quijano, una fantástica construcción que parece sacada de un cuento y que popularmente se conoce como El Capricho. El palacete es una de las pocas obras que podemos encontrar de Gaudí fuera de Barcelona.
Por supuesto, otro de los grandes atractivos de Comillas es su maravilloso casco antiguo, donde destaca la Plaza de la Constitución, con el Antiguo Ayuntamiento del siglo XVIII y la Iglesia Parroquial de San Cristóbal, y muy cerca, el Santo Hospital de Comillas, que tiene una preciosa fachada modernista en tonos blancos y rojos.
Alquézar (Huesca)
Nada más acercarte a esta preciosa localidad entenderás porqué está nominada al pueblo más bello de España. Puedes descubrirlo desde el Mirador La Sonrisa del Viento, que está en la zona más alta de la villa. Es donde encontrarás la primera y mejor panorámica de la localidad y del profundo cañón del río Vero. Esta es una de las seis esculturas de arte contemporáneo que irás encontrando durante el recorrido por el pueblo y la única que se encuentra fuera del casco urbano.
En este viaje a la Edad Media pasarás por calles estrechas y empedradas, con pintorescas casas que se funden con un paisaje calizo. Y entre los principales monumentos de este pueblo (que ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico) destaca el castillo de origen islámico, convertido en colegiata tras la reconquista cristiana. Del siglo XI quedan algunos tramos de muralla, la torre albarrana, las ruinas de una torre cuadrangular y los restos de la iglesia románica integrados en el magnífico claustro del siglo XIV.
Sigüenza (Guadalajara)
Adentrarse en este magnífico pueblo medieval, lleno de colores y matices, es revivir parte de nuestra historia. Por Sigüenza pasaron celtíberos, romanos, visigodos y árabes como se puede comprobar recorriendo sus rincones y calles. Además del castillo, que domina la localidad, cuenta con otros lugares de interés como la Catedral, un bello ejemplo del cisterciense o primer gótico, la Casa del Doncel, la iglesia de San Vicente o de Santiago y los restos de murallas que podrás admirar mientras paseas por la ciudad.
Por supuesto, la belleza de Sigüenza la encontrarás también en sus palacios y casas del periodo renacentista y barroco. Pásate por la plaza Mayor y aprovecha para disfrutar de la gastronomía local, con platos tan populares como el asado de cordero o cabrito, la sopa castellana o las migas acompañadas con chorizo, torreznos y huevos fritos. Y para rematar esta buena mesa, prueba las deliciosas yemas del Doncel, el dulce más típico de Sigüenza.
Trujillo (Cáceres)
Es una de las grandes joyas de Extremadura gracias a su historia y arquitectura, pero también a los impresionantes entornos naturales que la rodean, entre los que destaca la Reserva Natural de Monfragüe. Lo primero que sorprende al llegar a Trujillo es su centro histórico, con la preciosa y porticada Plaza Mayor y la Iglesia de San Martín. Alrededor de ella era donde históricamente se ubicaban los barrios judíos, musulmanes y de artesanos. Pero además, esta localidad manchega (tierra de conquistadores) cuenta con un imponente castillo, situado en la cima de una colina, y desde donde se puede disfrutar de las mejores vistas, tanto de la ciudad como de los alrededores. La fortaleza medieval fue construida en el siglo IX y ha sido modificada con el paso de los siglos.
Durante el paseo, además de calles empedradas y alguna que otra cuesta, te irás encontrando con la Iglesia de Santa María la Mayor y con numerosos e imponentes palacios, como el del Marqués de la Conquista y el de los Duques de San Carlos. Pero es al atardecer, con la iluminación nocturna, cuando este pueblo se transforma en un lugar especialmente mágico.
Valldemosa (Mallorca)
Esta localidad mallorquina, que tiene a las montañas como protagonistas de sus paisajes, es una de las grandes sorpresas en el camino de la Serra de Tramuntana. Además de callejuelas adoquinadas y peatonales (una de las mas bellas es la calle de la Rectoría), Valldemosa cuenta también con un importante patrimonio cultural, que hace de este pueblo una parada obligada en cualquier escapada a Mallorca.
Parte de su fama (y de que sea uno de los pueblos más visitados de la isla) se lo debe también al compositor Chopin. El pianista polaco no solo vivió en este destino su intenso amor con la escritora francesa George Sand, también fue donde se inspiró para escribir parte de sus famosos Preludios. Una de las paradas más interesantes es en la Real Cartuja, una casa señorial y hospedería, donde además de Chopin y su amantes, se alojaron también los escritores Rubén Darío y Miguel de Unamuno.
Otro lugar para visitar es la iglesia de San Bartolomé (siglo XIII). Y por supuesto, un viaje a Valldemosa pasa por acercarte a disfrutar del baño y de las aguas cristalinas de Sa Marina, la que está considerada como una de las principales calas de Mallorca.
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