En Francia hay auténticas maravillas escondidas que se encuentran a muy pocas horas de trayecto de España y que son una gran opción para hacer una pequeña escapada. En la Costa Azul hay destinos increíbles por descubrir que no mucha gente conoce. Ese es el caso de Orange, una ciudad situada en dicha región y a la que pocos turistas viajan cada año.
Cuando se piensa en la Costa Azul suelen venir a la mente nombres como Niza, Cannes o incluso Mónaco, aunque en las profundidades de la septentrional región costera de Francia se encuentran lugares dignos de visita, como Orange. La ciudad es una de las más históricas de todo el país y tiene algunos de los monumentos más imponentes de la nación.
Orange: historia que se remonta al Imperio Romano
Orange fue fundada en el año 35 a.C por los romanos, que dejaron una huella todavía notable en una ciudad que desde su origen ha vivido numerosas guerras. Uno de los vestigios que Roma dejó en la urbe es su impresionante teatro romano, uno de los mejor conservados fuera de Italia y que cuenta con unas dimensiones colosales: más de 100 metros de largo y 37 de alto de piedra dedicados al emperador Augusto en el que se celebran numerosos festivales y conciertos.
Este theatrum es uno de los dos monumentos de Orange nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El segundo de ellos es el Arco del triunfo, también erigido durante el dominio romano en la zona y que domina por completo el centro de esta ciudad en la que la presencia del Imperio se puede comprobar en cada calle y en cada rincón de esta increíble urbe a orillas del Ródano.
Su museo en una mansión del siglo XVII
Para los amantes de la cultura, justo enfrente del teatro romano se encuentra el Museo de Arte e Historia de Orange, cuyo mayor reclamo es el edificio en sí: se trata de una preciosa mansión del siglo XVII en la que se pueden ver de cerca retazos de todo lo acontecido en la ciudad durante los dos milenios que lleva en pie, desde catastros romanos hasta lienzos.
Los increíbles edificios de Orange
Pero en esta ciudad colindante con Avignon, que suele ser el reclamo turístico de la región, hay muchas más cosas que visitar, como por ejemplo la extraordinaria Catedral de Nuestra Señora de Nazaret, cuya primera piedra data del siglo VI, pero que las sucesivas guerras y conflictos bélicos religiosos hicieron que se reconstruyera en numerosas ocasiones, aunque siempre manteniendo el estilo románico provenzal que la caracteriza.
Tampoco hay que perderse la preciosa Iglesia de Saint-Florence, un pequeño y bonito templo románico del siglo XIV que cuenta con un increíble claustro, así como las impresionantes vistas que se pueden contemplar desde la colina de Saint-Eutrope de Orange, una ciudad a menudo eclipsada por la vecina Avignon, pero que también tiene mucho que ofrecer.
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