En España estamos acostumbrados a que la inmensa mayoría de los balnearios estén repletos de aguas termales con numerosas propiedades beneficiosas para nuestro cuerpo, y es que casi todos los hoteles termales del mundo tienen al H2O como su principal atractivo, aunque lo cierto es que hay algunos establecimientos alrededor del planeta en los que el líquido que llena sus piscinas es... poco habitual en ese ámbito.
Si en Japón hay un balneario en el que te puedes bañar en brebajes tan variopintos como café, vino o en incluso sake, en Austria se encuentran unas piscinas en las que te puedes bañar en cerveza. No se trata de un hotel al uso, sino que es una fábrica de esta bebida la que ofrece esta actividad para los visitantes.
Una fábrica con siete piscinas llenas de cerveza
Este lugar tan idílico para muchos se encuentra en la fábrica de cerveza de Starkenberg, en Tarrenz (Austria). Situada en plena región del Tirol, esta factoría abrió sus puertas hace más de dos siglos y desde entonces han producido toneladas de bebida, aunque desde hace unos años su principal atractivo ha pasado de ser la venta de botellas en sí a convertirse en un auténtico circuito termal.
En el año 2017 inauguraron siete piscinas de 300 litros cada una, pero en lugar de llenarlas con agua procedente de las montañas tirolesas, los propietarios las atestaron del producto de la casa: cerveza (eso sí, diluida). De esta manera, los visitantes no solo pueden ir hasta la ya de por sí increíble fábrica para comprobar todo el proceso de fabricación, sino que también se pueden zambullir en grandes piletas repletas de su brebaje favorito.
¿Es beneficioso para el cuerpo bañarse en cerveza?
Aunque a priori pueda parecer una locura, lo cierto es que la cerveza tiene numerosas propiedades muy beneficiosas, especialmente para la piel: las vitamitas B3 y B6 ayudan al fortalecimiento de las uñas y el pelo, mientras que selenio la suaviza y el siliceo la elastiza. Además, la levadura ayuda a dar más brillo al cutis.
El castillo en el que hay piscinas llenas de cerveza
La fábrica ya es una maravilla de por sí, ya que se trata de un castillo erigido a principios del siglo XIV que ha sido destruido varias veces. No fue hasta el año 1780 cuando se comienza a producir cerveza en él, aunque a una escala mucho menor que las actuales 40.000 toneladas anuales. Tras muchas quiebras, la fortaleza pasó a manos de los actuales dueños a comienzos del siglo XX, y fue en la segunda mitad del mismo cuando la marca Starkenberg comenzó a expandirse.
Al tratarse de un fortín medieval, la fábrica es de por sí un lugar que hay que visitar seas amante de la cerveza o no, sobre todo por el llamado 'Salón del Caballero', una espectacular sala medieval con capacidad para un centenar de personas en la que se puede catar los brebajes que se fabrican allí mismo. Por lo tanto, a quienes les apasione esta bebida, tienen en la factoría de Starkenburg un auténtico paraíso.
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